Hay una responsabilidad del obispo de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro, y es la de deshacer el primer nudo de la madeja
(José Manuel Vidal).- Desde su conciencia de sacerdotes, dan la cara por Miguel Rosendo, el fundador de Orden y Mandato. Porque están absolutamente convencidos de que se trata de un «inocente», encarcelado desde hace 22 meses. Juan Luis Gastón, Eduardo Lostao y José Ignacio Martín señalan directamente al ex capellán de la asociación, Isaac Vega, asi como «al silencio cómplice» del obispo de Tui-Vigo, monseñor Quinteiro.
¿Cómo está Miguel en este momento?
Eduardo.- Miguel, espiritualmente está bien. Es una persona de Dios. Tiene toda la fe, la esperanza y el mismo amor a la Iglesia, a su familia y a las personas por las que ha luchado desde el principio. Pero el desgaste físico que han supuesto estos veintidós meses, es extraordinario. Y veintidós meses de prisión, con todo el previo que tuvo de persecución mediática y de linchamiento eclesial, una persona lo acusa mucho.
¿Tiene miedo? ¿Le puede pasar algo en la cárcel? ¿Teméis por su vida?
Juan Luis- Pues sí. Tememos por su vida. El código ético que hay en la cárcel para un supuesto monstruo sexual, como es Miguel para su ciudad y lo que se ha dejado entrever de su persona, es un peligro para él diariamente. Además, no sabemos hasta qué punto su vida puede estar en peligro por las personas interesadas en que la verdad de lo que defendemos salga a la luz.
¿La familia está haciendo piña con él, su mujer, sus hijos?
E.- Sí. Gracias a Dios el amor que le tienen es fortísimo. Y no solo su familia. Muchísimas personas a las que ayudó, y a las que rescató para Dios. Que también han sufrido mucho, porque esto no solo era una acusación contra Miguel, era una idea delirante. Como es convertir una asociación pública de fieles en una secta. Y eso, ha tenido repercusiones para muchos fieles de la asociación; matrimonios, niños, que de pronto se han visto abandonados y dando a entender que realmente habían pertenecido a una cosa horrible. Y todos ellos le apoyan muchísimo.
¿Recibe visitas, o puede recibirlas?
J. L.- Solo de la familia.
¿De la gente que pertenecía a Orden y Mandato, no?
E.- Bueno, alguno puede ir. Lo que pasa es que el régimen de visitas también es muy limitado.
¿Cuándo le conocisteis? ¿Cómo entráis en contacto con él?
J.L.- Le conocimos en el Parque de la Merced, donde nosotros trabajábamos juntos. Yo estaba de párroco, y en un acto de final de curso que hicimos con los catequistas y los padres, como cantaban muy bien, les invitamos.
¿De qué año estamos hablando?
E.- 2013.
Después de Jornada de la Juventud, donde uno de los coros que participa es el de Orden y Mandato. El de las monjas de Orden y Mandato. En aquella época era habitual que esta gente se pasease por distintas parroquias, invitados.
J.L.- Era totalmente normal.
E.- En muchas parroquias, y en muchas diócesis. Incluso en Roma. Ellos se dedicaban a llevar el evangelio a través de la música y de las representaciones de la Pasión. Algo en lo que estuvieron trabajando muchísimos años y que era habitual. Y la gente lo agradecía muchísimo.
¿Qué descubristeis en él? Habíais oído hablar, sabíais qué tipo de espiritualidad promovía. Y cuando le conocéis en persona, ¿qué os parece?
J. L.- Al principio, ni le conocía, ni tenía interés en lo que el grupo, ni este hombre, llevaba en su corazón. Pero en verano, una vez, fuimos a su casa. Allí nos encontramos curas de Valencia, sacerdotes de Vigo… En el Hogar, como lo llamaban. Iban a visitarle habitualmente, como nosotros es día. Y la verdad es que me llamó mucho la atención el amor a Dios que llevaba tan profundo. Cómo hablaba del amor de Dios. En nuestra vida sacerdotal, este tema lo tratamos desde que empezamos en el seminario.
Tampoco es habitual para dos curas, que sois los que estáis formados para hablar de Dios, escuchar hablar de Dios a un laico. Un laico, que ha fundado una asociación, con todas las de la ley. Porque ahora se habla de que es una secta, pero resulta que cuando vosotros la conocéis, es una asociación con todos los papeles en regla. Reconocida por el obispado de Tui-Vigo.
E.- Así es. Bendecida, amparada, y en cierto modo, tutelada. Para que se entienda todo este proceso, que es tan doloroso, os diré que Miguel es un padre de familia, absolutamente normal. La fuerza con la que habla de Dios y de la Virgen Inmaculada llama la atención porque no está revestido de nada. No es más que un hombre que lleva ese amor en el corazón y que lo dice con una sencillez, que a veces resulta un poco insoportable.
Él no es sacerdote, por lo que todo eso estaba tutelado. Más allá de los tecnicismos, la realidad es que la casa de Miguel era como el metro de Plaza de Castilla en hora punta. Estaba lleno de religiosos y religiosas. Y de gente de toda condición que iba a pedirle consejo.
La transparencia de lo que allí pasaba y el resplandor eclesial que tenía todo, era evidente. Tenía todas las bendiciones, y era una asociación que estaba en camino de otras cosas. En concreto, las religiosas, en llegar a ser un Instituto de Vida Religiosa.
¿Estaban en proceso? ¿Tenían los estatutos?
E.- Tenían los estatutos de la asociación pública en camino de ser Instituto Religioso, por lo que respectaba a los consagrados.
El caso es que todo es perfectamente normal hasta que se monta esto, que es muy difícil de calificar. Y lo que era normal y a la vista de todo el mundo, por un proceso de bola de nieve, llega a venderse mediática y judicialmente como una secta destructiva con tintes satánicos.
Habéis publicado dos informes, firmados por vosotros. El último sobre las irregularidades canónicas que se cometen en el proceso. Porque en la tutela de la asociación, al principio, está un capellán. Designado por el arzobispo de Tui-Vigo, monseñor Quinteiro.
¿Quién es ese capellán y qué papel juega en todo esto? Vosotros decís que es el desencadenante de todo el caso.
E.- Sí. Todo esto es inconcebible si no hay un primer paso, que es el apartamiento cautelar de Miguel, fruto de una supuesta visita canónica, que nunca fue tal. La asociación tuvo dos consiliarios.
Un primer consiliario que se llamaba Juan Diz, y que es muy interesante el asunto, porque todo lo que se está diciendo ahora, esas acusaciones, ya se pusieron sobre la mesa en el 2006. La tópica situación: una mamá a la que no le gusta que su hijo se haga religioso, y que le dice al nuncio que su hijo se está metiendo en una cosa horrible.
La respuesta que da este consiliario a la petición del nuncio, cuando le pide explicaciones, es preciosa. Es una contestación a todas las acusaciones que hay ahora sobre la mesa.
Lo cual quiere decir que si no se hubiese subido el volumen con el tema de los posibles abusos, que es lo que hace que todo el mundo pierda los papeles, esto jamás hubiera salido.
Lo de los abusos es una cosa que, incluso judicialmente, ya no hay manera de sostenerlo.
¿Vosotros sostenéis que lo de los abusos, como todo lo demás, lo inventa alguien?
E.- Sí.
¿Quién lo inventa, y por qué?
E.- Contar toda la historia es muy complicado. Nosotros obviamente, lo conocemos todo porque lo hemos visto desde el principio. Y podemos hacer la secuencia entera. Se lo hemos ofrecido a quien quiera conocer el relato completo, punto por punto. La mejor manera de resumirlo es diciendo que estoy convencido que cualquier sacerdote, o cualquier persona con sentido eclesial del asunto, lee el tipo de relatos que hay detrás de estas acusaciones y tarda dos minutos en decir: esto no es posible. Luego, todo está refrendado por los informes de la policía científica. Por las prendas de ropa que tenían que tener y no tienen. Por los peritajes de virginidad de las religiosas, que supuestamente también eran abusadas.
Todo esto empieza, en el relato oficial, con que a Isaac de Vera, que es el segundo capellán en la cárcel de Alhama, pero también era el consiliario de la Orden y Mandato, le cuentan unas acusaciones y él las traslada al obispado.
¿Cuántos años estuvo de capellán de Orden y Mandato?
E.- Se fue incorporando poco a poco. Llegó a partir del 2006, pidiendo ayuda a Miguel con la pastoral penitenciaria. Miguel hizo con él, lo que hizo con todo el mundo que le pedía ayuda, que es volcarse. Con lo cual le ayudaron muchos miembros de Orden y Mandato a llevar adelante sus labores a favor de los presos. En razón de las cuales, él, hasta se acabó llevando una medalla de Instituciones Penitenciarias. Como digo, fue una incorporación paulatina. Y el nombramiento oficial, creo que lo obtiene en 2009. Pero estaba mucho antes.
Era una persona que pasaba cuatro días a la semana en la casa de Miguel y que iba a confesar a las hermanas y dirigía espiritualmente a todo el mundo. Conocía la institución por dentro y desde dentro.
E.- Conocía absolutamente todo. Por eso, el relato que hace luego, avalando la verosimilitud de las acusaciones, que no se las puede creer nadie, es extraño.
¿Crees que es un relato inventado?
E.- Absolutamente.
¿Cual es el móvil de esa invención? ¿Por qué hace eso? ¿Lo habéis pensado alguna vez? ¿Es que quiere quedarse con la organización?
E.- Eso se pierde en el misterio de la iniquidad. Pienso que había un componente de envidias fortísimo, respecto de Miguel y de la labor que realizaba. También hay un componente de recelos espurios sobre un carisma que no corresponde con lo que estas personas entienden como juicio personal, no de la Iglesia, de lo que debe ser una institución religiosa. Y a partir de ahí, se puede profundizar mucho.
Si no comulga con el carisma, ¿cómo pasa tantos años tutelándolo? Hasta que se cae del caballo y dice: no, esto….
E.- Hasta que se lo carga.
Hay que precisar que tanto Isaac como el visitador son dos sacerdotes de Vigo, pero miembros del Opus Dei.
E.- Son miembros de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Para enfocar bien lo que eso significa: hay un responsable, Isaac de Vega, que conoce la verdad y que ha estado ahí. Que empieza a difundir unas calumnias a través de dos vías, una es la institucional eclesial, y otra es la vía de la red de confianza lógica que tiene con las personas que son sus hermanos más cercanos. Personas que tienen puestos de responsabilidad en distintas diócesis. Y él las utiliza. Porque lo que dan a entender, sobre todo él y el visitador canónico, es que ha hecho una investigación y que es una barbaridad y muy serio.
Respecto a la visita canónica, lo que mantenéis en vuestro informe es que no hubo tal visita. Y que ni siquiera se le dio la oportunidad de defenderse a Miguel Rosendo. Que se trata de un cuento. Un paripé. No hubo tal visita.
E.- No es una opinión. Es que, efectivamente, fue así. Además, reconocido por el propio visitador canónico, en un esperpento de conversación con la jueza. Donde ella le dice: «pero entonces usted no entrevistó a Miguel, para ver si era verdad». Y él responde: «Bueno, yo le pregunté algunas cosas sin que él se diera cuenta».
La jueza le dice: «Si te vas a llevar por delante a un padre de familia, hasta entonces bendecido carisma, de espíritu santo, para la Santa Madre Iglesia, eso no se puede hacer».
La visita canónica no tuvo lugar. Fue una cosa que nominalmente estuvo así decretada, pero esto es más que una opinión. No hubo una investigación, sino una excusa para presentar las acusaciones como fruto de una investigación.
Y a partir de ahí, la bola de nieve. Con el morbo que tiene el tema, el apartamiento cautelar del presidente de una asociación, después de una supuesta visita canónica, es un bombazo. Y después, ya uno se puede explicar cualquier cosa. Pero ahí es donde está la responsabilidad eclesial en toda esta historia.
Una responsabilidad, por lo que entiendo, eclesial. Que parte de Isaac Vega como instigador, promotor y calumniador, como decís en algunos de vuestros informes. Pero también deriva al último responsable de toda la diócesis, que es el obispo Quinteiro.
J.L.- Cuando empezó todo el proceso, fuimos a hablar con Luis Quinteiro, para decirle que Miguel era inocente de las acusaciones que se estaban vertiendo sobre él. Fuimos tres sacerdotes. Y, aparte de quitarse de en medio, porque estaba todo en proceso, dijo: «Yo busco la verdad». Y eso es lo que está haciendo desde entonces. Él, que conoce a Miguel muy bien, y que un día, ante las religiosas del convento dijo: «Miguel es inocente del todo, pero no puedo hacer nada».
Le dijimos entonces: «Aparte de buscar la verdad, señor obispo, defienda la verdad».
Lo que le pedís, ¿es que abandone el silencio y que salga y diga lo que hay?¿O lo que él cree? ¿Qué pedís?
J.L.- Pues defender la verdad que conoce. Él sabe que Miguel es inocente. Otra cosa es la razón por la cual no lo defiende. Esas razones, no las entendemos.
¿Las sabéis?
J.L.- Imaginamos que habrá intereses personales. Cuáles son, no lo sé. Pero es verdad que él conoce que Miguel es inocente. Lo hemos hablado con cinco obispos. Hemos hablado de lo que vemos. Lo que hemos visto y conocemos. Se lo hemos dicho a los sacerdotes implicados. A Isaac de Vega, a Juan Diz. Se lo decimos al visitador, Manuel Salcidos. Hablamos con él en su parroquia.
Vuestra credibilidad sacerdotal, ¿no cuenta en este caso?
J.L.- No.
Da la sensación de que ni los obispos, ni los visitadores, ni nadie os hace caso.
J.L.- Nosotros somos curas satánicos. Eso quiere decir que nuestra credibilidad, pastoralmente hablando, es nula. Luego, eclesialmente, el desprestigio que ha supuesto salir en los medios de comunicación, como parte integrante de esa secta, ha hecho que perdamos cualquier autoridad para defender la verdad. Y ese eS el momento en EL que estamos. Pero no es importante para nosotros. Lo importante es defender la verdad que conocemos en la vida de Miguel. Y su inocencia. Como sacerdotes, defendemos esta inocencia. Como sacerdotes de la Iglesia.
¿Estáis absolutamente convencidos? ¿No os cabe ni la más mínima duda de que pudiese haber algo?
E. y J.L.- No. Nada.
¿Ni de tipo sexual, ni de tipo…?
E. y J: L.- Nada.
E.- Y de tipo sexual menos. No.
Es que no hay nada, realmente. Y cuando uno lee el sumario, y entiende de qué se está hablando ahí, literalmente, ve que no hay nada. Si me dices que resulta que hay una donación que se tenía que haber declarado a hacienda como tal y se declaró como no sé qué, bueno, puedo no saber. Pero es que no estamos hablando de eso, estamos hablando de una barbaridad. Decir que aquello era una secta destructiva, que la gente estaba manipulada hasta el extremo de la pérdida de la voluntad… Lo primero que piensas es, «oiga, estaba ahí cuatro días a la semana ¿y no se enteró?
Si lo entiendo bien, no puede haber sectas destructivas dentro de la Iglesia Católica. O si la hubo, la responsabilidad «in vigilando» del obispo, está clara. Es decir, dejó existir una secta destructiva, católica, con todas las bendiciones en su diócesis, durante casi diez años.
E.- Ese es el final del tema, y ahí es donde la responsabilidad eclesial vuelve a ser más fuerte. Esto no es complicado. De serlo, es porque el follón social y transversal de tantas instituciones juntas, mezcladas en este asunto, hace que lo parezca. Pero es muy sencillo.
De verdad, que si uno ve la historia, es totalmente imposible. No pudo ser. En una asociación de la Iglesia pueden ocurrir sus pecados puntuales de todo tipo, incluso hipotéticamente, tipo lo que sea. Pero, vender que es una secta destructiva, cuando estaba a la vista de todo el mundo, y que el señor obispo lo consienta…, sencillamente, es que no puede ser. Todos lo veían y no se puede consentir que, por el fraude de la visita canónica y la bola de nieve que se va construyendo, se pase de un testimonio indirecto de abusos, a convertirse en una secta satánica porque usted ha estado callado todo este tiempo, en función de no sé qué debilidad, para no detener una injusticia de ese calibre. Pero al final es así.
¿Estáis convencidos de que monseñor Quinteiro sabe cual es la verdad? ¿Sabe que este hombre es inocente?
E. y J.L.- Sí.
¿O puede tener sus dudas?
E. y J.L.- No.
J.L.- Quinteiro sabe que Miguel es inocente. Pero segurísimo.
Habéis perdido entonces la batalla intra-eclesial. Y, sin embargo, la seguís dando. Vosotros seguís con vuestra verdad por delante exponiéndoos públicamente, dándoos a conocer, mandando los informes a la prensa…
J.L.- Bueno, perder no. Tú mismo publicaste cosas contra esto, al principio. Me acuerdo perfectamente de que estuviste contra nosotros. Y sin embargo, vas conociendo algo que te hace pensar que puede ser verdad lo que nosotros contamos. No es un problema de perder la batalla.
Me llama la atención que os estáis jugando mucho a nivel de clero. Todos conocemos cómo funcionan las cosas en el interior de la Iglesia. O estáis muy convencidos o sois unos locos.
J.L.- Alguien dijo un día, que por salvar un alma, incluso hay que jugarse el sacerdocio. Si fuera así el caso, éste es.
E.- Creo que fue el Santo Padre, ¿no?
¿Con el Papa, también lo hablasteis?
J.L.- Hemos intentado llegar al Papa también. Sí. Pero…
¿Habéis mandado vuestros informes a varios dicasterios romanos?
E. y J.L.- Sí.
¿Sin respuesta?
E.- Ahora mismo está en pleno proceso de idas y venidas. Y bueno, está dicho, que es lo que nosotros podemos hacer. Podemos defender la verdad. Hemos llegado a este punto porque es la vida de un padre de familia inocente. Y no nos podemos desentender de eso, porque uno no puede dejar de curar en sábado. Las palabras más fuerte y mas contundentes del hijo de Dios, son sobre esto. Hay cosas que no se pueden dejar de hacer, y el resto da igual. Y es por amor a la Iglesia.
Vuestra conciencia en este caso, está por encima de todo.
E.- Pero no es una conciencia personal. Es una conciencia del hecho objetivo. Se lo hemos ido contando a todo el mundo. Oiga, déjennos contar al verdad. Lo ha dicho Juan Luis. A obispos, a todo el mundo. A quien quiera escuchar la verdad, se la contamos. Lo hemos dejado también en Roma, y ahora, Dios dirá.
Y no os dejan, ni siquiera, contar vuestra verdad. Porque la verdad, bueno, que decía…
J.L- Tú nos estás escuchando ahora mismo, nuestra verdad. Y las personas que escuchen esta entrevista.
La verdad, es la que nos muestra el camino que tenemos que ir haciendo. No hay ninguna estrategia sobre lo que tenemos que hacer. Sobre la marcha, vamos viendo dónde podemos defender la verdad.
¿Esperáis que al final resplandezca la verdad? ¿Vuestra verdad?
J.L.- No es nuestra verdad. Son los hechos objetivos. Pero entiendo la pregunta que haces.
La que vosotros contáis.
J.L.- Por supuesto que sí. La verdad tiene mucha fuerza.
E.- Esto va a acabar. Por muy complicado que parezca. Porque no lo es. Y, por muchas fuerzas que parezcan ser, son un humo y vacío. La verdad de esto va a resplandecer, como el sol de mediodía. Sería tan sencillo resolverlo ahora.
Y sin embargo, parece que tenéis perdida la batalla mediática, la batalla eclesiástica y la batalla judicial. Este hombre lleva veintiún meses en prisión preventiva. Habéis presentado varios recursos pidiendo su libertad. Y la ha denegado la jueza.
E.- Sí. Ese tema lo llevan los abogados. Es un tema mucho más delicado para exponer ahora. También se podrá contar toda la historia sobre eso. Los abogados, por lo que los hemos podido conocer, son gente muy seria, nada arbitraria, con muchísima experiencia. Uno es catedrático de penal, y la otra se ha pasado la vida en la Audiencia Nacional.
Pero habéis denunciado, en un informe, una serie de irregularidades que se han cometido en el proceso.
E.- Lo que puedo decir también es que ellos, desde hace tiempo, dicen que esto no lo han visto en su vida. Y son personas que han estado en todos los fregados del mundo. Y esto es algo que se arreglará. Pero del proceso judicial (sobre el que se pueden poner dudas puntuales, que serían fáciles de explicar), la clave, es la responsabilidad que hay en el movimiento previo eclesial. Y uno no lo entiende. Hay un peligro en esto: acabo una injusticia, me olvido de ella y comienzo con la siguiente. Pero es que, la segunda no se explica sin la primera, ni la tercera sin la segunda, y así sucesivamente.
A ver si te entiendo bien. Tú sostienes que el proceso judicial, va en función del proceso eclesiástico que lo pone en marcha.
E.- Así es. Sin el falso testimonio del señor Isaac de Vega, de Manuel Salcidos y el silencio del obispo, el proceso no estaría donde está. Porque están dando continuidad judicial al fraude de una investigación que no nunca tuvo lugar. Y por lo tanto, amparando unos testimonios que son absolutamente imposibles. Por eso hay una responsabilidad eclesial fortísima, en lo que le está pasando a Miguel.
Porque eso contamina el proceso civil, digamos.
E.- Absolutamente. Mientras el visitador, el señor Isaac de Vega, se siga permitiendo el lujo de decirle a la jueza que todo esto es verdad. Aunque él no vio nada, estando allí cuatro días a la semana. Confesaba a todos, viajaba con ellos, los entrenaba. Porque era el entrenador del equipo. Y aún así, asegura que la acusación es cierta. Ahí es donde yo entiendo que la jueza pueda vacilar.
Alguien que intenta vivir en la presencia del Señor, ve estos testimonios y dice: ahí está la mentira y está la cuña que está forzando todo este proceso.
Pero la jueza, debería ser suficientemente libre e independiente como para discriminar si hay falso testimonio. Si hay una investigación fraudulenta, como decís. Si es tan obvio, la jueza también debería verlo.
E.- Por eso digo que es un tema mucho más complicado. Como para entrar hasta el fondo y desgranar el sumario. Pero en eso tienes razón. Debería serlo.
El proceso canónico contamina al civil. Y el civil, ¿puede contaminar al religioso? ¿La Iglesia está esperando, para pronunciarse, a que se pronuncie antes el tribunal civil?
J. L.- Está relacionado, pero en principio, son independientes.
Pero, ¿no teméis eso?
J.L.- No. Yo entiendo que habrá una decisión de prudencia aparente, que es la de esperar que la jueza dictamine, para poder decidir luego. Para tener una seguridad sobre una decisión canónica.
En función de la decisión de la jueza, va a haber la decisión canónica?
J.L.- Yo creo que no. No lo sé.
E.- Esta historia se la hemos contado a mucha gente de mucha experiencia, y cuando oyen la historia completa, creen que es para hacer un libro.
Ese proceso de retroalimentación del que hablas, fue incluso anterior a la detención de Miguel. Porque las decisiones eclesiales, ponen en alerta un montón de cosas: informes del investigador privado, los medios saltan, la guardia civil entra en escena. Todo esto, a su vez empieza a influir en las decisiones eclesiales, llega a Madrid en la forma en la que llegó, y acaba provocando una situación intolerable en la Iglesia.
Las instancias civiles, pase lo que pase, no pueden ser las que disciernan los carismas del espíritu. Y cuando se llega a ese punto, que es al que se ha llegado aquí, hay un problema muy serio. Hay una responsabilidad del obispo de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro, y es la de deshacer el primer nudo de la madeja. Porque sin este nudo, no se hubiese llegado aquí. No debe esperar a que hable la jueza.
Él sabe que la investigación fue fraudulenta, porque nadie le preguntó a Miguel. Ni nadie se sentó cara a cara con las hermanas para preguntarles por las acusaciones.
Por eso, le pedís al obispo que se pronuncie, y que lo haga ya. Que deshaga la injusticia. ¿Esperáis que lo haga?
E.- No.
¿Le podéis obligar con un procedimiento canónico reglado?
E.- Sus hermanos pastores.
El derecho canónico, es un instrumento que necesitamos, pero a veces… Para proteger la falta de responsabilidad.
Es tan elemental, como que son sus hermanos los que le tienen que decir, que si esto es verdad, reconoced que lo hicisteis mal. Ese es el regalo del Año de la Misericordia. No las cartas pastorales sobre la misericordia. Y menos mal que nos las dan para alimento del alma. Pero la misericordia es mucho más sencilla. El regalo de la misericordia en la Iglesia, es el pastor que sabe reconocer su error. Eso sería una bendición para todos.
Invitáis a los obispos, a que en la próxima plenaria, por ejemplo, donde van a estar todos reunidos, hablen con monseñor Quinteiro y le digan que resuelva un caso que vosotros creéis que es de conciencia.
J.L.- Mejor que eso. Que nos llamen para poder poder hablar con ellos.
Que os lleven a la plenaria, para contarles que sabéis.
J.L.- Es lo que desearíamos hacer. El amor a la Iglesia no puede ser «a mi iglesia diocesana», a mi territorio. Somos Iglesia universal. Cuando un obispo conoce una verdad, no puede mantenerse al margen de ella. Por eso decimos en la misa: he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión. La omisión, también puede ser un pecado.
Tampoco pedís demasiado. Pedís que se os escuche, simplemente.
J.L.- Pedimos la libertad de Miguel. Pero donde nosotros podemos hablar y defender, es efectivamente, el ámbito eclesial. Por supuesto, ojalá pudiésemos contar a los obispos lo que sabemos. Y que ellos también tengan los elementos y los datos para poder tomar un decisión adecuada. Es posible que no conozcan todos los datos.
Hablamos de algunos concretamente. Muchos obispos están en sus zonas pastorales y entregados a sus diócesis con el amor con que se entregan. Pero los que conocen la verdad (hemos ido a cinco obispos contándoles esto), queremos que, por lo menos, nos den la oportunidad de contárselo, por amor a la Iglesia. Por defender la verdad de Dios en la Iglesia y la verdad de Dios en el hombre. Es lo que nos gustaría, sacerdotalmente hablando.
Hay obispos, que incluso han tratado con él personalmente.
E.- Y que han estado en su casa y le han pedido consejo. Que le han animado y le han dado las gracias. Que le han encomendado tareas que no le podían encomendar a otros, porque no tenían la fuerza espiritual que reconocían en él para llevarlas a cabo. ¿Dónde están? Y tantísimos sacerdotes que conocieron la verdad. ¿Cual es el escándalo? ¿Dónde está?
Decir la verdad, ¿es un escándalo? Decir que por un exceso de celo, en medio de todo este follón, el obispo no supo parar eso a tiempo. ¿Dónde está el escándalo y dónde, todas las personas que conocen la verdad.
¿Se han retirado todos? ¿Os han dejado solos?
La soledad en este sentido, es fuerte. Muchos amigos sacerdotes, no han mostrado interés por nuestras vidas, en saber cómo nos va.
Pero, ¿ni siquiera por el caso? Todos estos sacerdotes, que han estado allí y que conocían a Miguel, u obispos. Y que se han quitado de en medio.
J.L.- Sí, han desaparecido todos. Hay muchos sacerdotes que conocen a Miguel y que que quizá por miedo, o porque nadie quiere implicarse en un problema de estos, y no quieren ser marcados, se han retirado. Y se han callado.
Santa prudencia, le llaman a eso algunos.
J.L.- Bueno, no es santa prudencia. Es omisión.
¿Qué hace ahora la gente que estuvo en Orden y Mandato? Las hermanas, las consagradas y los consagrados. ¿Dónde están? ¿Qué tienen pensado? ¿Cómo están viviendo todo esto?
E.- Lo están viviendo con un dolor enorme. De entrar en las llagas de la Iglesia y de sufrirlo en sus propias carnes. Y viendo cómo, el amor de Dios es ultrajado por quienes tendrían que protegerlo. Esto, cuando han dado la vida como la han dado, es triste.
Aparte de esto, hay un lado que tiene la belleza y el resplandor del amor tan tremendo que significa mantener la fidelidad a su consagración a Dios, cuando han sido tratadas de prostitutas y de locas. De abducidas y satánicas.
Entonces, las monjas miguelianas, como nos referimos a ellas en los medios, ¿se mantienen unidas y siguen fieles al carisma?
E.- Ellas viven lo que llevan en su corazón. Lo que no pueden traicionar porque venga un señor a decir que es una secta satánica. Lo viven con sencillez, de esperar en Dios.
Siguen esperando a que esto termine. Que Miguel vuelva a recuperar su asociación, y volver a reflotar Orden y Mandato. ¿O no?
E.- Ahora, el tormentón es tan fuerte, que van día a día.
Hay unas hermanas, que como todo el mundo sabe, llevaban una residencia de ancianos. Les hicieron quitarse el velo, y se lo quitaron. Siguen con la misma vida que tenían, están ahí. Ahora, lo que es realmente grave, es la situación del proceso. La amenaza que hay sobre la vida de Miguel desde que empezó toda esta historia. Anterior a su entrada en prisión. Esto se materializó con unas palizas que recibió en la cárcel de Alhama, de donde tuvo que ser trasladado.
¿De quién estamos hablando? ¿Cual es la fuerza que está por detrás y que puede atentar contra la vida de Miguel.
J.L.- Los intereses de las personas. Pero tampoco sabemos más.
¿Pero, los intereses de unas personas concretas?
J.L.- Pues supongo. Nosotros confiamos en la institución penitenciaria, y en su director, que hace bien su trabajo y es un hombre bueno. Pero tememos que le ocurra algo a Miguel, porque ya le dieron una paliza en la anterior prisión, y nadie pudo evitarlo.
Pedís a los obispos que os reciban en la próxima plenaria y que os escuchen. ¿Es vuestra petición concreta de cara a esto?
J.L- Sí. Y también que todas las personas que quieran defender a Miguel y lo conozcan, se animen a hablar. Que sean honrados con lo que han conocido y tengan el valor de defenderlo. Y de hacerse presentes públicamente. El gran problema, fue la avalancha bestial que hubo tan tremenda contra Miguel y contra todos los que le defendían; religiosas y religiosos, matrimonios, familias. La violencia fue de tal naturaleza que la gente se asustó.
De parte también de los que le defendíais, hubo una cortina de silencio total. Yo recuerdo haber intentado encontrar testimonios de la otra parte, para poder contrastar, y no lo conseguí hasta pasado bastante tiempo.
J.L.- La verdad hay que contrastarla cuando uno va a publicar algo.
Sí, pero si no hay posibilidades…
J.L.- El problema, es que la avalancha fue tan bestial, que fue imposible replicar a cada medio.
E.- Y hubo una cosa muy importante, que para unos sacerdotes es muy desagradable tener que estar haciendo esto.
Imagino que exponeros públicamente os ha costado un montón. Y dar la cara, además.
E.- Sí. Pero no por una cosa personal. Porque para eso te has hecho sacerdote. Lo que quiero decir es, que ha habido una razón de fondo para el silencio, que es el amor desmedido a la Iglesia. Hemos estado tres años callados, aguantando. Viendo cómo la injusticia se iba cometiendo paso a paso. Suplicando puerta por puerta, que por favor lo pararan. Y cuando llegas a la situación en la que estamos ahora, no te queda más remedio que salir y decirlo.
¿Teméis que esto tenga consecuencias para vosotros, a nivel clerical, de diócesis?
J.L.- Nosotros hemos entregado nuestra vida al Señor y a la Iglesia. Eso es así. No calculamos en ese sentido. Es más importante defender la verdad. Cuando uno se hace sacerdote, se tumba en el suelo y entrega todo lo que uno es, ahí está implícito todo. Está, lo que no te imaginas que un día vas a entregar.
Todo es posible. En México han matado sacerdotes en un lugar muy complicado, donde está el cártel. Eso está en nuestra esencia de sacerdotes. Como en un policía está, en un momento determinado, entregar la vida para defender a un civil, en nosotros está entregar la vida cuando tenemos que defender la verdad. Yo no he calculado las consecuencias, solo que tenemos que defender los hechos. Y esa es nuestra situación.
Muchas gracias por vuestro testimonio. ¿Alguna cosa más que queráis añadir?
E.- Gracias a ti.
Y no, lo dejamos todo en el corazón de Mama Inmaculada y con toda la esperanza y el amor a la Iglesia. Con la confianza en que la verdad va a resplandecer muy pronto.
J.L.- Yo, además querría resaltar la figura de la esposa de Miguel. Es una mujer que ama a su marido profundamente. Está viviendo un calvario tremendo y nadie piensa en ella. Y es esposa, madre de familia, y una mujer con una entrega y un corazón, y un silencio, que es heroico. Lo lleva todo desde el corazón, sabiendo la verdad de su marido. Ella es muy importante, decisiva en esto. Nadie soportaría las afirmaciones que hacen sobre su marido, y seguir amándole como le ama.
Muchas gracias.
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«Cualquier sacerdote, o cualquier persona con sentido eclesial del asunto, lee el tipo de relatos que hay detrás de las acusaciones y tarda dos minutos en decir: esto no es posible»
«Había un componente de envidias fortísimo, respecto de Miguel y de la labor que realizaba»
«La visita canónica no tuvo lugar. No hubo una investigación, sino una excusa para presentar las acusaciones como fruto de una investigación»
«Le dijimos a monseñor Quinteiro (obispo de Tui-Vigo): ‘Aparte de buscar la verdad, señor obispo, defienda la verdad'»
«Lo importante es defender la verdad que conocemos en la vida de Miguel. Y su inocencia»
«Vender que es una secta destructiva, cuando estaba a la vista de todo el mundo, y que el señor obispo lo consienta…, sencillamente, es que no puede ser»
«Quinteiro sabe que Miguel es inocente. Pero segurísimo»
«Hemos llegado a este punto porque es la vida de un padre de familia inocente. Y no nos podemos desentender de eso, porque uno no puede dejar de curar en sábado»
«A quien quiera escuchar la verdad, se la contamos»
«Esto va a acabar. Por muy complicado que parezca. Porque no lo es. Y, por muchas fuerzas que parezcan ser, son un humo y vacío»
«Los abogados, que han estado en todos los fregados del mundo, dicen que esto no lo han visto en su vida»
«Sin el falso testimonio del señor Isaac de Vega, de Manuel Salcidos y el silencio del obispo, el proceso no estaría donde está»
«Hay una responsabilidad eclesial fortísima, en lo que le está pasando a Miguel»
«Las instancias civiles, pase lo que pase, no pueden ser las que disciernan los carismas del espíritu»
«Hay una responsabilidad del obispo de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro, y es la de deshacer el primer nudo de la madeja»
«El regalo de la misericordia en la Iglesia, es el pastor que sabe reconocer su error»
«Cuando un obispo conoce una verdad, no puede mantenerse al margen de ella»
«Decir la verdad, ¿es un escándalo? Decir que, por un exceso de celo, en medio de todo este follón, el obispo no supo parar eso a tiempo»
«Muchos amigos sacerdotes no han mostrado interés por nuestras vidas, en saber cómo nos va»
«Las hermanas están viviendo con un dolor enorme. Viendo cómo, el amor de Dios es ultrajado por quienes tendrían que protegerlo»
«La amenaza que hay sobre la vida de Miguel se materializó con unas palizas que recibió en la cárcel de Alhama»
«Tememos que le ocurra algo a Miguel, porque ya le dieron una paliza en la anterior prisión, y nadie pudo evitarlo»
«Queremos que todas las personas que quieran defender a Miguel y lo conozcan se animen a hablar»
«Ha habido una razón de fondo para el silencio de la defensa de Miguel, que es el amor desmedido a la Iglesia»
«Como en un policía está, en un momento determinado, entregar la vida para defender a un civil, en nosotros está entregar la vida cuando tenemos que defender la verdad»
«La esposa de Miguel está viviendo un calvario tremendo y nadie piensa en ella»