Tengo la sensación de haber caído en manos de una red mafiosa que solo encubre a unas personas que no tienen ningún escrúpulo para adueñarse de lo ajeno
(Cameron Doody).- «Un problema tan importante que ha paralizado mi vida». La pintora salmantina Puri Sánchez ha denunciado lo que ella califica como el «robo» de algunos de sus cuadros más preciados a manos, alega, de las monjas clarisas de Salamanca, en cuyo convento depositó los lienzos en 2002 para jamás volver a verlos.
Tal y como recogió este lunes la Tribuna de Salamanca, en noviembre de aquel año la pintora dejó en una habitación privada del cenobio de la calle Lucero una serie de treinta cuadros de oficios antiguos -colchonero, esquilador, hilandera, etc.- para que se los custodiaran.
Pero cuando fue a recogerlos después, denuncia, las monjas se negaron a entregárselos. No ha tenido ningún problema en retirar los juguetes antiguos que también guardaba en ese espacio, pero no ha conseguido que las pinturas vuelvan a estar en su poder.
Puri Sánchez no tiene ningún documento que acredite que guardaba sus cuadros en ese lugar, con lo que la causa que mantenía en los juzgados de Salamanca ha sido archivada por falta de pruebas. Pero además, denuncia, la Iglesia tampoco quiere hacer nada para ayudarle, ya que, tras más de un año de lucha, solo ha encontrado actitudes de «encubrimiento», «mentiras» y «humillaciones» por parte de las autoridades eclesiales.
En una carta que mandó al Papa Francisco -al que se dirigió, dice, por pura desesperación- la pintora denuncia que en sus relaciones con la jerarquía «tengo la sensación de haber caído en manos de una red mafiosa» que no hace más que encubrir «a unas personas que no tienen ningún escrúpulo para adueñarse de lo ajeno». Alega que desde la Iglesia han llegado incluso a decirle que «será lo que el de arriba quiera» en lo que concierne a la devolución de sus cuadros.
El 29 de marzo pasado, la pintora mantuvo una reunión con el obispo de Salamanca, Carlos López, quien le habría comentado en al menos dos ocasiones que «había sido una ingenua al fiarse de las monjas», al depositar sus cuadros sin garantía por escrito. El prelado, según la artista, también le dijo que no tuviera «muchas esperanzas de encontrarlos».
Dicha actitud, dice Sánchez, ha encontrado en otros eclesiásticos con los que se ha entrevistado. Todos le dicen que «fue hace mucho tiempo», que «todo es muy complicado», que «no puede ganar ningún juicio sin pruebas suficientes», además de otros sentimientos parecidos.