Mañana comienza el turno de los peritos, quienes ya subrayaron la "alta versolimilitud" del testimonio del joven, que contrastaba con la "poca credibilidad" del discurso del sacerdote
(J. B./Agencias).- Segunda semana del «caso Romanones», que ha comenzado de manera un tanto extraña para la defensa, liderada por el abogado Javier Muriel. Tras la declaración de algunos feligreses de la parroquia de San Juan Vianney, el letrado ha renunciado a interrogar a más de la mitad de sus testigos, entre ellos, el padre de «Daniel», y cuatro agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Nacional.
Según han subrayado fuentes conocedoras del caso, y al contrario de lo que parecía, la declaración del arzobispo de Granada, Javier Martínez, podría beneficiar a «Daniel», al haber admitido la veracidad del expediente canónico, en el que se apreciaba «apariencia delictiva» en el grupo de sacerdotes conocidos como «clan de los Romanones», y recalcaba la «verosimilitud» del relato de la víctima.
Así, y después de interrogar a cinco feligreses de la parroquia de Román, que negaron haber tenido conocimiento de algún tipo de abusos, Javier Muriel descartó interrogar al padre de la víctima y, especialmente, a los policías responsables del Servicio de Atención a la Familia.
Su testimonio, según apuntan fuentes del caso, sólo serviría para reafirmar lo que mañana martes podrá comprobarse, mediante las declaraciones de los peritos propuestos en la causa, que ya subrayaron, en los informes sumariales, la «alta versolimilitud» del testimonio del joven, que contrastaba con la «poca credibilidad» del discurso del sacerdote.
Por su parte, los feligreses interrogados han descrito un «ambiente de normalidad» en la parroquia, donde conocieron al denunciante de los supuestos abusos cuando ejercía de monaguillo primero y como catequista después, compartiendo en ciertos casos momentos de convivencia con él en la casa de los Pinillos, donde según han relatado acudían con sus hijos y otras familias.
Igualmente han afirmado ver a la supuesta víctima «bastante integrado en la parroquia» en un periodo posterior al que presuntamente ocurrieron los episodios de abusos que él describe.
Una de las catequistas vinculadas a la parroquia, y que coincidió con el denunciante cuando también ejercía esta labor, ha negado haber sido objeto de cualquier abuso sexual por parte del padre Román ni haber presenciado en él la «más mínima actitud indecorosa», tampoco en la casa de Pinillos, donde el juez instructor situó los hechos «más graves y relevantes penalmente».