El padre es especialmente crítico con monseñor Martínez, que "dejó mucho que desear" y, con su tardanza en tomar medidas, "dio 66 días a estos señores para que pudieran borrar todas las pruebas que quisieran"
(Jesús Bastante/Agencias).- «Mi hijo ha ganado la batalla, ha tenido el valor de denunciar los hechos después de lo que sufrió«. Fernando, padre de «Daniel», es la viva imagen de un padre orgulloso. Sabe que lo peor ya ha pasado, que su hijo ha logrado sobrevivir a los monstruos y a sus fantasmas. En su voz, sin embargo, se esconde la tristeza de quien no pudo proteger a su niño, un pesar que le perseguirá siempre.
Ahora, sólo busca justicia y tranquilidad. Y defender, «con uñas y dientes», a su hijo, a su familia. «Mi hijo, desgraciadamente, cayó en esa red«, relata Fernando, quien recuerda al padre Román como alguien que «captó» a Daniel siendo menor de edad, hasta el punto de que el chico tuvo que «pedirle permiso para ver a su familia, aunque vivíamos a veinte metros de la parroquia».
Los padres vivieron esta etapa con temor y frustración, porque, como denuncia Fernando, los sacerdotes «tenían una ideología de secta». Como relata en una entrevista con Canal Sur, cuando su hijo se echó novia -en mitad de los supuestos abusos-, «al padre Román no le pareció bien, y me consta que hubo agresión física». «Mi hijo fue un niño al que los Romanones han maltratado y han violado«, denuncia el padre, quien admite el «lavado cerebral total» que convirtió a Daniel «en una marioneta».
«Una conocida nos recomendó que nuestro hijo no pasara tanto tiempo con el padre Román porque le gustaban mucho los jovencitos«, añade Fernando, quien recuerda el «bloqueo» que sintieron él y su mujer cuando Daniel les confesó los abusos. «Le dimos todo el apoyo que se le podía dar ante un problema que no era el de un crío que está jugando al fútbol y le dan una patada».
«Estoy orgulloso de mi hijo, para mí es un héroe», subraya Fernando, que denuncia la «presión mediática, de los curas y del arzobispo» que ha padecido Daniel. El padre es especialmente crítico con monseñor Martínez, que «dejó mucho que desear» y, con su tardanza en tomar medidas, «dio 66 días a estos señores para que pudieran borrar todas las pruebas que quisieran» (la Policía ha relatado en el juicio cómo existen varios archivos encriptados con contenido sexual, que no han podido desentrañar, destacando la ausencia de colaboración del padre Román para cederles claves o códigos de acceso). «El arzobispo no ha dado ningún apoyo a mi hijo, no ya económico que es lo de menos, sino tampoco psicológico y espiritual«.