Vicente Cárcel Ortí destaca que la Carta Colectiva "fue una denuncia muy valiente de la tremenda persecución religiosa que sufría la Iglesia católica por parte de la República, desde el mes de mayo de 1931 hasta el 17 de julio de 1936"
(Jesús Bastante).- El futuro Pío XII, Eugenio Pacelli, pidió a los obispos españoles que no publicaran la tristemente famosa «Carta Colectiva del Episcopado español» que, con fecha de 1 de julio de 1937, fue enviada a todos los obispos del mundo y que consagró, sin citarla expresamente, la «Cruzada» de Franco frente al régimen republicano, legítimamente constituido.
La carta, según revela el historiador Hilari Raguer, fue escrita por el cardenal Isidro Gomá, a petición del general Franco, con el fin de que el bando nacional tuviera un respaldo internacional, gracias al apoyo de la jerarquía católica, y que pusiera de manifiesto la persecución religiosa en España durante este período.
Sin embargo, la carta no fue firmada por todos los prelados de nuestro país. Se negaron a hacer el cardenal de Tarragona Vidal i Barraquer, y el obispo de Vitoria, Mateo Múgica. Sin embargo, y sin el plácet del Vaticano, Gomá y los suyos decidieron enviar la misiva. Algunas semanas después, en concreto el 31 de julio de ese año, el entonces secretario de Estado vaticano, Eugenio Pacelli -posteriormente Pío XII- pedía al cardenal que no la enviara. Demasiado tarde.
La carta que, finalmente, se quedó en los archivos vaticanos, fue la de Pacelli, y ha sido encontrada por el historiador y monje benedictino Hilari Raguer. En la misma, el futuro Pío XII afirma que «he visto la citada Carta Colectiva apreciando los nobles sentimientos que la han inspirado. Sin embargo, tratándose de una cosa muy delicada que se refiere a todos los Excmos. Obispos de España, esta Secretaría de Estado sería del parecer de que para la publicación de un documento de tanta importancia, como es la mencionada carta, sería deseable la unanimidad de ese Excmo. Episcopado«.
«Ya que el Excmo. Señor Vidal y Barraquer, como Usted hace notar en su citada carta N. 88, no estima conveniente la publicación de dicho documento, y por otra parte S. E. Mons. Múgica y tal vez otros Obispos españoles no piensan firmarlo, la misma Secretaría remite a la conocida prudencia de Su Eminencia que vea si no sería del caso suspender por ahora su publicación«, solicita Pacelli.
De hecho, subraya Raguer, Roma tardó nueve meses en dar acuse de recibo de la Carta Colectiva, que en su opinión era «un documento fruto de una maniobra de propaganda» del bando franquista.
Sin embargo, el historiador Vicente Cárcel Ortí destaca que la Carta Colectiva «fue una denuncia muy valiente de la tremenda persecución religiosa que sufría la Iglesia católica por parte de la República, desde el mes de mayo de 1931 hasta el 17 de julio de 1936».
Para el experto, que acaba de publicar el quinto volumen de su obra «La Segunda República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano. Documentos del año 1937», (BAC) la situación que generó esta carta colectiva era «la quema de iglesias y conventos, la batería de leyes y normas antirreligiosas, la hostilidad contra el clero y los católicos, que nada tuvieron que ver con la Guerra Civil».
A partir del 18 de julio de 1936, sostiene, se produjo «la mayor persecución sangrienta conocida en la historia de España, que provocó la muerte de 12 obispos, más de 6.000 sacerdotes, religiosos y religiosas y cerca de 3.000 seglares católicos, hombres y mujeres que jamás empuñaron las armas y fueron asesinados no por razones políticas sino por odio a la fe cristiana».
Respecto a las reticencias del Vaticano para reconocer al Gobierno Nacional, «mientras mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno republicano; un reconocimiento que no se formalizó hasta junio de 1938», Cárcel insiste en que la Santa Sede intervino en favor de numerosos condenados a muerte y detenidos políticos en las «dos Españas», promoviendo amnistías e intercambios de prisioneros.