A los jóvenes, como a cualquier persona, hay que mostrarles a Cristo, no mostrarnos nosotros. A veces aparecemos nosotros como si fuéramos los más importantes, y no lo somos
(Jesús Bastante).- Es uno de los obispos más plenamente ‘franciscanos’ en el Episcopado español. Y un enamorado de la vida religiosa. Así lo demostró este mediodía el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, durante la inauguración de la Asamblea de Confer.
El claretiano, quien fuera presidente de los religiosos españoles antes de ser designado obispo, conversó durante varios minutos con los periodistas antes de la jornada de apertura. Preguntado sobre la crisis en Cataluña, y el discutido papel de algunos eclesiásticos en la misma, De las Heras fue muy sincero: «Los religiosos somos personas que estamos llamados a crear comunión, entendimiento, acercamiento, a construir puentes, y eso es lo que tenemos que hacer».
«Yo creo que no son momentos en los que tengamos que opinar gratuitamente, o dejarnos llevar del corazón, porque todos tenemos nuestros sentimientos y preferencias», admitió el prelado, quien incidió en que los religiosos «tenemos que intentar ponernos en clave de comunión y entendimiento. Es lo mejor que podemos hacer en este momento».
Sobre las claves de la Asamblea de Confer, que gira en torno a los jóvenes y la vocación, el obispo de Mondoñedo-Ferrol recalcó que «la Iglesia tiene que escuchar mucho a los jóvenes, estar cerca, ir a los lugares donde están. La vida consagrada siempre lo ha estado haciendo».
«Los jóvenes siguen siendo gente con muchas ganas de comprometerse. Su esencia es luchar, hay que aprovechar ese dinamismo juvenil», insistió De las Heras, quien subrayó que «a los jóvenes, como a cualquier persona, hay que mostrarles a Cristo, no mostrarnos nosotros. A veces aparecemos nosotros como si fuéramos los más importantes, y no lo somos».
«A veces tenemos que apartarnos a un lado para que los jóvenes conozcan la grandeza de encontrase con Cristo«, concluyó el obispo, pues lo importante es «el Reino, que lo que pide es un mundo distinto, por el que merece la pena luchar».
Junto a esto, «estar cerca de los más pobres, eso siempre ha sido esencial para la Iglesia y la vida consagrada. A través del descubrimiento de las necesidades de las personas, se encuentra a Dios sí o sí. Por eso la vida consagrada tiene que estar en esos lugares».