El presidente de la CEE recuerda a obispos y sacerdotes "nuestra renuncia a la militancia política"

Blázquez condena la DUI como «ruptura grave y perturbadora del orden constitucional», y avala el 155

El cardenal condena la violencia machista y vuelve a pedir perdón por los abusos sexuales a menores

Blázquez condena la DUI como "ruptura grave y perturbadora del orden constitucional", y avala el 155
Ricardo Blázquez

Blázquez denunció "la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde degradación"

(Jesús Bastante).- Los obispos españoles denuncian la Declaración Unilateral de Independencia aprobada el 27 de octubre por el Parlament catalán, que supuso «la ruptura del orden constitucional que los españoles nos hemos dado hace cuarenta años». En su discurso de apertura de la Plenaria, el presidente Ricardo Blázquez calificó la DUI como «un hecho grave y perturbador de nuestra convivencia, que va más allá de las discrepancias entre las formaciones políticas».

Del mismo modo, aun sin citarlo, el cardenal de Valladolid avaló la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno Rajoy. «Apoyamos el restablecimiento del orden constitucional, porque es un bien común«, señaló Blázquez, quien incidió en que «la normalización de la vida social y el correcto funcionamiento de las instituciones suponen y exigen el respeto de la ley, que regula nuestra convivencia».

Como no podía ser de otro modo, la cuestión catalana fue la gran protagonista del discurso inaugural del presidente del Episcopado español, quien reclamó «el esfuerzo de todos para que las relaciones sociales, eclesiales y familiares afectadas negativamente por estos hechos sean renovadas por el respeto a la libertad de todos, la mutua confianza y la concordia serena«.

 

 

«La Iglesia, por su misma naturaleza puede contribuir a la pacificación personal y social, acentuando particularmente la solidaridad entre todos y la atención a los pobres. Como suele decir el papa deseamos destruir muros y tender puentes», clamó Blázquez,

«La Constitución se gestó, redactó y fue aprobada en las urnas, como fruto del consenso entre todos. Los españoles en aquellos años pasamos de la incertidumbre ante el futuro a la satisfacción porque el deseo ampliamente compartido de reconciliación se había traducido en una regulación fundamental de nuestra convivencia», señaló el cardenal.

Para Blázquez, «la ruptura reciente nos ha entristecido y preocupado, ya que la Constitución había nacido con la aspiración de configurar para las generaciones presentes y futuras un marco general de libertad y respeto en el que cabíamos todos».

«Es comprensible -añadió- que el paso del tiempo y la vitalidad de la sociedad fuera mostrando la conveniencia de reformar o añadir aspectos nuevos en la Constitución para que siempre sea actual, pero ella misma indicaba los procedimientos para introducir los cambios oportunos».

Del mismo modo, Blázquez reivindicó el papel de la Iglesia en la Transición, así como su voluntad de «continuar cumpliendo su misión de reconciliación y pacificación». También, con una advertencia a clérigos, y obispos: «El ministerio de los obispos y presbíteros está al servicio de la comunión eclesial; y, por ello, también de la convivencia pacífica de los ciudadanos. Nuestra renuncia a la militancia política favorece que nadie se considere extraño a la comunidad cristiana por opciones legítimas».

«Estamos convencidos de que también hoy es posible la convivencia en la diversidad. Como entonces el diálogo de los ciudadanos y en las instituciones será un impulso renovado para continuar construyendo una sociedad en paz, en libertad y en justicia», concluyó el presidente del Episcopado.

 

 

 

Abusos a menores y violencia machista

En su discurso, Blázquez también hizo una referencia a la Jornada Mundial de Oración por las Víctimas de Abuso, que hoy conmemora la Iglesia española. «En todas las celebraciones religiosas de nuestras diócesis, parroquias y comunidades cristianas se pide hoy de manera especial por las víctimas de abusos», y haciendo suyas las palabras del Papa, reiteró que «el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan».

Otro de los puntos estrella del discurso del presidente de la CEE giró en torno a la violencia machista. En este punto, Blázquez denunció «la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde degradación».

«La violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la unión conyugal» recalcó el purpurado, quien se preguntó «¿cómo es posible que la suma intimidad entre personas se convierta en violencia suprema? ¡Cuántas mujeres han muerto en el año en curso a manos de sus maridos o convivientes, parejas o consortes! Algunas estadísticas nos hablan de casi medio centenar de víctimas a las que hay que unir seis hijos e hijas de estas mujeres».

 

 

Europa e ideología de género

En lo tocante a la ideología de género, Blázquez criticó que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer«, promoviendo «a través de leyes y proyectos educativos, una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer».

«La igualdad como imagen de Dios, como personas, incluye inseparablemente la diferencia de varón y mujer. Por ser iguales en dignidad nadie debe ser ni privilegiado ni postergado. La diferencia está ordenada a la complementariedad y no a la discriminación. La sexualidad humana, que comprende las dimensiones corporal, espiritual y corporal, tiende a la mutua plenitud y a la transmisión de la vida», añadió.

Finalmente, refiriéndose el tema europeo, el presidente de la CEE insistió en que «excluyendo a Dios y descartando a las personas indefensas y desvalidas no se construye la casa común que es Europa«, un proyecto que hoy está en riesgo «por el secularismo y olvido de Dios, que repercute en el sentido de la vida, la justicia, la solidaridad, la esperanza y la paz; por los síntomas de cansancio y envejecimiento».

«¿Qué esperanza para la Europa de hoy y mañana? Todo buen proyecto mira hacia el futuro y el futuro son los jóvenes, llamados a hacer realidad las promesas del mañana. Quien dice joven, dice futuro; quien dice joven, dice esperanza», concluyó el prelado.

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

Lo más leído