La esposa de Miguel Rosendo ve un "montaje" del capellán y el obispo de Tui-Vigo

Maria del Carmen Sánchez: “Si mi marido no fuese inocente, yo misma lo denunciaría”

Tres sacerdotes acusan a Isaac Vega y a monseñor Quinteiro de “mentir en sede judicial”

Maria del Carmen Sánchez: “Si mi marido no fuese inocente, yo misma lo denunciaría”
La mujer de Miguel Rosendo, junto a su sobrina y al abogado Marcos García Montes RD

El escándalo no es que unos sacerdotes católicos estemos diciendo esto. El escándalo es que tengamos que decirlo porque un inocente lleva más de tres años en prisión preventiva a causa de una corrupción eclesial

(José M. Vidal).- «Mi marido lo está pasando fatal. Física y psicológicamente está muy mal». Lleva tres años y medio en silencio, pero ya no aguanta más. María del Carmen Sánchez es la esposa de Feliciano Miguel Rosendo, el líder de la asociación pública de fieles Orden y Mandato, en prisión preventiva. Rodeada de sus hijos, de las ‘miguelianas’ y de tres sacerdotes madrileños ha roto hoy el silencio.

Y lo hizo con «dolor, rabia e indignación». Se la ve una mujer de carácter, que defiende la inocencia de su marido y la dignidad de su familia con uñas y dientes. «Llevo 25 años casada con mi marido. De abusos sexuales nada. Ni de vejaciones ni humillaciones ni abducciones. Si algo de eso hubiera, no lo permitiría. Si no fuer ainocente, lo primero que haría yo misma sería denunciarlo», asegura con la seguridad que da confesar, tras tantos años callada, su verdad.

Tras defender la inocencia de su marido, acusa al entonces capellán de Orden y Mandato, el sacerdote vigués Isaac Vega Arribas, de «montar este tinglado, con la ayuda de mis consuegros, a los que acogimos en nuestra casa, cuando los desahuciaron», y con el consentimiento del obispo de la diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro.

El capellán tenía llave de su casa, estaba a menudo con la familia, comía y dormía allí muchos días y ella lo consideraba como un hijo, al que, incluso, le lavaba la ropa. Con el obispo, también mantuvieron una sintonía muy cordial. Por eso, a María del Carmen le duele más «no sólo su traición, sino la desconsideración con la que me trataron». Porque, ni cuando disolvieron la asociación ni después «tuvieron la educación de llamarme ni de decirme nada». Y, con rabia contenida, termina así: «¿Es que yo no cuento o soy la tonta del bote?».

 

 

La esposa de Miguel Rosendo está tan dolida con la Iglesia que, respecto a su fe, confiesa: «Llegué a no ir a misa. Sigo creyendo en la Iglesia, pero no en ese cura ni en todos los demás curas y obispos, que nos dieron la espalda».

Isabel, la sobrina de Miguel Rosendo, que también fue consagrada y trabaja en la residencia de ancianos de Bustarviejo, asegura que Orden y Mandato «nunca fue una secta, sino una asociación pública de fieles aprobada por la Iglesia«. Cuenta, además, que, una vez que el obispo de Tui-Vigo suprimió la asociación en su diócesis, «el cardenal Rouco nos vino a buscar a Galicia, pero, después, no dio la cara y nos dejó solas».

Y también ella señala al capellán: «He visto cómo Isaac Vega pisoteaba a las hermanas«. Al tiempo que defiende la inocencia de su tío: «Miguel es un padre para todas nosotras y cuidó a las familias de todas».

Lorena García, otra consagrada y que, como ella misma dice, fue «la mano derecha» de Isaac de vega en la pastoral universitaria asegura que, una vez, limpiando la habitación del capellán, «encontramos una piedra de hachís de este tamaño (y separa las manos unos 20 centímetros)». Cuando le preguntamos porqué tenía aquello en casa, nos dijo que para evitar problemas a un interno de A Lama. También dice que le gusta «la buena vida y los buenos restaurantes» y se pregunta de dónde sacada tanto dinero, como para regalarles a las consagradas incluso una furgoneta de 15.000 euros.

Tras las consagradas, intervinieron tres sacerdotes de Madrid: Juan Luis Castón, Eduardo Lostao y José Ignacio Martín. Los tres curas leyeron un duro comunicado, en el que denuncian que «la instrucción no ha sido justa», «que este montaje se debe a la actuación indigna del sacerdote Isaac Vega y otros sacerdotes del Opus Dei».

Más aún, los sacerdotes denuncian públicamente que el antiguo capellán de Orden y Mandato «ha dado falso testimonio en sede judicial» y que «el obispo de Tui-Vigo, monseñor Quinteiro, también ha mentido en sede judicial y sus testimonios significan la cárcel de un inocente». Por eso, tras recurrir a muchos obispos y a la conferencia episcopal sin éxito alguno, están decididos a poner el caso en manos de la Justicia canónica vaticana y del propio Papa Francisco.

Por su parte, el abogado de Miguel Rosendo, el popular Marcos García Montes, denunció el que su defendido lleve «tres años y medio sin juicio y sin acusación formal en prisión preventiva» y pidió que «se depuren responsabilidades judiciales» y que se ponga al detenido en libertad inmediatamente. Porque «esto es un auto sacramental con Feliciano en la hoguera de la Inquisición«, sentenció el letrado.

 

 

COMUNICADO SACERDOTES

Juan Luis Castón, Eduardo Lostao, José Ignacio Martín
Madrid, 2 de marzo de 2018
Comparecemos hoy ante ustedes para poner en su conocimiento los siguientes puntos, relativos al proceso en curso contra Feliciano Miguel Rosendo y la Asociación Pública de Fieles de la Iglesia Católica Orden y Mandato de San Miguel Arcángel:

PRIMERO. En la Audiencia Provincial de Pontevedra se sigue actualmente un proceso judicial, que se instruyó en el Juzgado nº1 de Tui, cuyo sumario se compone de XXI tomos.

SEGUNDO. En este sumario se encuentran varias acusaciones que dicen que Feliciano Miguel Rosendo manipulaba a las personas que le rodeaban hasta la pérdida de su libre voluntad, y que estas personas vivieron durante años en un escenario de terror psicológico que derivaba en humillaciones, coacciones e, incluso, abusos sexuales con prevalimiento.

TERCERO. Son muchas las personas que en el juzgado de instrucción han desmentido estas acusaciones. Y muchos también los ejemplos -algunos de ellos, pero no todos, han salido ya a la luz pública- que ponen de manifiesto que la instrucción judicial del conocido como caso de la secta de los miguelianos no ha sido, vale decir, una instrucción justa.

CUARTO. Sin embargo, como sacerdotes católicos, tenemos la obligación de decir públicamente, que si este montaje ha tenido un recorrido judicial que ha llegado a sumar XXI tomos, amén de los graves errores judiciales que es de justicia también reconocer, se debe a la actuación, indigna, de Isaac de Vega y otros sacerdotes del Opus Dei.

QUINTO. Isaac de Vega sabe perfectamente que la acusación de secta destructiva o manipulación mental, que es la base de todas las acusaciones, es totalmente falsa. Y lo sabe, por la sencilla razón, de que él convivió día a día, durante muchos años, con esas personas que hoy dicen que vivían permanentemente en ese estado de terror psicológico. No sólo Isaac de Vega, sino también lo saben otros siete sacerdotes del Opus Dei que atendieron a los miembros de la asociación:
+ Don Juan Diz. Primer Capellán de la Asociación nombrado por el obispo don José Diequez.
+ Don Ángel Marzoa, Rector del Seminario Mayor de Tui-Vigo, redactó los estatutos de la Asociación.
+ Don Manuel de Santiago. Confesaba y daba retiros semanales.
+ Don Juan Luis Martínez Lorenzo, Vicario General de la Diócesis de Tui Vigo que, además, estuvo presente en el Convento de Vilariño cuando el obispo Luis Quinteiro afirmó, en presencia de 17 consagradas, que «creo en la inocencia de Miguel y en la santidad de esta obra».
+ Don José María Santana, fue confesor de los consagrados y consagradas durante 7 años, y trató muchísimos años con asiduidad y cercanía tanto a Miguel como a los miembros de la Asociación.
+ Don José Luis Méndez, que confesó y dirigió espiritualmente durante tres años a las consagradas en una residencia de ancianos en Bustarviejo, desde que el Cardenal Rouco pidiera a Miguel que las consagradas pudieran atenderla.
+ Don Alfonso Sánchez-Rey, párroco en Madrid, que atendió espiritualmente a los consagrados que colaboraban y residían en el obispado de Ávila.

SEXTO. Estos 8 sacerdotes son testigos de que Feliciano Miguel Rosendo era, sin más, un padre de familia que se dejó la vida ayudando al prójimo y trabajando en servicio de la Iglesia Católica. Son testigos de que la Orden y Mandato era una asociación católica muy querida en Galicia y en varias diócesis de España. Y son, en fin, testigos, de que nadie vivía coaccionado, ni mucho menos en ese estado de coacción humillante propio de las sectas destructivas.

SÉPTIMO. Las acusaciones son falsas por la sencilla razón de que Isaac de Vega y estos sacerdotes estuvieron allí. Nadie vivió nunca en un estado de permanente terror psicológico porque, permanentemente, día a día, el sacerdote Isaac de Vega convivió durante años con todas esas personas: con las que hoy acusan y con las que hoy dicen que todo esto es, y con razón, un montaje.

OCTAVO. Con dolor, y con profunda vergüenza, tenemos que decir públicamente que el señor Isaac de Vega ha dado falso testimonio en sede judicial. Este falso testimonio ha consistido en engañar, deliberadamente, a la hora de describir en el juzgado lo que él vivió durante los muchos años que pasó al lado de Feliciano Miguel Rosendo y entre los miembros de la asociación. De esta manera, al ocultar la realidad, y al tergiversar los hechos, ha hecho posible que la justicia haya llegado a tomar en consideración las acusaciones. Si Isaac de Vega hubiese contado en el juzgado lo que él realmente vivió al lado de Feliciano Miguel Rosendo, nadie tomaría en serio ninguna de las acusaciones. Los XXI tomos de instrucción que componen el sumario, reposan, en último término, sobre el falso testimonio de Isaac de Vega quien, aún hoy, sigue siendo capellán del Centro Penitenciario de A Lama.

NOVENO. Es también muy grave que los otros sacerdotes mencionados estén guardando un silencio cómplice, cuando son sabedores de las consecuencias que este proceso está teniendo para Feliciano Miguel Rosendo, su familia y la dignidad de muchas personas.

DÉCIMO. El obispo de Tui-Vigo Luis Quinteiro también ha mentido en sede judicial. El obispo Luis Quinteiro e Isaac de Vega saben que han mentido en el juzgado, y saben que su falso testimonio significa la cárcel de un inocente.

UNDÉCIMO. Estamos ante un caso de corrupción muy grave que ataca el mismo Corazón de la Iglesia Católica, pues la Iglesia es Madre, es Verdad, es Amor y es Misericordia con el necesitado.

DUODÉCIMO. Lo que aquí hemos denunciado lo hemos puesto, a lo largo de tres años, en conocimiento del Nuncio del Santo Padre en España, del Prelado del Opus Dei y del Vicario Regional del Opus Dei en España, y de otros obispos directamente implicados: el arzobispo de Santiago de Compostela Julián Barrio, el arzobispo de Burgos Fidel Herráez y el arzobispo de Madrid cardenal Carlos Osoro. Con verdadero dolor, tenemos que decir que, cuando se les ha dado la oportunidad de reconocer y reparar esta injusticia, han actuado de manera cobarde e hipócrita, indigna de unos pastores de la Santa Madre Iglesia Católica. El escándalo no es que unos sacerdotes católicos estemos diciendo esto. El escándalo es que tengamos que decirlo porque un inocente lleva más de tres años en prisión preventiva a causa de una corrupción eclesial.

DECIMOTERCERO. Pedimos públicamente la libertad de Feliciano Miguel Rosendo. Porque es inocente, y porque tiene derecho recuperarse de esta durísima persecución, para poder defenderse con dignidad y, como es nuestro deseo y el de todos los que le apoyamos, probar su inocencia en un futuro juicio.

DECIMOCUARTO. Pedimos también a los magistrados a quienes competa atender este proceso judicial, los cuales no tienen por qué tener un conocimiento especialmente amplio de las realidades asociativas de la Iglesia Católica, que, sin obviar los graves errores de la instrucción, sean también incisivos para descubrir la trampa y el engaño que sostiene este montaje.

Gracias por su atención.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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