Miles de católicas defienden la igualdad por las calles de toda España

«Si nosotras paramos, se para el mundo, se para la Iglesia»

Mujeres católicas reclaman en Roma al Papa "derribar los muros de la misoginia" en la Iglesia

"Si nosotras paramos, se para el mundo, se para la Iglesia"
Cibeles, abarrotada de mujeres en el 8-M Agencias

"¿Cuánto tiempo puede mantener la jerarquía la credibilidad de un Dios que quiere las cosas así, que quiere una Iglesia donde las mujeres son invisibles y no tienen voz en el liderazgo?", dijo la ex presidenta de Irlanda

(Jesús Bastante).- «Si nosotras paramos, se para el mundo, se para la Iglesia«. Lucía tiene 35 años, y lleva toda la vida colaborando en una parroquia del sur de Madrid. Ayer, junto a su grupo de ‘batucadas’, llenó las calles del centro de Madrid de música y gritos por la igualdad.

Como ella, fueron muchas las mujeres católicas (pero mujeres), que defendieron el fin de la brecha salarial, de los abusos, de la falta de conciliación laboral, junto a otras mujeres (y, por fortuna, muchos hombres), en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza… Centenares de ciudades españolas acogieron estas marchas por la dignidad.

La respuesta de la Iglesia fue desigual. Apenas una decena de obispos se pronunciaron, y casi todos con matices, sobre la jornada. En las parroquias, apenas se hicieron referencias a la ‘movida’ que recorría las calles. Un tren que no debería perderse. «Puede que no estemos de acuerdo con todas los puntos del manifiesto, pero las cristianas, por justicia social, por Evangelio, debemos estar a la cabeza de la lucha por la igualdad», clamaba Lucía. «¿Imaginas que las mujeres decidiéramos no ir a misa un día? Las iglesias estarían vacías. Ya es hora de que nos escuchen».

Mientras tanto, en el Vatiano, la Santa Sede homenajeaba con una cena a una delegación de 40 de sus 700 trabajadoras. La conmemoración se dio en el marco de una semana de trabajo organizada por la Pontificia Comisión para América Latina que dedicó su sesión plenaria al tema «La mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina».

 

 

A su vez, informa Reuters, mujeres católicas lideradas por la expresidenta irlandesa Mary McAleese exigieron un mayor papel en la toma de decisiones dentro de la Iglesia, instando al Papa Francisco a derribar los «muros de la misoginia».

McAleese fue la oradora principal en un simposio de católicas llamado «Por qué las mujeres importan», al que asistieron cientos de personas y que fue seguido en todo el mundo a través de internet.

La conmemoración del Día de la Mujer fue realizada en la sede de los jesuitas después de que el Vaticano retirara el permiso para celebrarlo dentro de sus muros, ya que los organizadores agregaron oradores controvertidos sin su permiso.

McAleese, que apoya el matrimonio homosexual y la ordenación de mujeres como sacerdotisas, bromeó acerca del cambio de sede a un lugar apenas a una cuadra de las murallas vaticanas diciendo: «espero que sus audífonos estén encendidos hoy».

Afirmó que la prohibición del sacerdocio femenino «apartó a las mujeres de cualquier rol significativo en el liderazgo de la Iglesia, su desarrollo doctrinario y estructura de autoridad».

La Iglesia enseña que las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdotisas porque Jesús escogió solo a hombres como sus apóstoles. Los defensores del sacerdocio femenino afirman que esto fue así solo porque siguió las normas de su época.

«Estamos aquí para gritar, para derribar los muros de la misoginia en nuestra Iglesia«, comentó, agregando que esta costumbre de mantener a las mujeres en papeles subordinados había «mantenido a Cristo fuera y la intolerancia dentro».

«¿Cuánto tiempo puede mantener la jerarquía la credibilidad de un Dios que quiere las cosas así, que quiere una Iglesia donde las mujeres son invisibles y no tienen voz en el liderazgo?», dijo McAleese, presidenta de Irlanda entre 1997 y 2011.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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