Antonio Manzano, párroco de Níjar, relata su experiencia junto a los padres de Gabriel

«Patricia y Ángel han demostrado unos valores cristianos que nos deben hacer pensar a todos»

"Dios no nos va a abandonar nunca, a pesar de lo oscuro, de lo macabro de estos días"

"Patricia y Ángel han demostrado unos valores cristianos que nos deben hacer pensar a todos"
Todos fuimos Gabriel Agencias

A mí esto me está enseñando que cada día hay que vivir como pastor, estar acompañando, ser Iglesia en silencio. A veces no hay nada que decir, sólo estar, pero eso es igual de importante

(Jesús Bastante).- «Hemos sufrido toda la situación muy de cerca. El chiquillo correteaba por estas calles. Ha sido, está siendo, muy duro». Antonio Manzano es párroco de Nuestra Señora de la Asunción, en Campohermoso (Almería), la mayor pedanía de Níjar. Cada semana recorre las Hortichuelas, Las Negras, Rodalquilar, Fernán Pérez… Conoce a cada uno de sus habitantes. También al pequeño Gabriel, a su abuela, y a sus padre, Ángel y Patricia. Ha vivido muy de cerca la tragedia de la familia. «Toda Almería, toda España está afectada».

Desde el mismo día de la desaparición del pequeño, Antonio ha seguido en primera línea los acontecimientos. En esta zona desértica y poco poblada, el cura sigue siendo un elemento fundamental de cohesión social. «He hecho lo que he podido como pastor, y como ciudadano«, nos explica, todavía conmocionado por la tragedia. «He acompañado a la familia, sin preguntar, como debe ser, porque lo que cada persona vive en su intimidad es suyo«, explica cuando se les pregunta si la familia de Gabriel era más o menos creyente. Jesús tampoco miraba carnets de identidad antes de acudir al lado de los que más lo necesitaban.

Junto a la alcaldesa, Esperanza Pérez, el párroco ha «intentado estar acompañándoles», especialmente a la abuela, cuya casa siempre ha estado abierta a todos. De todas estas horas, Antonio recuerda «el dolor, el desgarro» de todo un pueblo. «También del dispositivo policial, que han hecho un trabajo impagable».

 

 

«Como Iglesia, y no sólo yo, toda la comunidad, hemos intentado acercarnos a los que estaban sufriendo, consolarlos y fortalecerlos. Y seguimos en ello. Y seguiremos cuando poco a poco, por ley de vida, los focos se apaguen», asegura. Han sido días muy duros, pero también de los que se pueden sacar muchas enseñanzas. «A mí todo esto me ha cambiado como pastor, me ha enseñado a acompañar, en silencio, en circunstancias para las que nadie te prepara«, confiesa. «Pero también hemos vivido mucha sensibilidad, y no sólo aquí, en toda España. Todo el mundo se ha volcado».

Ahora, tras el hallazgo del cadáver y la confesión de la pareja del padre, «hay mucha confusión, y resentimiento, entre la gente», admite Antonio. «Pero también mucha solidaridad. Este sábado por la noche, antes de que se conociera la triste noticia, organizamos un Via Crucis por las calles de Campohermoso, y se rezó en todas las misas, todos los días, por la familia y por los que buscaban a Gabriel».

«Ha venido gente de todos los rincones de España a ayudar en la búsqueda«, explica el párroco, quien también participó de las batidas. «Ha sido sobrecogedor», explica, resaltando cómo, a veces, también la oración forma parte de la ayuda. «Esto ha sido una experiencia de fe para toda la comunidad, de consuelo y fortaleza. Más de 600 personas se organizaron en la calle para rezar y para pedir por Gabriel y la familia».

¿Cómo están los padres, la abuela, de Gabriel? «Destrozados», como no podía ser de otro modo. Antonio estuvo con ellos a lo largo de los días, y ayer, al término de las exequias. «Ahora hay que dejarles un par de días, pero después volveré a acercarme, para lo que necesiten. Esto lleva mucho tiempo, pero Patricia y Ángel han demostrado unos valores cristianos y del Evangelio que nos deben hacer pensar a todos».

Y es que «Dios no nos va a abandonar nunca, a pesar de lo oscuro, de lo macabro de estos días», asegura el párroco, quien explica cómo los padres «nos han dado un ejemplo de cómo unir a un pueblo, cómo saber perdonar, amar y seguir adelante. Una imagen de la vida sobrenatural».

«Hemos vivido, gracias a ellos, el perdón, el amor el servicio. Y de tanta gente, profesionales y voluntarios, la gratuidad y la generosidad. La gente a venido de muy lejos. La gratuidad y la generosidad son dos grandes atributos de nuestro Dios», explica.

«A mí esto me está enseñando que cada día hay que vivir como pastor, estar acompañando, ser Iglesia en silencio. A veces no hay nada que decir, sólo estar, pero eso es igual de importante«, subraya Antonio, quien asegura que «he aprendido a ir a buscar a las ovejas perdidas, a intentar hacer presente el amor de Dios en todas las circunstancias».

Como comentaba, «de aquí a nada el caso se cerrará, el boom se diluirá. Yo quiero que el pueblo haga un funeral para nosotros, con ellos. Los padres ahora están viviendo en una burbuja, cuando todo se apague, seguirán contando con nuestra presencia«, concluye, mientras en Níjar y las Hortichuelas las cámaras van, lentamente, desapareciendo. Este párroco no se irá. Como tampoco el recuerdo de Gabriel, o el ejemplo de sus padres. Un camino de Evangelio en mitad del horror que a todos debería hacernos reflexionar.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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