Emotiva Eucaristía de clausura LGBTIQ del Congreso de la Asociación de Teólogas/os Juan XXIII

«Con vosotras, amigas, brindo con la copa llena de vino y os invito a beber…»

Lenguaje inclusivo y lecturas interreligiosas, los puntos álgidos de la celebración

"Con vosotras, amigas, brindo con la copa llena de vino y os invito a beber..."
Altar de la misa LGBTIQ en la clausura del Congreso de la Juan XXIII RD

Estamos plenamente integrados en la Creación de Dios, [que] somos hijas de Dios y por tanto partícipes de la Buena Noticia

(Cameron Doody).- Tuvo lugar en la sede madrileña de Comisiones Obreras y asistieron a ella más de seiscientos teólogos y fieles más comprometidos de España y más allá. Pero ni el sitio tan prestigioso ni la concurrencia tan multitudinaria fueron los que hicieron especial la Eucaristía de Clausura del 38 Congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, sino sus sentidas y conmovedoras reclamaciones a favor de los cristianos LGBTIQ, el colectivo más discriminado de la Iglesia.

El primer gesto hacia estos hermanos y hermanas que tanto han sufrido a manos de la Iglesia institucional: el lenguaje inclusivo. Así, celebramos y oramos en la Misa todos en femenino, y eso desde la primera palabra que se pronunció –«Bienvenidas»– a la última. Otro abrazo inclusivo más en la Misa fue el que arropó a los creyentes de otras confesiones que se juntaron para la celebración. Tomando ejemplo del lema del Congreso en su edición de este año «Mística y Liberación», patrimonio de ninguna religión en particular sino de todas en general.

Luego, el emotivo momento en el que un puñado de jóvenes de la HOAC y la JEC procesionaron al altar al principio de la Misa para encender unas cuantas velas de los colores de la bandera arco iris. Y es que los colores del orgullo gay robaron protagonismo incluso a la presidencia de la celebración, que consistía en nada menos que una decena de personas, clérigos y laicas, y entre ellas el sacerdote granadino Mario Picazo.

Un símbolo, el de las velas que, como explicó Óscar Escolán de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales -responsable de la organización de la celebración- significa que «estamos plenamente integrados en la Creación de Dios, [que] somos hijas de Dios y por tanto partícipes de la Buena Noticia».

Otros partícipes en la Buena Noticia son los hermanos y hermanas de otras tradiciones religiosas. Por eso, no faltó en la Misa una lectura del sufi Hafiz -místico musulmán laico del siglo XIV- además de las más habituales de la Carta de Pablo a los Romanos o el Evangelio de Mateo. Una inclusión más allá de las fronteras confesionales e incluso jerárquicas que luego escenificamos -en vez de una homilía tradicional- con una emotiva imposición de manos de todas sobre todas.

Sí, la mismísima acción que habitualmente se hace sobre un diácono o cura u obispo recién ordenado, pero esta vez más fiel al ejemplo evangélico de Jesucristo: «como un gesto de misericordia, perdón y sanación».

Momento de la imposición de manos inclusiva


Tras levantar las manos sobre los hombros de la persona en frente de nosotros, o a nuestro lado -como signo de la forma en la que «todos recibimos el Espíritu sin condiciones, con la gratuidad del padre o la madre que quiere a sus hijos»- los jóvenes de la HOAC y la JEC presentaron el momento de la colecta solidaria trayendo al altar otra vez una serie de fotos de los migrantes que nos interpelan desde las periferias del mundo, y de representaciones de los grandes místicos de todas las religiones -desde el judío Rambán a los cristianos Teresa de Jesús o Francisco de Asís– que respondieron a los retos de su tiempo con el amor divino.

Nos invitaron también desde la presidencia de la Eucaristía a ofrecer a Dios nuestros «sueños, utopías, deseos y esperanzas», y como voces en el desierto se empezaron a escuchar las profecías de los labios de los allí asistentes. Todos signos del Reino de Dios, tales como la generosidad de las comunidades que trabajan con los más marginados o el esfuerzo de los cristianos de otras orientaciones afectivas a no aceptar su discriminación, que luego bendijimos escuchando una plegaria conmovedora: «A vosotras que exploráis y cuidáis la realidad e intentáis transmitirla mejorada, / a vosotras os llamo amigas».

 

 

Como no pudo ser de otra forma, este lenguaje inclusivo que uno puede imaginar fácilmente utilizando al mismo Jesucristo continuó en el momento de la consagración de los dones:

A vosotras, amigas, os ofrezco el pan, fruto del trigo sembrado, y os lo reparto con cariño…

Con vosotras, amigas, brindo con la copa llena de vino y os invito a beber…

Con lo que no solo nos sentimos aún más saciados tras tomar el pan del cielo, sino que nos hizo aún más atrevidos a la hora de dirigirnos a nuestro Padre y Madre divino en el momento de las peticiones. Por las víctimas de la violencia de género. Por los que no consiguen encontrar un empleo digno. Por el buen custodio y uso de los bienes de la Tierra, por una sanidad universal para todos, por un fin a la discriminación, por la paz en Nicaragua o en África. Emotivas suplicaciones que cada uno fue libre de gritar en voz alta desde su asiento.

Despúes, con el signo de la paz y la recepción de la comunión, sellamos nuestra renovada cercanía con todos y todas y con nuestro Dios-Abbá. Pero más que estos logros humanos o espirituales, lo que recordaremos para siempre de esta eucaristía lo expresó muy bien una mujer, anónima, desde los bancos, en el momento de la despedida, quien recordó que esta Misa también fue todo un hito en la historia de las reivindicaciones del colectivo LGBTIQ.

«Quiero daros las gracias por esta celebración tan bonita pero también tan impensable hace unos años», exclamó esta señora. Un gesto de sentido agradecimiento que cosechò el asentimiento de todo el público.

Como dice el secretario de la Asociación, Juan José Tamayo:

En el 38 Congreso de Teología hemos roto el muro de incomunicación con el movimiento LGTBI, cuyo grupo Fe y y Espritualidad ha preparado Y dirigido la eucaristía del 38 Congreso Teología, momento central de esta celebración, utilizando el lenguaje femenino, la bandera del movimiento, las velas de distintos colores como símbolo de la diversidad del Universo, y el canto del «Ruah».

Tal incorporación ha sido, sin duda, el hecho mayor de este Congreso, que nos reconcilia con un movimiento a quien la Iglesia institucional sigue discriminando. En adelante seguirán participando en los futuros Congresos como protagonistas en igualdad de condiciones que el resto de los colectivos.

Sin embargo, no han podido acceder al escenario y hacerse visibles las profesoras y los profesores LGTBI de religión católica en los colegios por temor a las represalias de la jerarquía eclesiástica de la que dependen.

En la colecta hemos recaudado 5610 euros, que se destinarán a apoyar proyectos de solidaridad en Tercer Mundo.


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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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