Tiene el aval de la providencia y la intervención de Jesús en favor de su Iglesia. El Papa, como sucesor de Pedro, está respaldado por la oración de Jesús
(Jesús Bastante).- A sus 87 años (los cumplió el pasado miércoles), el cardenal Fernando Sebastián sigue manteniendo un torrente de voz y de energía. El primer purpurado español nombrado por Francisco (algunos afirman que se trata de uno de sus consejeros), disertó anoche en el Instituto de Vida Religiosa de los Claretianos sobre la «polémica» exhortación Amoris Laetitia y sus implicaciones en el futuro de la familia. Una conferencia que contó con la presencia, a última hora, del cardenal Osoro, que quiso acompañar al purpurado claretiano en su disertación.
La voz de Sebastián es autorizada, no en vano acaba de publicar «Diez cosas que el Papa Francisco quiere que sepas sobre la familia» (Publicaciones Claretianas), que ayer presentó como «diez núcleos que el Papa quiere que todos los fieles conozcamos y tengamos en cuenta sobre el matrimonio y la familia».
¿Por qué este creciente interés de la Iglesia en el cuidado de la familia? Para Sebastián, «la familia hace la persona y también hace la sociedad, que construimos entre todos, no sólo los políticos y los parlamentos». En opinión del cardenal, «la crisis de la familia afecta también a la sociedad, y a la Iglesia«. Del mismo modo, denunció «el grave deterioro que sufre la familia en estos momentos».
«La sociedad española ha explotado el concepto tradicional de familia cristiana, que configuraba profundamente nuestra sociedad», hasta el punto de que «el concepto cristiano de familia es uno entre tantos, ya se habla de ‘modelos de familia’. No está mal que se hable de ellos con realismo, lo peor es que se equiparan unos con otros; da igual, cada uno organiza su vida familiar como le parece», advirtió.
Y si la familia es importante, y está en proceso de grave deterioro, «la Iglesia debe reaccionar». De ahí la relevancia que el Papa ha dado al tema, convocando dos Sínodos (uno extraordinario y otro ordinario), consultando a la feligresía y alentando el debate y el diálogo. Amoris Laetitia es la conclusión de todo este proceso, «es la respuesta».
Mal que les pese a uso pocos rigoristas. «Algunos han llegado a decir que no es magisterio papal, sino opiniones del Papa. Esto es casi insultante. Esta exhortación postsinodal tiene el mismo valor que las demás, es magisterio pontificio ordinario, que tiene el aval de dos sínodos, cuya reflexión el Papa recoge abundantemente», recalcó el cardenal Sebastián. Y que, además, «tiene el aval de la providencia y la intervención de Jesús en favor de su Iglesia. El Papa, como sucesor de Pedro, está respaldado por la oración de Jesús».
Sebastián resumió varios puntos que subrayan la novedad de AL, que sirve para «encontrar respuestas a las nuevas preguntas que vienen de la Humanidad, que es un ser vivo donde surgen riesgos y posibilidades nuevas». La novedad radical es que la exhortación «trató de enfrentarse, cara a cara, con el problema del matrimonio y la familia en la cultura actual, analizando las causas y buscando soluciones», en un escenario que Sebastián tildó de «alarmante». «De las parejas actuales en España, el 30% son uniones de hecho. Del 70% restante, los matrimonios civiles son dos tercios, y sólo un 30% de ellos son sacramentales».
Sebastián reconoció «cierta deserción de la Iglesia» que calificó de «crisis urgente, apremiante». En su opinión, «la cuestión más acuciante no es la de los divorciados vueltos a casar, sino la autenticidad religiosa de los matrimonios que se celebran ahora y más adelante. Esa es nuestra primera responsabilidad».
Por ello, el cardenal destacó otra de las novedades, que es la de «plantear el matrimonio no como un contrato, sino como una alianza de vida fundada en un amor irrevocable». Sebastián insistió en la importancia de la preparación al matrimonio, y de una «visión positiva de la indisolubilidad», pues «el amor llega hasta los umbrales de Dios». «No se puede decir ‘te quiero con toda mi alma hasta el año que viene’. El amor es total, o no es veraz, sobre todo el amor en el nombre de Jesús.», declaró
A su vez, reclamó no olvidar a los matrimonios una vez se celebra el sacramento. «Debemos tener una planificación espiritual para las familias, basada en la fe, la esperanza y la caridad. No hay un plan específico de salvación para los casados y otro para los solteros… El modelo para todos está en Jesús. Pero requiere matices diferentes: ¿cómo se vive familiarmente al caridad cristiana?».
El punto más polémico de la exhortación, y el que ha desatado ¿Cómo ayudar a los que han fracasado en su proyecto familiar? «Primero: no condenar, no juzgar. Es un mandamiento evangélico. Nadie sabe cómo estas personas han llegado a la situación en la que están», arrancó Sebastián. En segundo lugar, «ayudar sinceramente. Son hermanos nuestros, la postura de la Iglesia no tiene que ser excluir, sino incluir», pues «en todas las personas hay cosas buenas; en vez de ver lo que le falta, veamos también lo que tienen».
«Hay que convocar a estas personas que viven en situaciones irregulares, o insuficientes. Sobre todo, no empezar por exigirles una conducta correcta en todo, sino por vivificar su fe. La vida cristiana comienza por la fe, por el conocimiento de Jesús, por la aceptación de Jesús como salvador de nuestra vida», matizó el cardenal, quien reconoció que la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar «ha podido escandalizar a algunos porque piensan que el Papa deroga o desconoce o arriesga o pone en peligro la doctrina de la Iglesia».
En este punto, el cardenal dejó claro que «el Papa mantiene la indisolubilidad de todo matrimonio válido. Pero también que puede haber personas que se han divorciado, que han vivido una serie de años en una segunda unión y que en un momento dado quieren recomponer su vida y volver a la Iglesia»… y van al confesor. «Y entonces empieza el problema… para el confesor», bromeó el purpurado, quien recalcó que «el Papa dice que no puede haber una solución universal para todos los casos, porque las situaciones son diferentes. Hay que hacer un discernimiento».
«No es verdad que el Papa haya dicho nunca que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar tranquilamente el día que se les ocurra. El análisis de la situación es para el caso concreto de un divorciado vuelto a casar que quiere reconciliarse con la Iglesia, y está viviendo un verdadero arrepentimiento», añadió, apuntando que la gran novedad de AL en este punto es «explicitar las circunstancias atenuantes o eximentes a esta situación en concreto».