La invitación al discernimiento es algo que nos toca a todos, no solo a los divorciados
(Cameron Doody).- Intervención sorprendente, pero necesaria, en el debate sobre Amoris laetitia. El cardenal Christoph Schönborn, fidelísimo intérprete del Papa Francisco, ha opinado en una nueva entrevista que, al contrario de las críticas de los católicos rigoristas, el «discernimiento» que el pontífice avanza en la exhortación apostólica más bien «daría lugar a una actitud más estricta» en cuanto a la formación de la conciencia y al matrimonio y la eucaristía.
«En Occidente, en general, estamos tentados por la laxitud. En algunas áreas, algunas personas están tentadas por el rigorismo», ha explicado el arzobispo de Viena a Crux. Pero entre estos extremos de la laxitud y el rigorismo, el Papa Francisco en la Alegría del Amor propone una importante tercera vía, según sugiere el cardenal: una que nace de la convicción de que «ni los rigoristas ni los laxistas hacen el trabajo del discernimiento». «El rigorista todo lo sabe por adelantado y los laxos todo lo sueltan», lamenta el purpurado, refiriéndose a los prejuicios que envenenan el pensamiento tanto de un bando como otro.
El trabajo del discernimiento, no obstante, requiere de nosotros que abandonemos estos nocivos a prioris, y que de ahí aparezca por sí mismo el rigor del pensamiento propio. Un proceso -aplicado ya al «fracaso» de un matrimonio, por ejemplo- parecido al que propone San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. Uno que nos hace los únicos responsables de la formación de nuestras conciencias.
«En su dimensión última, el discernimiento es escuchar a la voz de Dios en tu vida. Es la cuestión de la conciencia», subraya Schönborn. Y es precisamente por eso, a su juicio, que el Papa no se cansa de alertar que «necesitamos más formación en el discernimiento».
Y al fin y al cabo, como recuerda Schönborn, solo hay una regla que propone el Papa Francisco en Amoris laetitia en términos de comulgar, «y ésta no viene en el contexto del divorcio… está en el contexto de la realidad social». Viene a ser la regla de «discernir el cuerpo» (AL 186), y es ella la que impulsa al arzobispo de Viena a pensar que «la invitación al discernimiento es algo que nos toca a todos, no solo a los divorciados».
En cuanto al discernimiento, así pues, «el Papa Francisco nos invita a ampliar el enfoque», zanja Schönborn. A la luz de las palabras de San Pablo -«que cada cual se examine» antes de comer el pan y beber del cáliz- es tarea del individuo, y nadie más, de «discernir si se come y si bebe la propia condenación».