Yo voté la ley del aborto, pero sabiendo que el aborto es un mal, no un derecho. Y lo hice pensando que se disminuirían el número de abortos con la ley
(Jesús Bastante).- «Yo sólo soy un franciscano vestido de cardenal«. Un hombre de Dios, en todo caso. Carlos Amigo Vallejo (Medina de Rioseco, 1934), cardenal de la Iglesia, arzobispo emérito de Sevilla, hombre de fe y que nunca ha dejado de dar su voz, y su opinión, en cualquier debate. Ahora, plasma sus pensamientos y sentimientos en un libro entrevista que, bajo el mismo título, publica San Pablo y que esta noche se ha presentado en Madrid, ante un auditorio abarrotado (pocos clergyman, y ningún obispo, mas mucho creyente agradecido) y con la presencia del presidente del Congreso de los Diputados, José Bono. Como en toda conversación pública, junto al entrevistado se encuentra el interrogador. En este caso, otro franciscano, Luis Esteban Larra.
En el libro, se apuntan temas como la memoria histórica, el terrorismo, sus recuerdos de franquismo, las relaciones con la izquierda y la derecha políticas, y también de la Iglesia. Los abusos sexuales, la teología de la Liberación, el divorcio, el aborto o la homosexualidad han sido objeto de la opinión del cardenal Amigo.
«También entre los franciscanos están sus familias, como en los partidos políticos«, apuntó el director general de San Pablo, Juan Antonio Carrera, quien abrió el fuego de la presentación. Luis Esteban Larra y Carlos Amigo son franciscanos, mas el primero conventual, y el segundo, un cardenal, franciscano menor. «Aquí no hay materia reservada: tú pregunta lo que quieras, y yo te responderé sinceramente«, se lee en la solapa del libro. «Y se ve reflejado en el libro, un debate entre franciscanos, entre hermanos».
«No es habitual que un cardenal haga declaraciones», destacó Carrera, quien agradeció a Amigo «haber tenido la valentía de tocar, con libertad, los temas que preocupan a la Iglesia y la sociedad». Parafraseando al cardenal Maradiaga, autor del epílogo del volumen, «don Carlos responde como los pases de un torero en la Maestranza, que nunca rehúye al toro ni a sus envites».
Sobre el cardenal, Carrera destacó su capacidad de apertura, su mentalidad abierta y su pasión por la Iglesia. Especialmente en Sevilla, donde discurrieron 27 de sus años. «Este libro no es una biografía, se trata de unas conversaciones. Nos queda el retrato de un fraile, de un arzobispo, de un cardenal. Pero sobre todo, de un creyente«.
Carlos Amigo arrancó su alocución citando a Ortega, al hombre y sus circunstancias, y recordando las «muchas circunstancias por las que he tenido que he pasar a lo largo de estos ya bastantes años». Castilla y la familia; Galicia y la vocación franciscana; Roma y la Iglesia; Alsacia y lo universal; América Latina con sus problemas y esperanzas; Marruecos con el diálogo interreligioso; la transición política y el Vaticano II; Sevilla; los papas en España… «Son capítulos de la historia que me han tocado vivir. En todos ellos, he procurado estar junto a las circunstancias y las personas que las escribían, pero en más de una ocasión he tenido que dar una larga cambiada», confesó.
No son memorias, «pero tienen mucho de recuerdo, de pasar una y otra vez por el afecto del corazón». No es una biografía, aclaró, sino «una conversación de temas de ayer, hoy y posiblemente del futuro», que pueden ayudar a la reflexión. Amigo agradeció al autor, la editorial y a los autores del prólogo (Francisco Vázquez) y el epílogo (cardenal Maradiaga), y a José Bono, a quien agradeció «haber tendido puentes para solucionar situaciones y apoyar a personas en situaciones difíciles».
El hombre y sus circunstancias, pero que «éstas no sean cadenas, sino alas y pulmones para avanzar siempre en el deseo de hacer el bien, aunque se tenga que pasar por zonas de turbulencias. Al final, Dios va a haciendo aquello que desea para los suyos. Lo importante es ofrecer lo que Dios quiere para cada uno».
Por su parte, José Bono destacó cómo el cardenal «se escapa» de algunas preguntas que aparecen en el libro. «Tú pregunta lo que quieras… que yo te diré lo que me dé la gana», bromeó el presidente del Congreso. «Yo ya sé que la Iglesia no está en ninguna militancia. Dentro de la Iglesia hay muchas capillas, y muchas naves laterales», añadió Bono, quien reivindicó su presencia «en una de esas naves». Terciando en las artes demostradas por la dialéctica del cardenal Amigo, Bono recordó que «el buen toreo es al natural. Y al natural, siempre es con la izquierda, porque con la derecha hay que apoyarse con la espada», arrancando la carcajada y el aplauso general, lo que el propio presidente agradeció «después de la semanita que hemos pasado».
«Es un franciscano grande, sencillo y astuto«, apuntó Bono, quien insistió en que «fray Carlos», como le gusta que le llamen, nunca ha sido revolucionario. «Pero tampoco ha sido conformista, y esto tiene su valor en un mundo en el que se valora tanto la astucia del triunfador, cuando la inteligencia se pone al servicio de la codicia». «Prefiero a los hombres buenos antes que a los astutos, y a los rectos antes que a los sinuosos. Y estamos ante un hombre recto, ante un hombre bueno«, añadió. «Los obispos, por suerte, son humanos».
Sobre el libro, Bono indicó que «rezuma saber y buen sentido», desde el prólogo al epílogo. «Don Carlos va a lo esencial. Y para mí, lo esencial es cómo define a Dios. Es el amor al prójimo cada día y en cada momento». El cardenal Amigo, apuntó Bono, «defiende el diálogo, y esto me lleva a pensar que es persona de carácter. Pero también que es de los prelados inteligentes que escucha al que discrepa. Es que el que discrepa puede llevar razón, y siempre enriquece más la discrepancia que el aplauso».
«El mal me revela, y el bien me emociona», dice el cardenal, y con él José Bono. «Con el mal no hay que hacer ninguna confabulación, porque entonces se puede caer en el relativismo del todo está bien. Y todo no está bien». El presidente del Congreso resaltó cómo el cardenal «tiene todos los ingredientes para haber caído en la vanidad, y tiene la sencillez cercana. Y esta es una habilidad realmente extraordinaria». «La vida política no es un mal menor«, dice el cardenal. «No, es un bien», glosó Bono. «No da puntada sin hilo en sus alabanzas» añadió. «Es muy bueno que pueda haber personas que, como el cardenal Amigo dice en el libro, hablen de la tortícolis. Y esa palabra ya la pronunció el cardenal Tarancón, cuando dijo que algunos cardenales españoles tienen tortícolis de tanto mirar a Roma».
Dijo esto Bono porque «uno de los valores de obispos y políticos es ser autonómos de quienes nos alaban todos los días, de nuestro propio partido y de nuestra Iglesia. Un obispo que esté permanentemente mirando a ver qué tiene que decir, que sólo mirara a aquello que le conviene bien, casi se tiene merecida la tortícolis. Cardenales autónomos como Amigo merecen un libro, o dos. Porque no todos los cardenales son autónomos».
Bono también destacó la «coherencia» del discurso de Amigo. «Vivir de una manera y pensar de otra descuartiza completamente al individuo», asumió el presidente en palabras del cardenal. «No somos el pueblo elegido por Dios», añadió Bono, porque el Dios que nos presenta el cardenal «elige a todos. Nuestro Dios no discrimina».
«Yo voté la ley del aborto, pero sabiendo que el aborto es un mal, no un derecho. Y lo hice pensando que se disminuirían el número de abortos con la ley. Hoy, gracias a Dios, puedo decir que la estadística está de mi parte», se justificó el presidente del Congreso, ante los que le critican, día sí y día también, en la Iglesia y en el partido, de «no ser de los suyos». «Yo me permito hablar con esta cercanía, porque sé que si alguien me lo echara en cara, Don Carlos me defendería«. «Compartimos la fe en la Esperanza. Y esa fe también es esperanza de que los pobres, los justos, los que sufren, los mansos, sean bienaventurados, pero no sólo en el cielo, sino también en la Tierra. No compatibilizaría mis ideas con mi fe, si los bienaventurados los viéramos en la otra vida».
El autor del libro-entrevista, Luis Esteban, visiblemente emocionado, agradeció la presencia del presidente del Congreso en el acto. «El cardenal tiene una gran actitud ante la clase política, sin meterse en colores«. «Tenemos muy buenos políticos, y además, en distintos partidos», apunta el purpurado en la conversación. El autor del libro-entrevista ofreció algunas «perlas», a modo a titular, que aparecen en el volumen.
«En mi casa había que ir a misa los domingos, pero con un sentido igual de religioso había que respetar a las personas que estaban a tu lado» «Había que respetar las reglas de la Iglesia, pero con la misma fuerza defender que los pobres deberían ir al teatro». «Al abrirse la puerta del coche, recuerdo una frase de mi padre cuando me hicieron obispo. ‘Lo que más me gustaría es que fueras bueno con la gente'» «En la Iglesia, el que busca el aplauso va a pagar un precio muy caro». «Los aplausos en la Iglesia son los aplausos del Domingo de Ramos, que te van a hacer resucitar pero te van a hacer pasar por la cruz«.
«Me he encontrado con un hombre profundamente creyente», asumió Esteban Larra, quien volviendo a citar a Amigo, señaló que «Mi experiencia de Dios es de alguien que me quiere y me acompaña». «Cuando uno maldice a Dios, es que cree en Dios», es otra de las frases que destacó el franciscano conventual.
«En un mundo de increencia, incluso de ataque hostil a la Iglesia, apuntó Larra, Don Carlos hace un llamamiento al diálogo, y a un razonamiento entre la razón y la fe». «Lo que no se puede hacer es mirar a Marte con una lupa de filatelia«, añade el cardenal en el libro.
El cardenal Amigo «es un hombre que ama profundamente a la Iglesia» recalcó Luis Esteban Larra, quien revela en el libro los sentimientos del cardenal en su papel episcopal, incluyendo el cónclave. «Piensas en la persona que ha de llevar esa cruz, pero también pienso que debo ser coherente. Sería absurdo que pudiéramos toda la confianza en una persona y después nos laváramos las manos. Sería una irresponsabilidad, y hasta un pecado».
A Amigo le duele que se etiquete a la Iglesia. «La Iglesia no es ni de derechas ni de izquierdas. No hay ningún partido que agote el Evangelio. La Iglesia es del Evangelio, lo demás son criterios políticos» «La Iglesia tiene que estar enseñando al mundo. En este momento de polémica sobre los símbolos externos, los puedes quitar de la pared, ¿pero cómo los quitas de la Sagrada Familia?» Para don Carlos, «La Iglesia tiene que hacer oír su voz». Por eso, «echo de menos más garra a la hora de dar su opinión pública sobre diversas situaciones».
Esteban Larra también destacó de Amigo su carácter dialogante, en la sociedad y entre las distintas religiones, especialmente con el Islam, que tan bien conoce. «A quien identifica al musulmán como el enemigo, más iglesias caen en la iglesias españolas, que en algunas iglesias de países árabes«, destacó el autor. En este sentido, el cardenal aboga por «el diálogo de la vida, si queremos que el diálogo sea auténtico». Igual sucede con el lenguaje intraeclesial, con conceptos como «base» o «cúspide».