Solalinde lamentó que la Iglesia haya dejado de ser un instrumento de comunicación con Dios para convertirse en "un fin en sí mismo"
El libro «Ovejas negras. Rebeldes de la iglesia mexicana del siglo XXI«, presentado hoy en Ciudad de México, reúne las historias de varios hombres enfrentados por un lado a la jerarquía católica y, por el otro, al Estado mexicano, entre ellos el padre Solalinde o el obispo Raúl Vera.
Escrita por el periodista Emiliano Ruiz Parra, la obra muestra a quienes «enseñan maneras distintas de transformar la realidad«, desde las calles y sin hacer «falsas alabanzas» a la constitución, según manifestó el autor durante una presentación en la que estuvo acompañado por varios de sus protagonistas.
El obispo Raúl Vera, conocido defensor de las víctimas del narcotráfico y de los indígenas en Chiapas, afirmó que la mayor responsabilidad en la descomposición de la sociedad» mexicana, además del Estado, es la Iglesia católica, que debe trabajar por la comunión de los hombres con Dios, pero también por la comunión de éstos entre sí.
Abogó por la formación de «sujetos» que «cambien la historia» y consideró que sólo la sociedad civil puede «exigir, impulsar y participar» en la construcción de una sociedad democrática.
«A quien entiende su trabajo de autoridad como poder, no como servicio, le molestan los sujetos que tienen opinión y quieren colaborar, a nivel político, en la construcción de una sociedad justa y, a nivel eclesiástico, en el reino de Dios», declaró.
Manuel Marinero, sacerdote casado y padre de un hijo, también integrante de la lista de «ovejas negras» escrita por Ruiz Parra, admitió no entender por qué la Iglesia obliga al celibato e hizo hincapié en que su vocación de marido, padre y sacerdote «no se pelean la una con la otra», pues, precisó, «en todas hay amor».
Tras agregar que seguirá siendo cura porque los «espacios de la Iglesia son muchos», reflexionó sobre la cantidad de gente que está «apartada de la fe», y mencionó de forma especial a las mujeres, a quienes se les niega la posibilidad de ser sacerdotes.
También estuvo en la presentación el padre Alejandro Solalinde, defensor de los derechos de los emigrantes y director del albergue «Hermanos en el Camino», situado en el municipio de Ixtepec, en Oaxaca, en el sur del país, y al que cada día acuden unos 200 indocumentados en busca de comida y refugio.
El padre Solalinde lamentó que la Iglesia haya dejado de ser un instrumento de comunicación con Dios para convertirse en «un fin en sí mismo», en una institución que sufre de «esclerosis», que tiene «muchísimo miedo«, a «ver la vida como es», pues según aseguró, «es más fácil ver la uniformidad, que la diversidad».
A su juicio, la solución pasa por escuchar y obedecer las enseñanzas de Cristo, según las cuales, recordó, «tendríamos a mujeres participando en la Iglesia, porque era el apóstol de la inclusión» y habría que dejar «los palacios y hacerse del camino».
«La tarea es para nosotros. Quieran a la Iglesia, pero no la acepten como es. Esta Iglesia no es propiedad del Papa, ni de ningún cura, todos estamos bajo el mismo techo, y el único dueño es Cristo. Hoy necesitamos católicos críticos», sentenció.
(Rd/Agencias)