Nos revelan cómo era el otro lado de aquella persona que conocimos como obispo en Cracovia y en Roma
Las meditaciones secretas de Juan Pablo II, recogidas en dos cuadernos personales que Karol Wojtyla escribió entre 1962 y 2003 a lo largo de los distintos ejercicios espirituales realizados, primero con obispos polacos y después como Papa con miembros de la Curia vaticana, llegarán a España este martes en forma de libro, con el título ‘Estoy en tus manos’ de la editorial Planeta Testimonio.
El Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia (Polonia) y secretario personal durante más de 40 años de Juan Pablo II, explica en el prólogo las razones por las cuales no quemó los apuntes inéditos del Pontífice polaco, tal y como se lo había solicitado antes de morir.
«No quemé los apuntes de Juan Pablo II, pues son la clave para comprender su espiritualidad, aquello que es más interior en el hombre: su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Nos revelan cómo era el otro lado de aquella persona que conocimos como obispo en Cracovia y en Roma» ha señalado Dziwisz.
El libro, publicado por la editorial polaca Znak el pasado 12 de febrero, ofrece 639 páginas de meditaciones, fotografías y documentos del Papa polaco que ofrece un valioso material para estudiosos y teólogos, pero también permiten al lector acercarse de otra manera al primer Papa santo del siglo XXI.
Entre los diversos temas que estuvieron en sus meditaciones, destacan las reflexiones sobre la realidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, además de adentrar «al lugar donde lo humano y lo divino se unen en la dimensión de la santidad», según precisa la editorial en su página web.
Además, en el relato se acompaña a Wojtyla en los momentos clave de su ministerio, desde la primera afirmación, «Estoy en tus manos», pasando por la consideración «El tiempo se ha cumplido», hasta llegar a la última: «Deo gratias», entre otras cuestiones.
La misión del Obispo
«Apunto brevemente: la autoridad y la vocación del obispo exigen de un lado magnanimidad y audacia; de otro lado, servicio a todos, amor universal, y en particular amor a los sacerdotes. En lo referente a estos puntos: objeciones. Desear el episcopado, pero no puede ser para sí. Muchas cosas deben aún «ser quemadas» y madurar. La providencia es dulce» (1963).
«El obispo tiene una particular responsabilidad por la Iglesia, y esta responsabilidad forma parte de su justificación y de su justicia respecto al Altísimo y Único Pastor de las almas. Hacen falta magnanimidad y humildad al mismo tiempo, fortaleza sobrenatural al fin y al cabo, y no solo un «instinto de notoriedad»(1963).
Los sacerdotes
«Problema de la vacuidad en el fundamento de las defecciones de sacerdotes. El obispo sabe qué amenaza a los sacerdotes hoy (neomodernismo, Bultmann, Küng), materialismo práctico, pesimismo («la vida temporal no es el valor más alto», en palabras del padre Kolbe). Falta oración, pasión por el studium; el obispo sabe que a los sacerdotes les hace falta unidad, amor mutuo, apertura al mundo. (La Iglesia siempre debe reformarse) (1968).
El papel de los cristianos
«El mundo de hoy está lleno de escándalos varios. El escándalo se ha convertido en cierto modo en un programa de vida social. Al mismo tiempo se despoja a ese escándalo de su fundamental sentido moral: no se llama mal al mal. Y así el mal consigue triunfos aún mayores. Son absolutamente necesarias en el mundo moderno comunidades de cristianos -hijos de Dios- unidas por la verdad y el amor para «desintoxicar el ambiente». (Esta idea me vino también con motivo del encuentro con el Movimiento Oasis). Y aparte de esto es tarea del obispo-pastor crear comunidades así, dar vida a las ya existentes. Oponerse al mal, quitarle en la medida de las posibilidades su dimensión social» (1970).
Su elección como Papa
«El 13 de octubre de 1978 mi querido amigo el obispo Andrzej Deskur sufrió inesperadamente un ictus que le causó una parálisis parcial. A pesar del tratamiento en el Policlínico Gemelli, y más tarde en Suiza, la parálisis no retrocedió. El 14 de octubre visité a Andrzej en el hospital, yendo hacia el cónclave que debía elegir un sucesor tras la muerte de Juan Pablo I (26 de agosto-28 de septiembre de 1978). No me es difícil relacionar el hecho de que el 16 de octubre fui elegido para ser ese sucesor con el acontecimiento que precedió tres días a esa elección. El sacrificio de Andrzej, mi hermano en el episcopado, me parece como una preparación para este hecho. Todo quedó inscrito por medio de ese sufrimiento suyo en el misterio de la Cruz y de la Redención realizado por Cristo. Encuentro una cierta analogía en un acontecimiento de hace once años, cuando estaba en Roma durante el consistorio en el que fui llamado al colegio cardenalicio y mi amigo Marian Jaworski perdió un brazo en un accidente de tren. Andrzej, que llevaba trabajando desde los años cincuenta en la Comisión de Medios de Comunicación (últimamente como presidente de esta), me introdujo en muchas cuestiones de importancia en la Santa Sede. Su última palabra en esta iniciación mía ha sido su cruz. Debitor factus sum… [me he convertido en deudor…]» (1978)
Una iglesia cercana
«¿No experimentó María bajo la cruz aquella «noche» de la que escribe San Juan de la Cruz, «la noche oscura de la fe», frente a las «tinieblas de la incredulidad»? (…) ¿Cuáles son las «tinieblas» de la Humanidad de hoy? El escepticismo cognitivo, en lo referido a la verdad, al tiempo que el empacho de «éxito tecnológico» sin importar la dignidad del hombre ni los verdaderos valores. La Iglesia aprecia el verdadero progreso tecnológico, pero ante todo se guía por la afirmación de los valores y la dignidad del hombre. Trata de estar cerca de todos, en particular de la juventud» (1988). (RD/Agencias)