Leer a Carmen Guaita significa siempre encontrar un hilo de esperanza. De las tinieblas del fanatismo es capaz de extraer un hombre recobrado. Su humanismo no es equidistante, es exigente. Ella escribe como es
(Ediciones Khaf).- La amplia sala de la Fundación Diario Madrid casi se queda pequeña para albergar a todos los amigos, familiares, lectores y compañeros que quisieron acompañar a Carmen Guaita en la presentación de su última novela en Ediciones Khaf: El terrario.
Junto a la autora, intervinieron Juan Pedro Castellano (Ediciones Khaf), Carmen Bieger (Directora Fundación Atresmedia), Juan Antonio Corbalán (deportista, médico y escritor) y Antonio Hernández (Premio Nacional de Poesía).
Jalonaban la presentación lecturas de fragmentos de la novela magníficamente realizada por la actriz María Giménez de Cala y, como no, la música: interpretada al piano por Ignacio Machi.
El terrario es una novela de búsqueda, de ética y de memoria. El viaje moral de un hombre que, como todos, debe escoger entre las exigencias del mundo y las de su propio interior, para responder así a las grandes preguntas de la vida.
Durante el mes de junio de 1959, Juan Arnabal –un empresario vasco que ha sido capaz de llegar desde una aldea minera a la cabeza de un emporio industrial- se encuentra con Ramón Arocha, el hijo no reconocido que dejó atrás. Ramón es tan audaz y ambicioso como él lo fue, pero tiene ideas muy diferentes a las suyas. El conflicto entre padre e hijo, la convulsa situación social y un suceso inesperado trastocan la vida de Juan hasta el punto de cambiarla completamente en el trascurso de cinco jornadas.
Los diversos presentadores insistieron en su agradecimiento por esta segunda novela que Carmen pone en mano de sus lectores. Tal como reseñaron, en cada capítulo, la autora deja traslucir dos cuestiones que son inseparables de su personalidad: luz y bondad.
Y todo ello trenzado con el arte de la belleza (artesana de la Palabra la califica Pepe Oneto en una deliciosa cita que la editorial ha recogido en la cubierta). Carmen persiste en resaltar el valor redentor de la belleza y del arte y sabe perfilar personajes, lugares y emociones que enganchan al lector y terminan colgados en el propio imaginario (como si de personajes reales se tratara).
Como se indicó, esta novela supone un paso más en el camino iniciado con Jilgueros en la cabeza. Se aborda una situación nada fácil pero dejando entrar la luz de la esperanza.
«Leer a Carmen Guaita significa siempre encontrar un hilo de esperanza. De las tinieblas del fanatismo es capaz de extraer un hombre recobrado. Su humanismo no es equidistante, es exigente. Ella escribe como es» (Maite Pagazaurtundúa).