Rosario meditado y reflexión teológico-pastoral

Carlos Romero Mensaque publica ‘El Rosario de María de Nazaret’

"La riqueza de la contemplación y meditación de los grandes Misterios de nuestra fe"

Carlos Romero Mensaque publica 'El Rosario de María de Nazaret'
'El Rosario de María de Nazaret', nuevo libro de Carlos Romero RD

Hoy en día la oración es esencial y, sin embargo, nos cuesta encontrar el lugar y el momento adecuado para hacerlo

(Carlos Romero Mensaque).- Os invito a vivir con intensidad ‘El Rosario de María’ (Círculo rojo), los Misterios de Gozo, Dolor, Gloria, Luz y Misericordia de la mano de María, su Madre y nuestra madre y hacerlo en un clima de oración y contemplación, pero también de Conversión y Predicación porque el cristiano, cuando ora, cuando contempla, cuando su corazón se mueve hacia el Señor Crucificado y Glorificado por Amor, ha de sentirse llamado a la Misión.

La Misión es siempre una vocación activa a compartir, a dar lo contemplado como afirma el lema de mi Orden de Predicadores y que mi padre Santo Domingo hacía vida en las interminables vigilias de oración en que, releyendo la Palabra, se postraba en el suelo y entre lágrimas compartía con el Señor todas las penas y angustias de las personas con las que cada día se encontraba… pero por la mañana se transformaba en el predicador de la gracia, en la persona sonriente y generosa que a todos animaba en la fe.

Lo vamos a hacer a través de la oración del Santo Rosario, plegaria de meditación y predicación. El Rosario es quizá la oración más conocida y extendida en todo el orbe católico desde que la Orden de Predicadores, a finales del siglo XV, la comenzó a popularizar sacándola de los ámbitos monacales de cistercienses y cartujos. Desde entonces, el rosario ha ido muy unido a la predicación misional a partir de la contemplación de los Misterios de la vida de Cristo y de su Madre María.

Esta obra nace con la pretensión de servir a la comunidad cristiana en la oración diaria, bien individual, bien comunitariamente. Hoy en día la oración es esencial y, sin embargo, nos cuesta encontrar el lugar y el momento adecuado para hacerlo.

También nos resulta una dificultad el cómo. Hoy en día se nos proponen muchas formas de orar que buscan ser originales, creativas y a veces resultan meros remedos de otros credos no cristianos vinculados con la filosofía oriental mientras se olvidan las más tradicionales al considerarlas carentes de sentido actual.

Un caso muy concreto es el Rosario, al que se tacha sin más de ser un rezo repetitivo de avemarías hecho con prisa, rutina y desgana. Sin embargo, si acudimos a las fuentes originarias, descubriremos toda su riqueza como contemplación y meditación de los grandes Misterios de nuestra fe.

No en balde los grandes santos de la Iglesia han tenido en el rosario un elemento esencial para afrontar en el silencio el compromiso al que se han sentido llamar. Igualmente todos los papas lo han recomendado muy especialmente. Juan Pablo II añadió los Misterios Luminosos y Francisco ha confesado que se trata «de la oración de su corazón».

El Rosario que ahora animamos a rezar requiere silencio y sosiego para la escucha de la Palabra de Dios. En cada Misterio ofrecemos un texto de la Sagrada Escritura y a continuación un Breve Testimonio de Vida Actual que siempre es real y que quiere servir para centrarnos en nuestra sociedad y en nuestros hermanos los hombres.

Luego vendrá una reflexión teológica y pastoral para mejor comprender el sentido de la Palabra y finalmente un Ofrecimiento y un Compromiso a tener en cuenta mientras se rezan las diez avemarías…porque la oración no es solo súplica, sino también acción de gracias y, sobre todo, el ofrecimiento de mi vida al Señor para lo que Él me pida según los «talentos» que me ha concedido.

Esta obra necesariamente ha de ser adaptada a las necesidades de cada comunidad o de cada persona concreta. De hecho, cada Misterio contemplado y meditado supone una unidad en sí mismo y puede servir para la reflexión de una sola tarde antes de la eucaristía, o en una catequesis o reunión de grupos.

Es fundamental que el padrenuestro y las avemarías que se recen al final conserven el clima de recogimiento y sosiego. Para ello el Ofrecimiento y el Compromiso quieren conducir a una «iluminación» de cada avemaría, que en ella contemplemos con nuestra mente y corazón tanto el Misterio como a las personas y situaciones que se proponen y que de todo ello nazca el compromiso.

Junto a los Misterios Gozosos, Gloriosos, Dolorosos y Luminosos he incluido los que denomino «Misterios de la Misericordia», concebidos para el Año de la Misericordia y que suponen todo un reto para la Iglesia en un mundo tan global de plurisentidos, pues si algo de define al cristiano es, ante todo, el Amor y la Compasión.

Finalmente les animo a entrar sin prejuicios a este Rosario Meditado en la seguridad de que, si unimos nuestra vida a la de Jesús y lo hacemos de la mano de María conseguiremos los frutos de santidad a la que todos aspiramos.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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