La misa la ofició en un altar monumental blanco y azul, en forma de cuenco partido que simboliza una concha del río Tajo
El papa Benedicto XVI ofició hoy una misa en la plaza del Comercio, en el corazón de Lisboa, a la que asistieron unas 200.000 personas -según fuentes de la iglesia portuguesa- en la que exhortó a los portugueses a contribuir a la edificación de Europa con su «identidad cultural y religiosa».
En su primer baño de multitudes en Lisboa, ciudad a la que llegó hoy camino de Fátima, Benedicto XVI dijo que en este mundo cada vez más secularizado es necesario anunciar «con vigor y alegría» la muerte y resurrección de Cristo, «corazón del cristianismo, palanca de nuestra fe, viento impetuoso que arrastra cualquier miedo e indecisión, cualquier duda».
«La resurrección de Cristo nos asegura que ningún poder adverso podrá destruir la Iglesia», agregó el Papa, que añadió que es necesario que la fe prenda en cada uno de los cristianos con fuerza.
Benedicto XVI subrayó que Jesucristo es el único que puede satisfacer plenamente los deseos del hombre y dar respuestas a sus inquietudes sobre el sufrimiento, la injusticia y el mal, la muerte y la vida en el más allá.
El Papa dijo también que a la Iglesia no faltan «hijos insumisos y rebeldes», pero que en los santos reconoce sus propias características y en ellos saborea sus alegrías más profundas.
Benedicto XVI agregó que mirando a los santos, la Iglesia ve que hoy la prioridad es que cada cristiano evangelice en medio de la familia, la cultura, la economía y la política.
La misa la ofició en un altar monumental blanco y azul, en forma de cuenco partido que simboliza una concha del río Tajo, presidido por una gran cruz, levantado en la plaza del viejo palacio Real destruido en el terremoto de 1775, que da al estuario.
La plaza del Comercio sigue aún llamándose Terreiro do Paco (Plaza del Palacio).
Varios centenares de barcos se unieron a la celebración religiosa, ofreciendo la sugestiva imagen del altar y al fondo el mar azul y los barcos multicolores.
Una fragata de la Marina portuguesa vigilaba desde el Tajo, mientras miles de policía lo hicieron en tierra.
Antes de que comenzara la misa, el alcalde de la capital lusa le entregó las llaves de la ciudad y después el patriarca de Lisboa, el cardenal Jose da Cruz Policarpo, le dio la bienvenida.
La misa fue concelebrada por 400 sacerdotes y concluida, el Papa pronunció un breve mensaje conmemorativo del 50 aniversario de la fundación del Santuario de Cristo Rey, el Almada, que domina la bahía lisboeta, con una gran estatua de Cristo.
El Papa donará una casulla al rector del Santuario con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y pedirá a los fieles que promuevan el amor, la justicia y la paz y ayuden a los pobres y los oprimidos.
Esta noche, antes de retirarse a descansar, varios grupos de jóvenes se reunirán ante la Nunciatura, donde se aloja, para cantarle una serenata. (RD/Efe)