Si aSi conseguimos que tengan comida todos los días, educación todos los días, sanidad todos los días, agua para beber sin contraer enfermedades todos los días, luz eléctrica todos los días... haremos real la carta de los derechos humanos
(Juan Pablo López Mendía, misionero español en Benin).- Soy sacerdote de la diócesis de Calahorra, La Calzada-Logroño. LLegué à Benin el 12 de Septiembre de 1996 porque la diócesis de Calahorra tiene una misión diocesana en Benin y la diócesis tiene un compromiso de acompañar la parroquia de Fô-bouré con el fin de que la iglesia diocesana de La Rioja no olvide su catolicidad: estamos para anunciar la Buena Noticia y no sólo en nuestra tierra.
Soy uno de los tres sacerdotes que caminamos en la parroquia de Fô-Bouré, Diócesis de N’Dali, en medio de una población de 85.000 habitantes repartidos en 25 poblaciones, en una superficie de 2.500 km2, en el norte del Benín, en medio de la sabana. Vivimos con tres etnias: baribá, gandó y peul. Celebramos con ellos nuestra fe, en aquellos pueblos en los que hay bautizados (13) y en el resto les acompañamos en el catecumenado en el que van descubriendo el camino de Jesús y la Iglesia.
Nuestras fuerzas se van en visitar cada comunidad al menos cada quince días; en formar y acompañar a los 50 catequistas que tenemos; en formar al pueblo gandó y peul que son los que menos atendidos están por las autoridades; en formar a la mujer en su dignidad y papel en la sociedad. En medio de la evangelización, siempre nuestra primera ocupación, llevamos adelante proyectos de desarrollo gracias a una infinidad de personas y organismos que están detrás de nosotros (Manos Unidas, Mensajeros de la Paz, Energías sin Fronteras, Ayuntamiento de Logroño, Ayuntamiento de Aldeanueva de Ebro, Solidarid con Benin, Phans, Caritas…).
Escolarización de los jóvenes, dispensarios y maternidades, renutrición de niños malnutridos, pozos, embalses, distribución de agua en los pueblos, alumbrado público, constitución de cooperativas de mujeres… son algunos de los proyectos que llevamos entre manos.
Benedicto XVI llega al Benin para encontrar toda la Iglesia de Africa. Africa es enorme, no la conozco ni mucho menos. Solo puedo decir que la iglesia del Benín es una iglesia jóven, viva, llena de ilusión y de esperanza. Teniendo a Dios como referente cada día. Con un número tremendo de vocaciones: sacerdotales como religiosas. Con un episcopado joven que ama a Jesucristo y a la iglesia y que en medio de zozobras y calamidades se levanta de nuevo para seguir a su Señor.
Una iglesia de jóvenes bautizados, de número inmenso de catecúmenos, de obras sociales por doquier. Una iglesia multiétnica pero que se sabe hija del mismo Padre común y familia. Una iglesia que se renueva y se busca y sabe que tiene que mejorar. Una iglesia que da esperanza en medio de la desesperanza. El futuro de Benín es el futuro de todo país que en medio de la pobreza y de la miseria, en medio de la falta de infraestructuras y en medio de un olvido político de los poderosos -¿quién sabe dónde está Benín?- mira a Dios y quiere salir adelante si se le acompaña y se le da las oportunidades.
Es normal, es lo que suena, lo que vende… pero no es el Benín que conozco, aunque existan ciertos fenómenos que hay que seguir depurando (¿en dónde no los hay? no hay más que escuchar la televisión en España!). Derechos humanos significa educación, medios, capacidades, referentes. La cultura tradicional es en muchos casos un hermoso referente, lo ha sido siempre; la luz de la fe es sin duda lo que da luz y sabor al mundo (estoy absolutamente seguro que los mejores embajadores de los derechos humanos son nuestros catequistas y presidentes de comunidades). Si a partir de ahí conseguimos que tengan comida todos los días, educación todos los días, sanidad todos los días, agua para beber sin contraer enfermedades todos los días, luz eléctrica todos los días… haremos real la carta de los derechos humanos en esta tierra pacífica.