Visitará Santa Sofía, celebrará misa en la catedral católica y otra conjunta con el Patriarca ortodoxo Bartolomé
Las autoridades de Turquía van a extremar las medidas de seguridad durante la visita del papa Francisco a Ankara, que comienza este viernes, informa este jueves el diario «Hürriyet» en su edición electrónica. Unos mil policías vigilarán las calles por las que se desplazará Francisco en la capital turca.
También se desplegarán numerosos vehículos antidisturbios por el centro de la ciudad y un total de 2.700 policías estarán de servicio para esta ocasión.
La Fiscalía ha extendido a los cuerpos policiales un permiso general de 4 días para comprobar la identidad de cualquier transeúnte que pase por la zona, registrar sus coches y analizar todo objeto que lleven consigo.
Fuentes de la Judicatura indicaron hoy a Efe en Ankara que este permiso sólo se refiere a la vía pública y no puede extenderse a los domicilios de forma genérica.
Además, nadie que lleve un bolso o paquete podrá acercarse al pontífice o transitar por las calles marcadas como recorrido del Papa, agrega la emisora turca NTV.
Francisco llegará al aeropuerto de Ankara el viernes a las 11.00 GMT, procedente de Roma, y visitará en primer lugar el mausoleo de Atatürk, el fundador de la República turca, un gesto habitual en todas las visitas de jefes de Estado extranjeros a Turquía.
Luego será recibido por el presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, en el recién construido palacio presidencial, que se estrenará con esta visita.
Dada la polémica que rodea el edificio, por su altísimo coste y por haberse construido en una zona verde a pesar de una orden judicial en contra, la invitación ha causado cierta incomodidad en la diminuta Iglesia católica turca.
«Es un poco una pena; habríamos preferido no ser nosotros quienes inaugurásemos el palacio», admitió el vicario católico de Estambul, Louis Pelâtre, en entrevista con Efe, «pero las cosas son así».
Por la tarde, Francisco se entrevistará con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, y con Mehmet Görmez, el jefe de la Diyanet, equivalente al Ministerio de Religión.
Pero según indicó Pelâtre a Efe, estas visitas son apenas protocolarias y no se prevé negociar cuestiones concretas de la Iglesia católica en Turquía.
Francisco se desplazará el sábado de Ankara a Estambul, donde llegará a las 08.30 GMT.
Allí, visitará en primer lugar la antigua basílica bizantina de Santa Sofia, hoy clasificada por el Estado turco como museo, y la cercana Mezquita Azul.
Luego celebrará misa en la catedral católica del Espíritu Santo, situada a pocos cientos de metros de la plaza de Taksim, en el centro de Estambul.
Dado que también acudirán representantes de las tres iglesias católicas orientales -armenios, siriacos y caldeos- que existen en Turquía, la misa incluirá algunos elementos de sus liturgias y tal vez cantos en arameo, adelantó el vicario a Efe.
Esa misma tarde, Francisco realizará una oración con el Patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo I, en la iglesia ortodoxa de San Jorge, y luego se entrevistará en privado con este dignatario en su residencia.
El domingo, tras una misa privada en la delegación apostólica de Estambul, el papa acudirá nuevamente a San Jorge para celebrar una misa conjunta con el Patriarca, en un gesto de acercamiento entre ambas Iglesias hacia una futura reunificación.
Tras almorzar con Bartolomeo, el pontífice abandonará Estambul a las 14.45 GMT para volar de regreso a Roma
Trampolín, para los cristianos de Irak
Cada día, decenas de cristianos iraquíes hacen cola ante la sede de la comunidad caldea de Turquía en busca de ayuda para el exilio o una nueva vida. Detrás de la puerta de este edificio gris de Estambul, les aguarda la esperanza.
Varias personas esperan pacientemente su turno, en vísperas de la visita del Papa a Turquía, que comienza el viernes. Son hombres y mujeres, en su mayoría cristianos, obligados por la guerra y la inseguridad a irse de Mosul o Bagdad.
Entre ellos, figura una madre de cinco hijos. La llamaremos Hanna, para respetar las reglas de anonimato del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). «Estuve cinco años en Siria, hace un mes que llegué a Turquía», cuenta. «Vengo a ver al padre François para que me ayude a ir a Australia, quiero que mis hijas estudien allí».
François Yakan es vicario de la comunidad caldea. Desde que fundó su asociación de ayuda cultural y social (Ka-Der en turco) en 2005, estudia personalmente la situación de cada uno de los refugiados. Y casos no le faltan: solicitudes para registrarse ante ACNUR, impagos de facturas, alquileres o ayuda alimentaria. Lo abarca todo.
«La situación de los refugiados es insoportable», denuncia el sacerdote en francés. «Las peticiones de exilio pueden llevar años, porque los países de acogida escasean y porque aquí, en Turquía, hay demasiadas demandas», protesta. «En general, sus familias que se encuentran en el extranjero les ayudan, pero no tienen derecho a trabajar y aún menos a la seguridad social. Entonces, es muy duro», explica.
Frente a él, se encuentra un matrimonio de Mosul. Faer, operado cuatro veces del corazón, agita las facturas del hospital que sabe, que nunca podrá pagar, mientras Asmaa llora a lágrima viva. «Estamos tirados desde 2008. Primero, en Líbano, ahora aquí, y ya no sabemos a dónde ir», cuenta ella sollozando.
– «Los sirios también…» –
El padre Yakan descuelga de nuevo el teléfono para pedir ayuda a una asociación turca. «Vamos a negociar una reducción, hay que ayudarles», afirma. «El problema -dice- es que no podemos ayudar a todos los que lo necesitan».
Su presupuesto, en comparación con el de las grandes ONG humanitarias, es irrisorio. Alrededor de 150.000 euros anuales, exclusivamente para la ayuda de emergencia. Para todo lo demás, hay que contar con la generosidad de la comunidad cristiana de Estambul y con donativos de otras instituciones.
Es el caso sobre todo de Cáritas Luxemburgo o de Echo, la oficina de ayuda humanitaria de la Unión Europea (UE) para un proyecto que permite a Ka-Der alimentar a más de 800.000 sirios cada año, en territorio sirio. «Como si no tuviéramos suficiente con los iraquíes, ahora también ayudamos a la población siria», suspira François Yakan.
Un vía crucis. Pero el vicario se siente orgulloso de los resultados de su trabajo. En casi diez años, su asociación ha ayudado a 55.000 refugiados que han logrado encontrar un país de acogida. Un logro para la comunidad caldea de Turquía, «la primera iglesia católica» de la historia, en palabras de François Yakan, que ahora sólo cuenta con 816 miembros en todo el país. «Nuestro papel consiste en proteger la fe de todos los cristianos de Oriente, que son perseguidos precisamente a causa de ella», explica.
La amenaza que pesa sobre ellos se ha agravado con la ofensiva de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria. Por eso, el padre espera que el papa Francisco les eche una mano durante su visita a Turquía. «Su llegada a Turquía es una buena señal para la paz en Oriente Medio», estima. «Y una señal de esperanza» para los cristianos de la zona, añade. (RD/Agencias)