Voy a llevar al Papa Francisco a los tribunales, porque me copia las ideas
(José Manuel Vidal).- El padre José Alfaro es riojano, misionero escolapio de los de raza. Ha dejado un rastro en escuelas a su paso a lo largo del tiempo y de la geografía de los lugares en los que ha ejercido su vocación durante cincuenta años: en Argentina, la India y Nepal, donde procura pasar la mayor parte del tiempo en la actualidad. Asegura que la mejor manera de promocionar a la gente pobre es a través de la educación.
Es lo que lleva en el corazón, la idea de José de Calasanz. Nos recibe en el centro de misiones escolapias, porque ha venido a España a buscar apoyo para las últimas escuelas que está poniendo en marcha. Vamos a hablar de la situación de las diferentes religiones allí, del sistema de castas y de los estragos del terremoto. También de su ejemplo de religioso en las periferias, que come sólo arroz con algo de hierbas («si ellos viven, yo vivo»). Y de la auténtica inspiración que es ahora Francisco.
Cincuenta años de vida entregada a los más desfavorecidos
Sí, primero estuve en Argentina durante veintiocho años y de allí me trasladé a la India, donde he pasado veinte años entre la India y Nepal, para torear un poquito las leyes de visado que no te permiten pasar más de cinco meses ni en un sitio ni en otro.
¿Cuánto tiempo lleva en Nepal?
Pues no te puedo decir con seguridad, pero alrededor de cinco años.
Ahora está montando una red de escuelas gracias a los donativos que recibe de España. ¿Cuántas escuelas tiene ya montadas tanto en la India como en Nepal?
En la India dejé diez escuelas que las ofrezco a quienes se comprometan a continuar el trabajo escolar. En Nepal, alrededor de veinte. No estoy seguro porque, por las cuestiones de visado que te comentaba, he estado saliendo a una provincia de la India que se encuentra cerca y que se llama Sikkim, en donde he abierto tres «escuelitas» y dos más en West Bengal (provincia de la India situada al sur de Sikkim), ya que Sikkim es un lugar conflictivo por la situación de sus fronteras y no te permiten pasar más de un mes.
Nos comenta que cuando llegó a la India su destino fue Kerala, un lugar hermoso y sin problemas. Que llegó pensando en los intocables, en la pobreza, y encontraba mal, en una contradicción.
Mi ilusión es ir con los más pobres. A los lugares más alejados donde nadie quiere ir, donde es difícil vivir. Allí es donde me encuentro cómodo. Hablé con mi superior y él entendió los sentimientos que me movían. Me dijo: «Te entiendo muy bien, te voy a dar todos los permisos y todas las bendiciones. Ve a buscar la renovación de tu propia vida espiritual y religiosa. Pero no embarques a los demás en tu aventura y ¡no me pidas un mango!» La escuela pía me ayuda para vivir, pero soy yo el responsable de buscar apoyo para las escuelas.
¿Cuánto cuesta una escuela en Nepal ahora?
Depende de cuál es el lugar. Yo las hago en lugares alejados, en las montañas, de difícil acceso, donde no hay caminos. Lo que más cuesta son los materiales y llevarlos hasta allí. Como he tenido muy malas experiencias con los arquitectos, los consultores…que si pueden se aprovechan, he aprendido la lección y pongo un límite; si tienen terreno para edificar les prometo 50 lacs, (casi 50.000€), si no lo tienen les ofrezco 15 lacs más. En total 65. En uno de estos lugares, en Chinchu, es donde me encontraba cuando vino el baile del terremoto.
¿Dónde le pilló el terremoto?
Me encontraba a tres horas de Chinchu, en Surke. Todos los años por estas fechas vuelvo a España a buscar apoyo logístico, y tenía un billete de Surke a Katmandú, de donde salía el avión. En Surke hay un convento al que voy cada viernes por la tarde para dar ayuda espiritual a las monjas. El sábado, que allí es festivo, celebro la misa y el domingo me vuelvo para la montaña.
Dos horas antes de la salida del autobús empezó el baile. Conozco los terremotos porque he pasado años en los andes, y no me asustan, pero me di cuenta de que era importante.
¿En el momento del terremoto estaba a cubierto?
Estaba en el convento, con dos monjas, y salimos corriendo a la calle. Tembló todo Nepal. El primer epicentro fue en Gorka, así que Katmandú, que está muy cerca, tuvo las peores consecuencias. A la media hora vino otro, también muy fuerte.
En Katmandú solo hay una iglesia, he hablado con el cura y me ha dicho: «hermano,todas las casas de Sindhupalchok se han venido abajo».
¿Y el autobús pudo viajar?
Pudimos llegar, viajamos de noche sin ver lo que había pasado, cuando llegamos a Katmandú fue terrible. Solo hay una carretera, de este a oeste (1000 Km). La del este fue la afectada. Pudimos llegar al oeste, adonde se han desplazado cientos de miles de personas. El gobierno puso 500 autobuses a disposición de la gente que quisiera salir con destino al oeste porque tenían pánico.
Katmandú ha tenido muchos terremotos en la Historia. Es una ciudad ubicada en un valle y rodeada de montañas inmensas. Cada cierto tiempo vienen esos terremotos y cantidad de muertes. La gente lo sabe y por eso salen del valle. Cuando empezó el terremoto la gente salió disparada, igual que los extranjeros. Inmediatamente se llenó el aeropuerto, que es el peor de Asia, con filas de gente esperando para conseguir un billete.
¿Antes de salir de Katmandú pudo ver cómo quedó la ciudad, caminar por allí, asistir?
Sí, porque yo salía el día 1 y estuve desde el 25. Te tengo que decir que las noticias que vienen producen una impresión más catastrófica de lo que es la realidad, porque los medios nos presentan las fotos más tremendas. Pero no todo es así. Cuando yo me vine, los comercios comenzaban a abrir, la gente ya volvía a sus casas. Comenzaba la vida poquito a poco. Una semana estuvo todo cerrado.
¿Cómo expresa la gente la situación por la que está pasando?
Los nepalíes son gente muy dura, resistente y trabajadora, desde pequeñitos están subiendo montañas, las mujeres llevan enormes pesos a cuestas… La vida allí es muy exigente. Imagínate que para llegar adonde vivía el año pasado, tenía que subir tres horas caminando por la montaña desde donde me dejaba el autobús.
¿A qué altura: mil, dos mil metros?
Más, más, desde allí se ven todos los Himalayas, con toda su nieve. A mí me encanta. Pero es dura la vida allí.
¿Es muy pobre la gente?
Sí, tanto en medios materiales, como en la forma de vida, y en la comida. Yo vivo como ellos, es mi inspiración vivir lo más pobremente que puedo, ayudarlos especialmente con la educación, pero llevo también mis medicinas porque no hay allí ningún dispensario. No hay nada. Les curo las heridas, con medicinas comunes, para las lombrices, la sarna, piojos, fiebres…, no antibióticos.
¿Y cómo vive?
Alquilo una habitación chiquitita, con las paredes y el suelo de barro, como las que ellos tienen, y allá vivo. La abuela de la casa me hace la comida, que consiste en arroz y verduras, que unas veces son acelgas y otras alguna hierba que cogen de por allí y saben que es comestible. Son dos comidas al día; una sobre las nueve de la mañana y otra por la tarde, a las siete. Yo la distribuyo en cuatro veces.
¿Ése es el alimento habitual?
A veces me dan lentejas, alguna judía, alguna patata, pero poquito. Escatiman mucho.
¿Y carne o pescado?
Ordinariamente, nunca. Este año no he visto la leche ni los huevos. Alguna vez, cuando hay una fiesta importante, matan una gallina, que la hacen muy bien, pero te dan algún trocito chiquitito y nada más.
¿Luz eléctrica, teléfono?
Aunque Nepal es muy rica en electricidad, no hay infraestructuras. Y en las montañas, peor todavía. Yo me defiendo con una vela y una linterna.
¿Hay duchas, servicio?
No. Quizá es uno de los problemas más importantes que tengo, cuando voy a empezar una misión es lo primero que pido al encargado. A la comida ya estoy acostumbrado: si ellos viven, yo vivo. He estado en lugares muy difíciles, adonde nadie va, ni siquiera los curas. Pero yo tengo ese espíritu aventurero de ir donde más se necesita.
Y lo sigue haciendo a sus… ¿70 años?
Pongamos 78.
¿Y se sigue sintiendo con fuerzas, con ganas?
Sí, me encuentro muy bien gracias a Dios; una semana antes del terremoto me subí una montaña, cinco horas para arriba, cuatro horas para abajo. Me caía, porque no hay caminos y tienes que ir entre la maleza. La montaña me chifla.
¿Nunca ha tenido enfermedades?
Más o menos tienes tus goteras. Lo único que he tenido es la malaria cerebral, que es muy mala. La pesqué en la India y nunca he estado tan cerquita de irme al otro barrio. Porque, como sabes, no tiene cura. Dicen que han conseguido una vacuna, pero la industria no quiere comercializarla porque pierde dinero…, y yo he visto morir a mucha gente.
Estaba en la selva de la India y vivía en unas condiciones muy pobres. Allí hay muchos mosquitos y es muy común tenerla. Son unos síntomas horribles, y la gente que me rodeaba y que sabía estas cosas tenía sus remedios caseros. El catequista me preparaba un brebaje con un líquido de lo más amargo que te puedas imaginar, y me lo llevaba para contrarrestar los síntomas. Tuve que ir al hospital y allí me dieron quina, que llevo a todas partes para cuando veo que va a comenzar a atacarme, frenarla.
¿Cómo reza allí, en medio de la aldea?
Pues mira, este libro es el Nuevo Testamento.
Pero esto…está en nepalí, ¡no hay quien lo entienda! ¿Conoce perfectamente la lengua?
Tanto como perfectamente, no, pero he estudiado mucho, transliterando gramáticas. Fíjate, lo que está en rojo es nepalí, y lo que está en negro, castellano.
¿Está haciendo un diccionario?
He hecho muchos, transliterando gramáticas.
¿Y eso está impreso?
No, estos cuadernos son de uso personal. Voy a mostrarte ahora un arma secreta que llevo siempre y que saco cuando tengo problemas con la policía. Cuando la policía me dice «¿qué está usted haciendo ahí en Nepal?» yo les digo que estoy estudiando. Y ellos me dicen «usted estudiando, ¿con lo viejo que es? ¿Y qué estudia?» Yo les digo que nepalí; saco el texto y me pongo a cantarlo. Canto el himno de Nepal, y entonces la policía me felicita y me deja pasar.
Entonces es su arma secreta para entrar y salir del país.
Eso es, para cuando tengo problemas. Me gusta mucho la música y la he estudiado. Los nepalíes tienen una música propia muy antigua cuya escala es de cinco notas, a diferencia de la nuestra, que utiliza doce. Se llama pentatónica. Yo procuro hacer composiciones de cantos nepalíes en esta escala, y a ellos les gusta mucho. Me sirve para enseñarles oraciones.
Es usted, español, el único religioso europeo en Nepal en este momento.
Eso me dicen y yo no he visto otro. Conozco a un jesuita canadiense que es muy anciano, y el que suscribe. Y te cuento el porqué: de los 28 millones de habitantes que tiene Nepal, 7000 somos católicos, lo que significa que no hay vocaciones.
Entonces, ¿la mayoría es hindú?
Nepal era una monarquía hindú hasta la independencia, hasta la democracia, hace diez años. Era la religión oficial. Pero aquí nació Buda, que estuvo predicando por todo Nepal, y especialmente en las montañas y el Tíbet, de manera que los habitantes de las montañas, aunque tengan al lado los templos hinduistas, en su corazón son budistas.
Como sabes, los budistas tienen un sentido de la paz, de la bondad y de la hospitalidad que resulta muy fácil a la hora de convivir. Son buenos, aunque también pillos.
¿Hay libertad religiosa en este momento?
Ahora, sí. Se está trabajando un poquito más en la evangelización, porque los católicos respetamos mucho las religiones de los demás, no presionamos, como hacen los protestantes. Ofrecemos lo que tenemos y si te gusta, bien, te puedes bautizar si quieres.
¿Algunos se convierten?
Yo tengo en la habitación colgadas muchas estampas, del Via Crucis, por ejemplo, y cuando vienen a buscar medicamento, las miran y me preguntan acerca de ellas, los nombres, por qué está en la cruz, quién le puso eso en la cabeza… Así comienzo a predicar y a evangelizar, porque aquí no saben ni el nombre de Jesús, ni el de María.
Y depende también del lugar donde estés y de la familia con la que vivas, de su casta, puedes vivir más o menos bien o mal. Ahora vivo en una habitación que me han alquilado en la casa de una familia de la casta chatria, que es una casta superior (militar), solo por debajo de los brahamanes (que son como sacerdotes). Ellos saben esto y que los que los rodean son intocables, parias, y no los dejan entrar en su casa, así que cuando vienen a por medicinas o a que les cure, me llaman a voces y tengo que salir y hacer lo que sea fuera.
Este sentido de casta es muy duro, lo tienen dentro, por más que les digas que somos todos iguales. Te voy a contar una anécdota. Estaba en Dalam, buscando una tierra para comprar, y había muchos hombres conmigo, mirando la tierra, recorriéndola. Al final, el dueño del terreno nos invitó a su casa para tomar el té. Vamos para allá todos contentos y me doy cuenta de que hay dos hombres sentados en un ribazo y que no vienen con nosotros.
Le pido a un compañero que les diga que vengan, y me explica que no pueden venir porque son intocables y saben que no pueden entrar en la casa del señor. Dije entonces que si ellos no iban, yo tampoco. Conversaron entre ellos, los llamaron, y no fueron a la casa, sino a otro lugar, y al rato aparecieron con la flor del Nepal, que es la del rododendro, y me dieron un ramo de flores, como agradecimiento.
¿Es verdad que los intocables, los dálits, son los que más se están convirtiendo?
Los intocables, especialmente en la India, son muy pobres y el gobierno los ayuda. Pero como dentro del cristianismo decimos que todos somos iguales, el gobierno no ayuda a los intocables cristianos, porque ellos también lo dicen. El obispo siempre está intentando que se ayude a los intocables, aunque sean cristianos. Es uno de los motivos por lo que no quieren hacerse cristianos, para no perder las ayudas. Los que suelen convertirse son los que no tienen religión.
¿Hay también gente que no tiene religión?
Sí, son animistas, creen en un Dios todopoderoso y lo honran, pero no tienen dioses. Esto se da sobretodo en la selva. Ahora mismo en la India hay muchos estados que prohíben mediante leyes la conversión, y convertir. Incluso han reconvertido a muchos animistas aduciendo que se convirtieron porque los obligaron. Pero fíjate, no los han reconvertido a lo que eran, animistas, sino al hinduismo. Ese es el problema que tenemos ahora.
¿Qué eco tiene allí la llegada a Roma del Papa Francisco?
Depende de la cultura de la gente y del acceso que tengan a la información.
¿Hay televisión?
Sí, pero yo tengo fotos del Papa en la pared y me preguntan quién es. Tampoco saben dónde está España, pero saben perfectamente quiénes son Messi y Ronaldo y llevan la camiseta del Barcelona y de la selección española. De fútbol saben un montón.
¿Qué impresión tiene usted del Papa Francisco?
Pues no es que seamos amigos pero nos conocemos porque coincidimos en Argentina, él era provincial y le pedimos que nos hiciera los ejercicios espirituales. De manera que le tuvimos de director en San Miguel, en Buenos Aires. Y le digo una cosa, yo le quiero mucho pero le voy a llevar a los tribunales.
¿Al papa?
¿Sabes por qué?
¿Por qué?
Porque me copia las ideas. Lo que he estado predicando y viviendo durante muchos años él lo está predicando también. Así que estoy muy contento de su predicación y de los signos que está dando a la gente.
¿Cree que van a cuajar sus reformas?
Aunque sabemos que tiene enemigos, va a cambiar la mentalidad de muchos curas y obispos. Ya lo estoy viendo aquí, en España, porque aunque viva lejos procuro estar al tanto de lo que pasa.
¿Cree que está calando?
Sí, de a poquito. Muchos otros no son del mismo parecer, cada uno tiene su propia inspiración y hay que aceptarlo.
¿Cuándo vuelve a Nepal?
En cuanto acaben las fiestas de mi pueblo. Logroño tiene de patrono a San Bernabé, que es el 11 de junio, y todos los años las peñas de los mozos suelen repartir una jarrita de vino con un pez, y yo siempre digo que sin el pez no me marcho. De manera que el día 12 tengo que venir a Madrid para coger el avión.
¿Se va para quedarse?
Bueno, yo siempre me voy para allá un año y vuelvo para buscar un poco de mosca, porque si no, no hay escuelas.
¿Cómo se puede ayudar?
Conectándose con mis hermanos que son mis secretarios.
Mensajeros de la paz ha lanzado una campaña para ayudarle en este sentido.
Ayer mismo estuve con el padre Ángel en la iglesia de San Antón. Me contó que había ido a Nepal y que había estado con el padre párroco de la Iglesia de la Asunción, a quien yo le había recomendado que acudiera porque podía fiarse de él. Hay que saber a quién se da el dinero y estar seguro de que llega todo porque hay mucha corrupción.
¿Le duele que se esté olvidando ya el Nepal?
Es mi preocupación, cada vez sale menos en los periódicos y allí quedan miles de casas destruidas. Está bien que se envíen alimentos, pero soluciona hoy y mañana.
Y seguro que a sus montañas no llegan.
Pues mira, en Sidupalchor, donde yo vivía y que es donde más muertos ha habido, no llegan ni los del gobierno, ni Cáritas. El único que llega es el padre párroco de quien te hablaba, que va con algún voluntario a llevar cosas.
Entonces, nos hace un llamamiento a la sociedad española para que sigamos ayudando.
Que no se corte el interés, que no pase como en Haití, y que se vigile que las ayudas llegan a sus destinatarios y no se quedan por el camino, que se aseguren de que el gobierno no se apodera de las cosas o que las usa para otros fines.
¿Un último consejo?
Soy un pobre hombre que trabajo por los demás. Nunca he tenido tanto trabajo ni tantas dificultades, pero nunca he sido tan feliz, porque siento que estoy haciendo lo que debo hacer. Mi consejo para todo el mundo es que sea fiel a la inspiración que tiene en su corazón, y siga haciendo el bien a los demás.
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-Me siento cómodo con los más pobres, en los sitios alejados, donde nadie quiere ir.
-Mi superior me entendió, pero me pidió que no embarcara a los demás en mi aventura.
-Lo que más me cuesta de hacer una escuela es llevar los materiales al medio de una montaña.
-Conozco los terremotos desde mis años en los Andes y me di cuenta en Nepal de que aquel era importante.
-En el aeropuerto de Katmandú, que es el peor de Asia, ese día cundió el pánico.
-Todos los comercios estuvieron cerrados una semana.
-Les curo las heridas con medicinas comunes para las lombrices, la sarna… Ahí no hay dispensarios ni antibióticos.
-Aunque Nepal es muy rica en electricidad, no hay infraestructuras: me defiendo con una vela y una linterna.
-En la India pesqué la malaria cerebral, pero resistí controlándola con quina.
-Sigo estudiando la gramática nepalí, y su música, que tiene una escala de cinco notas.
-Aquí no saben ni el nombre de Jesús ni el de María; yo empiezo a predicar con sus imágenes.
-El gobierno no ayuda a los intocables cristianos, porque dicen que todos somos iguales.