Si las negociaciones (del Gobierno con las FARC) se afianza y consolidan, yo le prometo que en 2017 voy a Colombia
El papa Francisco citó a Cantinflas -después de que una periodista le regalase algunas de películas del cómico hace unos días- y no dudó en ponerse el sombrero tradicional durante el vuelo que le llevaba a México, para comenzar con humor una visita que aseguró será «muy dura».
«El otro día al comenzar la audiencia vuestra decana mexicana (la corresponsal de Televisa, Valentina Alazraki) me esperaba para entrar en el túnel del tiempo al regalarme las películas de Cantinflas. Y así he entrado en México por la puerta de Cantinflas que hace reír bien«, dijo el papa a los 76 periodistas que viajan con él hacia La Habana y después a Ciudad de México, entre ellos Efe.
Después recibió un sombrero mexicano con bordados de su imagen, la de la Virgen de Guadalupe y el mapa de Latinoamérica y que había sido entregado por una familia mexicana.
Se le contó que tanto Juan Pablo II en sus cinco visitas como Benedicto XVI habían recibido un sombrero y Francisco divertido no dudó en ponérselo.
El papa empezó con humor un viaje que aseguró será «muy duro» y con una agenda «muy apretada» y en el que además ha incluido la escala en La Habana para encontrarse con «el hermano Cirilo (Kiril)», el patriarca ortodoxo ruso, en un encuentro «muy querido» por ambos.
Francisco acudió a la parte trasera del avión, donde se encuentran los periodistas, tras el desayuno y a ellos les confesó que su deseo más profundo en este viaje es el «detenerse ante la Virgen de Guadalupe».
El papa explicó que la devoción por la «Virgen Morena» «no tiene explicación humana» pues «es algo que llega de Dios», pues incluso «hasta los ateos mexicanos se sienten guadalupanos» y este será el mensaje que llevará a los mexicanos.
Aprovechó esta ocasión para despedir y agradecer el trabajo de Alberto Gasbarri, que durante los últimos 37 años se ha ocupado de organizar los viajes pontificios y de dar la bienvenida al monseñor colombiano Mauricio Rueda, que bromeó «no es ni de pasta, ni de tequila sino de tinto (café)».
«Y ahora quiero saludaros», dijo el papa que comenzó como es habitual a recorrer el pasillo del Airbus A330 de Alitalia para detenerse a conversar con cada uno de los periodistas.
Hubo momentos de risas, como cuando un periodista mexicano le entregó un par de zapatillas de deporte para que fuese más cómodo en este viaje, «ya que tendrá que andar mucho».
Otros le regalaron libros para agregar a su biblioteca, pero también una cesta con dulces y hasta una invitación de boda.
También en un sobre cerrado, cartas de niños mexicanos con sus preguntas y esperanzas a lo que Francisco comentó que le encantaban las misivas de los pequeños y recordó como en marzo saldrá un libro con sus respuestas a los mensajes que le envían los críos.
Habló hasta de fútbol al ser felicitado por la última victoria del equipo del que es seguidor, el San Lorenzo de Almagro, por goleada (4-0) al Boca.
«Pero recuerde que lo que a nosotros no nos gusta es el caldo de gallina», dijo el papa bromeando en una referencia a los históricos adversarios del River.
Un periodista colombiano le llevó dos paquetes de tinto y le recordó que en una ocasión le había prometido que si le llevaba café iría a Colombia.
«Si las negociaciones (del Gobierno con las FARC) se afianza y consolidan, yo le prometo que en 2017 voy a Colombia«, aseguró Francisco sobre el esperado viaje a este país que se cree podría ser en el primer semestre del año que viene.
«Pero viniste tú y eso es suficiente», le dijo a otra periodista que bromeó sobre qué no le había regalado nada y agregó que el mejor regalo era «el trabajo y la buena voluntad».
Francisco repartió bendiciones, mensajes de ánimo y se hizo «selfies» con quien se lo pidió siempre con una sonrisa.
Pero el momento más llamativo se produjo cuando uno de los periodistas se arrodilló y le limpió los zapatos.
Tras limpiar los zapatos al papa, le regaló el paño y el cepillo. Quizá los regalos que más apreció hoy Francisco.
Limpiabotas del Papa
Lo que no se podía esperar el papa Francisco en el avión que le lleva a La Habana y después a Ciudad de México es que un periodista mexicano se arrodillase y le limpiase los zapatos.
Se llama Noel Díaz es el fundador de la radiotelevisión católica «El Sembrador» con sede en Los Ángeles (EE. UU.) y que vuela junto a los otros 75 periodistas, fotógrafos y teleoperadores que viajan en el avión con el papa para su visita a México.
Su historia fue la más comentada durante las 12 horas de vuelo.
Su intención era la de regalar al papa una caja con los utensilios para limpiar los zapatos, recuerdos de una niñez en un barrio de Tijuana, pero alguien le animó a contar a Francisco su historia.
El papa Francisco acudió a la parte trasera del avión, donde se encuentran los periodistas, tras el desayuno, y tras un mensaje breve en el que explicó que el viaje será «duro» pasó, como es habitual, a saludar a cada uno de los periodistas que viajan con él.
Cuando llegó el turno a Díaz, al oído le contó al papa que cuando era pequeño oyó a su mamá, una madre soltera, que no podía pagarle el traje para hacer la Comunión y entonces salió a la calle a ganarse unos pesos como limpiabotas.
Después pidió permiso al pontífice mexicano y se arrodilló para con un cepillo y un paño sacar brillo a los zapatos negros del papa.
Como tantos miles de mexicanos después emigró a Estados Unidos y ahora trabaja en el campo de la óptica fabricando lentes, pero ha fundado la radiotelevisión católica «El Sembrador» muy seguida por los inmigrantes latinoamericanos.
Como ferviente católico, Díaz preguntó al papa qué podían hacer los laicos para ayudarle y Francisco les invitó «a salir de las cuevas».
Francisco recibió hoy multitud de regalos, libros, dulces, música y un sombrero mexicano con bordados su imagen, la de la Virgen de Guadalupe y el mapa de Latinoamérica y que había sido entregado por una familia mexicana durante el viaje a Cuba.
Otro periodista mexicano le entregó un par de zapatillas de deporte para que fuese más cómodo en este viaje, «ya que tendrá que andar mucho».
Pero seguramente el regalo que más tocó el corazón de Jorge Bergoglio fue el paño y el cepillo de aquel «niño» que quería hacer la Comunión.(RD/Agencias)