Tras el primer arresto de Ball en 1992 Carey habría llamado a la fiscalía para interesarse por el asunto, interrogante al cual habría recibido la respuesta: "El caso está cerrado"
(Cameron Doody).- «Sabe que lo van a criticar y, al hacerlo, tendrán razón». Según una fuente con la que ha hablado el Telegraph británico, George Carey, el arzobispo emérito de Canterbury, reconoce que no actuó de la mejor forma frente a la actividad pedófila del también obispo emérito de Gloucester y su amigo personal, Peter Ball.
«Obviamente la Iglesia no gestionó muy bien el caso y Carey fue ingenuo al fiarse de Peter Ball», dijo la fuente, cercana al prelado. Y añade: «Reconoce ahora que no actuaba de forma cristiana con las víctimas de Ball. Admitiría que no cumplió totalmente con sus deberes pastorales para con las víctimas».
La fuente citada por el periódico se referiría así a las novedades que se han producido en las últimas semanas en las investigaciones de la Comisión Independiente sobre el Abuso Sexual Infantil del Reino Unido (IICSA), un organismo encargado de depurar responsabilidades por las negligencias en casos de abusos sexuales, que históricamente ha habido en varias instituciones del país.
Por el cargo que ostentaba de máximo responsable de la Iglesia de Inglaterra desde 1991 hasta 2002, a Carey se le acaba de asignar la condición de «participante principal» en los procedimientos de la IICSA, y como tal tiene derecho a su propio abogado distinto al de la Iglesia anglicana y al acceso de toda la documentación de la Comisión.
Como recoge el Telegraph, al conceder a Carey este estatus legal, la profesora Alexis Jay, presidenta de la IICSA, dijo: «La Comisión tendrá en cuenta que cualquier defecto identificado (en relación con el caso de Peter Ball) puede ser representativo de defectos más amplios en la Iglesia de Inglaterra en general». Como Carey fue el cabeza de la Iglesia anglicana durante 11 años, «es posible que pueda ser objeto de críticas explícitas por parte de la Comisión».
Peter Ball fue detenido en 1992 bajo sospecha de haber cometido abusos sexuales, pero como solo recibió en esta ocasión una advertencia, no una pena firme, pudo seguir trabajando hasta que le detuvieron de nuevo en 2007.
Una de las incógnitas que la Comisión Independiente tendrá que aclarar es la del rumor de que tras el primer arresto de Ball en 1992 Carey llamó a la fiscalía para interesarse por el asunto. Y desde la Fiscalía le habrían respondido: «El caso está cerrado».
El arzobispo emérito de Canterbury tendrá que explicar asimismo por qué seis cartas que contenían alegaciones serias contra Ball fueron encontradas en tiempos de Carey en el Palacio de Lambeth, sin que hubieran conducido a la puesta en marcha de ninguna investigación de la Iglesia anglicana.
Ball, ahora de 84 años de edad, fue condenado el pasado octubre por abusos que cometió contra 18 jóvenes entre los años 1977 y 1992.