Lo ideal sería repetir un estudio similar en una población católica, en una musulmana y ver si el mismo sistema se activa en los distintos grupos
La fe funciona como una droga?
¿Es posible desengancharse de una religión, sentir celos o emocionarse ante la divinidad?
Investigadores de la Facultad de la Medicina de Utah creen que, cuando menos, las experiencias religiosas y espirituales activan los mismos circuitos cerebrales que el sexo, los juegos de azar, la música o las drogas.
El neuroradiólogo Jeff Anderson, uno de los jefes de la investigación (que se ha enfocado especialmente a los creyentes mormones), abre esta puerta, para «entender cómo el cerebro participa en experiencias que los creyentes interpretan como espirituales, divinas o trascendentes». El estudio ofrece nuevas posibilidades, gracias a las tecnologías de imágenes cerebrales.
El trabajo, que se ha publicado de «Social Neuroscience», trata de determinar qué redes cerebrales están presentes cuando se activan sentimientos espirituales, por lo que crearon un ambiente que llevó a los participantes en el estudio (19 personas) a «sentir el Espíritu». Los participantes tenían un botón en el pecho que debían presionar cuando experimentaban un sentimiento religioso.
Durante exploraciones con imágenes por resonancia magnética funciona (fMRI, por sus siglas en inglés), 19 miembros jóvenes adultos de la iglesia –siete mujeres y 12 hombres– realizaron cuatro tareas en respuesta a contenidos destinados a evocar sentimientos espirituales.
Los investigadores recopilaron evaluaciones detalladas de los sentimientos de los participantes, quienes aseguraron haber experimentado sentimientos similares a los del culto, así como sentimientos de paz y sensaciones físicas de calor, así como emociones intensas.
«Cuando se pidió a nuestros participantes del estudio que pensaran en el Salvador, en estar con sus familias para la eternidad, en sus recompensas celestiales, sus cerebros y cuerpos respondieron físicamente», destaca Michael Ferguson, otro de los investigadores.
Además de los circuitos de recompensa del cerebro, los investigadores descubrieron que los sentimientos espirituales se asociaban con la corteza prefrontal medial, que es una región cerebral compleja que se activa mediante tareas que incluyen valoración, juicio y razonamiento moral. Los sentimientos espirituales también encendieron regiones cerebrales vinculadas con la atención focalizada.
El trabajo de otros expertos sugiere que el cerebro responde de manera muy diferente a las prácticas meditativas y contemplativas características de algunas religiones orientales, pero hasta el momento se sabe poco sobre la neurociencia de las prácticas espirituales occidentales.
El estudio es la primera iniciativa del Proyecto Cerebro Religioso, lanzado por un grupo de investigadores de la Universidad de Utah en 2014, con el fin de comprender cómo funciona el cerebro en personas con profundas creencias espirituales y religiosas.
Aunque los investigadores reconocen que «hay diversos tipos de experiencias» espirituales y que «es difícil compararlas», aseguran que hay modos en los que esto se puede lograr.
«Lo ideal sería repetir un estudio similar en una población católica, en una musulmana y ver si el mismo sistema se activa en los distintos grupos».
Algunas de las adicciones más comunes y perjudiciales incluyen:
- Adicción a las drogas: Esto incluye drogas ilegales como la cocaína, la heroína y la metanfetamina, así como medicamentos recetados como los opioides.
- Adicción al alcohol: El abuso crónico de alcohol puede tener graves consecuencias para la salud física y mental, así como para las relaciones interpersonales y el funcionamiento social.
- Adicción al tabaco: Fumar cigarrillos u otros productos de tabaco puede llevar a una dependencia física y psicológica, además de aumentar el riesgo de diversas enfermedades graves.
- Adicción al juego: También conocida como ludopatía, esta adicción implica la compulsión por participar en juegos de azar, lo que puede llevar a problemas financieros, legales y sociales.
- Adicción a la comida: La adicción a la comida se caracteriza por el comportamiento compulsivo de comer en exceso, a menudo acompañado por sentimientos de culpa y vergüenza. Puede llevar a la obesidad y problemas de salud relacionados.
- Adicción al trabajo: Esta adicción se manifiesta como una compulsión por trabajar de manera excesiva, a menudo a expensas de la salud física, mental y las relaciones personales.
- Adicción a la tecnología: Esto incluye la adicción a los dispositivos electrónicos, las redes sociales y los videojuegos, lo que puede afectar negativamente el bienestar emocional, las relaciones interpersonales y el rendimiento académico o laboral.