Los líderes religiosos no son líderes políticos o expertos. No están llamados a medir objetivos e indicadores científicos, sino a dar las razones de la esperanza, a favorecer el diálogo
(J. Bastante/Agencias).- «Es esencial que los líderes religiosos, las comunidades y los fieles contribuyan a alimentar, con coraje y perseverancia, el alma y la conciencia en pro de un desarrollo auténticamente sostenible«. El representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas, Bernardito Auza, intervino esta semana en un debate sobre cómo las religiones pueden implementar la Agenda 2030 contra la pobreza.
En su conferencia, sobre el tema «Movilizar a las comunidades religiosas. Actuar con solidaridad y responsabilidad compartida para poner fin a la pobreza y promover la paz», Auza señaló que la mayor contribución que los fieles pueden dar para implementar la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible -que tiene como objetivo la reducción de la pobreza- es proseguir en su compromiso con este objetivo, con la protección del medio ambiente y la construcción de la paz.
Del mismo modo, el delegado vaticano advirtió de aquellas acciones dirigidas a «instrumentalizar la religión para fines incompatibles con su verdadera esencia», como la incitación a la violencia que puede llevar a cometer crímenes y atrocidades.
«Los líderes religiosos no son líderes políticos o expertos. No están llamados a medir objetivos e indicadores científicos, sino a dar las razones de la esperanza, a favorecer el diálogo», señaló el nuncio Auza, quien invitó a «promover el desarrollo humano integral de toda persona».
Auza indicó también que los líderes religiosos y los fieles deben comprometerse a proteger la vida para defender a los más débiles y los oprimidos. Además, deben ayudar a las poblaciones a desarrollar sus recursos naturales de manera responsable, a protegerlos de las explotaciones económicas y de los intereses políticos.
El observador del Vaticano en la ONU, citó también la Carta encíclica Laudato si’, del Papa Francisco: «Las directrices para la solución exigen un enfoque integral para combatir la pobreza, para restituir la dignidad a los excluidos y al mismo tiempo para cuidar la naturaleza«. Y reiteró que los indicadores más importantes para el desarrollo sostenible no son cuantitativos, pero cualitativos y se refieren a los valores éticos, a los valores que se oponen a la cultura del descarte.