El informe de Ratisbona "marca un cambio en la manera de enfrentar el mal cuando se insinúa también dentro de la Iglesia"
(Jesús Bastante).- Era obispo de Ratisbona cuando, en 2010, se destapó el escándalo de abusos en el Coro de la catedral. El informe definitivo ha destapado que al menos 547 niños sufrieron violencia física o sexual durante décadas. Las víctimas le acusan de haber minimizado los abusos, pero Gerhard Müller asegura que fue todo lo contrario: es más, que él «abrió las diligencias para la investigación«.
Müller, ex prefecto de Doctrina de la Fe y, desde hace semanas, principal opositor a las reformas de Francisco, fue obispo de Ratisbona entre 2002 y 2012, año en que Benedicto XVI le llamó a Roma como responsable del Ex Santo Oficio. Durante este tiempo, el hoy cardenal aseguraba que el caso apenas había afectado a cuatro o cinco menores. Sin embargo, para los responsables de la investigación, Müller mostró «poco interés en el tema. Era más importante proteger la institución; ignoraron a las víctimas y protegieron a los responsables».
No fue hasta 2015, ya con Francisco en Roma, cuando el actual obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, pidió perdón y encargó el informe que ayer vio la luz. No lo ve así Müller, quien en una entrevista con el canal Tv2000 insiste en que «yo abrí las diligencias para la investigación durante mis dos años de obispo en Ratisbona. Antes de esto, no sabíamos nada».
Müller, además, pidió tener en cuenta «cronología de los hechos» y no sólo las conclusiones del informe. «Se hizo todo lo posible», asegura el ya ex prefecto. «Se pusieron a disposición recursos financieros y fueron indemnizadas varias personas para dar justicia a las víctimas, a pesar del tiempo transcurrido. Instituí un equipo de expertos y he dado la posibilidad a todas las víctimas hasta ahora desconocidas de poder hablar con ellos. Por desgracia, no podemos procesar a los muertos, pero lo que fue posible hacer, ya sea a nivel jurídico que pastoral, la Diócesis lo hizo, como lo está haciendo hoy».
Sobre el número de abusos sexuales que se han evidenciado en la investigación, Müller ha justificado que se dieron «en el arco de 70 años». «Los responsables de los abusos son relativamente pocos. Y muchos de ellos han muerto«, concluyó. En otra entrevista, esta vez con Il Corriere, el purpurado alemán considera que «cualquier acusado contó con la presunción de inocencia hasta el final del proceso, y al tiempo, nunca negué la voz a ninguna de las víctimas, pese a las presiones a las que estaba expuesto».
Tras reconocer la crudeza de las cifras de los niños abusados, Müller matiza que «en relación con los abusos sexuales, se trata de, relativamente, pocos delincuentes, nueve, que provocaron tantas víctimas».
Por su parte el jesuita Hans Zollner, uno de los mayores expertos en abusos a menores en la Iglesia, y natural de Ratisbona, ha expresado, en una entrevista a Radio Vaticano, su satisfacción por el trabajo llevado a cabo por monseñor Voderholzer. «Fue el deseo del obispo de la ciudad de Regensburg, mi ciudad natal, que dio la tarea a un abogado al que ofreció todas las posibilidades no sólo de consultar los archivos, sino también de contactar a las víctimas y hablar con otras personas», recalcó Zollner, quien destacó «el coraje del obispo, que iluminó una oscuridad muy profunda».
A su vez, y frente a las críticas de Müller, el jesuita considera que «el abogado Weber desempeñó este trabajo con gran rigor, seriedad e independencia«, por lo que este informe «marca un cambio en la manera de enfrentar el mal cuando se insinúa también dentro de la Iglesia».
«Los crímenes fueron cometidos por sacerdotes, profesores y laicos dentro de la escuela», señala el jesuita, quien incide en que la investigación apunta también a las responsabilidades de los padres, «que no dieron la importancia debida a las historias de sus hijos», y a las autoridades estatales, «que fueron superficiales en las inspecciones, no protegiendo a la infancia».
«En aquella época probablemente algunas de esas personas consideraban un hecho normal que se golpeara en los niños», admitió Zollner, quien concluyó que la investigación de Ratisbona puede servir «para concienciar a todas las instituciones de la Iglesia o sea fuera de ella, pues en una institución es posible hacer muchas cosas para prevenir el abuso«.