El purpurado no podrá regresar a Roma para continuar con su trabajo al frente de la reforma económica de la Santa Sede. Y es que los pasos del proceso alejan, día a día, a Pell del Papa Francisco y del Vaticano
(Jesús Bastante).- Fue una vista fugaz, de apenas seis minutos de duración. El cardenal George Pell, superministro de Finanzas vaticano en excedencia, llegó al tribunal de Melbourne en silencio, vestido con una chaqueta negra y alzacuellos, y escoltado por la Policía. En la calle le esperaban cientos de periodistas y algunas víctimas, que lo acusan de abusos sexuales.
Pell ni siquiera tuvo que declarar ante el tribunal, pues se trataba de una vista previa a la entrega de la documentación y las acusaciones formales. Sin embargo, su abogado, Robert Richter, dijo ante los medios que «el cardenal Pell se declara no culpable frente a todos los cargos, manteniendo la presunción de inocencia».
Tras la comparecencia, el juez Duncan Reynolds, encargado del caso, anunció que la siguiente sesión tendrá lugar el próximo 6 de octubre lo que, entre otras cosas, significa que el purpurado no podrá regresar a Roma para continuar con su trabajo al frente de la reforma económica de la Santa Sede. Y es que los pasos del proceso alejan, día a día, a Pell del Papa Francisco y del Vaticano.
La Policía del estado de Victoria acusó en junio a Pell de numerosos delitos sexuales en base a denuncias presentadas en el pasado. En Australia, tales casos no prescriben, por lo que un sospechoso puede ser acusado por crímenes cometidos hace mucho tiempo. Pell es cargo más alto de El Vaticano que ha sido acusado en relación con el escándalo de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica. El cardenal ha rechazado de forma vehemente todas las imputaciones y defiende su inocencia.
Durante años Pell, que se convirtió en arzobispo de Melbourne y más tarde de Sydney, fue acusado de haber manejado mal casos de abuso sexual por parte del clero que se remontan a sus tiempos como sacerdote en su ciudad natal de Ballarat en la década de los 70, algo de lo que, en su día, pidió perdón. Sin embargo, hace año y medio el propio Pell fue acusado de haber cometido abusos sexuales, acusaciones se repitieron en un libro publicado en mayo, que la oficina del cardenal Pell en Roma ha tildado como «un ejercicio de difamación».
El cardenal se trasladó de Australia a Roma en 2014 para trabajar al lado del papa Francisco. Actualmente dirige el Secretariado de Economía del Vaticano, y también forma parte del C-9, grupo de cardenales que colabora con el Papa en la reforma de la Curia.
El purpurado anunció, hace un mes, su marcha de Roma -una «excedencia papal» para poder defenderse-, y anunciaba su deseo de «tener por fin la oportunidad de comparecer ante la justicia. (…) La idea misma de abusos sexuales me parece detestable». El clérigo admitió en cierta ocasión que había cometido un error al confiar más en los sacerdotes que en las víctimas. Pero jamás que hubiera abusado de menor alguno, como ahora se le acusa.