Llamados a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana
(José M. Vidal).- El encuentro interreligioso por la paz, presidido por el Papa Francisco, se cerró con la escucha, el saludo y la bendición papal a 18 miembros de los refugiados rohingya, acogidos en Bangladesh. El dolor se percibe en el rostro del Papa que, en su discurso, advirtió al mundo contra «la tentación de cerrar los ojos ante el drama de los refugiados».
En otro gesto sorprendente, el Papa llega al encuentro interreligioso y ecuménico por la paz, en los jardines del arzobispado de Daca, en rickshaw, tras encontrarse con lso obispos católicos en la catedral y a la primera ministra, Sheil Hasina, en la nunciatura apostólica.
Recibido con el cántico del himno bangladesí, Francisco se instala en un estrado, flanqueado por su traductor y el cardenal Rozario. A continuación, cantan el himno vaticano.
Entre los líderes religiosos presentes están los musulmanes, los budistas, los hinduistas, anglicanos, evangélicos y ortodoxos. También asiste el cardenal indio Gracias.
El primer intervenir es el cardenal de Daca, Patrick Rozario
«Bienvenido, Padre Santo, a este encuentro interreligioso y ecuménico»
«Bangladesh es un buen ejemplo en el mundo de armonía religiosa»
«Respeto por el credo de los demás»
«Vivimos en armonía y en paz» y «estamos orgullosos de este herencia de nuestro pueblo»
«Herencia que, a veces, es amenazada»
«Nuestra riqueza es la vivencia de los valores evangélicos desde los pobres»
«Creemos que el amor es la paz»
A continuación, 5 representantes de otras tantas comunidades religiosas saludan al Papa.
En primer lugar, el representante musulmán, el gran imán de Bangladesh, que da la bienvenida al Papa a «nuestro bellísimo país».
«El amor al Creador se manifiesta en el cuidado por la creación»
«La compasión y el amor, único remedio contra el odio y la violencia»
Y agradece al Papa el apoyo a los rohingya. Tras lo cual el Papa y el imán se abrazan.
A continuación, el saludo del representante de la comunidad hinduista.
«Pertenecemos a diversas religiones, pero todas las religiones, como los ríos, confluyen en el mismo mar».
«Con armonía y paz, la humanidad tendrá un futuro mejor»
Tras el hinduista, interviene el líder de los budistas, que también pide «armonía entre las diferentes religiones de Bangladesh»
Y alaba la ayuda que las organizaciones cristianas dan a la gente de todas las religiones en Bangladesh.
A continuación, el saludo del representante de Caritas de Bangladesh, que también se refiere a la crisis de los refugiados rohingya y subraya la convivencia armónica entre los fieles de las diversas religiones y confesiones.
El siguiente en intervenir un profesor de la Universidad de Daca, que glosa también la solidaridad del Papa hacia los rohingya y pide que la comunidad internacional intervenga para que cese «este crimen» contra los refugiados.
El coro bangladesí interpreta una canción típica del país, antes de que intervenga el Papa Francisco
Algunas frases del discurso del Papa
«Nuestro encuentro con los representantes de las religiones de este país es un momento significativo de mi visita a Bangladesh»
«Para expresar el común deseo de una paz genuina y duradera»
«Deseo de armonía, fraternidad y paz contenida en las enselñanzas de las religiones del mundo»
«Vivir juntos en el respeto recíproco y en la buena voluntad»
«Aquí, el derecho a la libertad religiosa es un derecho fundamental»
«Llamados a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana»
«Exige más que una simple tolerancia y pide tender la mano al otro»
«La diversidad no es una amenaza, sino una fuente de enriquecimiento y crecimiento»
«Ver a los demás como un camino y no como un obstáculo»
«La apertura del corazón, condición para una cultura del encuentro»
«Dialogar ocn la vida, no sólo con las ideas»
«Compartir nuestras diversas identidades religiosas y culturales siempre con humildad, honestidad y respeto»
«Necesidad de purificar nuestros corazones»
«Tender a todos la mano de la amistad»
«La apertura del corazón es también un camino que conduce a buscar el bien de nuestro prójimo»
«Solicitud religiosa por el bien de nuestro prójimo»
«Cuidado de la Tierra, nuestra casa común»
«El mundo necesita contrarrestar el virus de la corrupción…y la tentación de cerrar los ojos ante los refugiados…»
«Gracias por los esfuerzo por promover la cultura del encuentro»
«Cooperar para construir un mundo cada vez más humano, unido y pacífico»
Tras las palabras del Papa, se reza la oración ecuménica, dirigida por el obispo anglicano de Daca.
Al final de la oración, 18 representantes de la comunidad rohingya se acercan a saludar y hablar con el Papa. El Papa se detiene especialmente con una niña rohingya. El Papa escucha a los miembros de los refugiados y los bendice. Y los escucha con emoción y tristeza. La compasión en acto. El Papa no se cansa de escuchar su dolor.
El papa Francisco ha utilizado en Daca por primera vez desde que comenzó su gira por Asia la palabra «rohingya». No lo había hecho durante su visita previa a Birmania, donde recibió amenazas por parte de monjes radicales budistas si se posicionaba del lado de la minoría musulmana o, simplemente, si los mencionaba.
«La presencia de Dios hoy también se llama ‘rohingya'», ha dicho Francisco durante un encuentro con 16 miembros de la comunidad rohingya, que procedían de los campos de refugiados en la provincia de Cox’s Bazar, donde se han asentado al huir por la brutal persecución que sufren desde Birmania.
El momento del encuentro fue al concluir la cita interreligiosa en la que Francisco ha participado hoy en el jardín de la sede del arzobispado con representantes de musulmanes, budistas, hinduistas y otros cristianos.
Un grupo de tres familias, 18 personas en total, entre ellas dos mujeres que llevaba el nikab, que deja solo descubiertos los ojos, una niña y un bebe, saludaron al papa, quien se detuvo con cada uno de ello para intercambiar algunas palabras.
Las mujeres retiraron el nikab cuando vieron al papa y gracias a un traductor contaron sus historias al papa, quien escuchaba en silencio.
Uno a uno fueron pasando delante del Papa, quien les cogió la mano mientras les escuchaba con cara concentrada y muy seria.
El jefe de la Iglesia católica ha escuchado el testimonio de una refugiada rohingya de 27 años que fue violada por soldados birmanos, y pidió a Francisco ayuda para que se haga justicia. De este modo, el Papa ha conocido de primera mano los testimonios por los delitos por los que la ONU ha acusado a Birmania de estar llevando a cabo una limpieza étnica contra la minoría.
«Me capturaron a mí y a otras mujeres, nos torturaron. Aún sangro, tengo dolor en el abdomen y la espalda, y dolores de cabeza», ha relatado a Reuters la mujer con nikab negro y un bebé en los brazos.
La mujer ha querido compartir su dolor con el cabeza de los cristianos para «contarle sobre todos los cadáveres en descomposición que he visto en mi huida a Bangladesh». «Quiero que mis torturadores sean castigados», ha añadido.
Francisco pide perdón
«Nos sentimos cercanos. Vuestra situación es muy dura. Todos hemos sido creados a imagen de Dios», dijo el pontífice a los rohingyas.
Y agregó: «En el nombre de todos los que os han hecho daño. Ante la indiferencia del mundo. Os pido perdón» y muchos de los rohinyas lloraron tras el encuentro.
«Continuemos ayudándolos. No cierren sus corazones y miren a oro lado», instó Francisco tras encontrarlos.
El obispo de Chittagon, Moses M. Costa, confirmó a algunos medios durante la misa de la mañana que el papa había mostrado su interés por ir a los campamentos de refugiados en Cox’s Baz, «pero que el Gobierno no lo habría permitido por cuestiones de seguridad, pero sí que permitió traer a un grupo de rohinyá para que el papa les pudiera encontrar».
El presidente de Caritas Bangladesh, Gervas Rozario explicó a Efe, que se escogieron a estas tres familias al azar entre las que distribuyen cada 15 días la ayuda humanitaria y de primera necesidad.
Texto íntegro del Discurso del Papa Francisco
Distinguidos invitados, queridos amigos:
Este encuentro, que reúne a los representantes de las diversas comunidades religiosas de este país, constituye un momento muy significativo de mi visita a Bangladesh. Nos hemos reunido para profundizar nuestra amistad y para expresar el deseo unánime del don de una paz genuina y duradera.
Mi agradecimiento al Cardenal D’Rozario por sus gentiles palabras de bienvenida y a cuantos me han acogido con afecto en nombre de las comunidades musulmanas, hindúes y budistas, y también de las autoridades civiles. Agradezco la presencia del Obispo anglicano de Dhaka, de las diversas comunidades cristianas y de todos los que han contribuido para hacer posible esta reunión.
Las palabras que hemos escuchado, y también los cantos y las danzas que han animado nuestra asamblea, nos han hablado de modo elocuente del deseo de armonía, fraternidad y paz encarnado en las enseñanzas de las religiones del mundo. Que nuestro encuentro de esta tarde pueda ser un signo claro del esfuerzo de los líderes y de los seguidores de las religiones presentes en este país por vivir juntos con respeto recíproco y buena voluntad. Que este compromiso, aquí en Bangladesh, donde el derecho a la libertad religiosa es un principio fundamental, sea una llamada de atención respetuosa pero firme hacia quien busque fomentar la división, el odio y la violencia en nombre de la religión.
Es un signo particularmente reconfortante de nuestros tiempos que los creyentes y las personas de buena voluntad se sientan cada vez más llamados a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana. Esto requiere más que una simple tolerancia. Nos estimula a tender la mano al otro en actitud de comprensión y confianza recíproca, para construir una unidad que considere la diversidad no como amenaza, sino como fuente de enriquecimiento y crecimiento. Nos exhorta a tener apertura de corazón, para ver en los otros un camino, no un obstáculo.
Permitidme explorar brevemente algunas características esenciales de esta «apertura del corazón», que es la condición para una cultura del encuentro.
En primer lugar, es una puerta. No es una teoría abstracta, sino una experiencia vivida. Nos permite entablar un diálogo de vida, no un simple intercambio de ideas. Requiere buena voluntad y capacidad de acogida, pero no debe ser confundida con la indiferencia o la reticencia al expresar nuestras convicciones más profundas. Implicarse fructuosamente con el otro significa compartir nuestra identidad religiosa y cultural, pero siempre con humildad, honestidad y respeto.
La apertura del corazón es también similar a una escalera que se eleva hacia el Absoluto. Recordando esta dimensión trascendente de nuestra actividad, nos damos cuenta de la necesidad de purificar nuestros corazones, para poder ver las cosas en su justa perspectiva. A cada paso nuestra visión se hará más clara y recibiremos la fuerza para perseverar en el compromiso de comprender y valorizar a los demás, con sus puntos de vista. De este modo, encontraremos la sabiduría y la fuerza necesarias para tender a todos una mano amiga.
La apertura del corazón es además un camino que conduce a la búsqueda de la bondad, la justicia y la solidaridad. Nos impulsa a buscar el bien de nuestros vecinos. En su carta a los cristianos de Roma, san Pablo exhorta: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Este es un sentimiento que todos nosotros podemos imitar. La solicitud religiosa por el bien de nuestro prójimo, que emana de un corazón abierto, corre como un gran río, irrigando las tierras áridas y desiertas del odio, la corrupción, la pobreza y la violencia, que dañan las vidas humanas, dividen a las familias y desfiguran el don de la creación.
Las diversas comunidades religiosas de Bangladesh han abrazado este camino mediante el compromiso por el cuidado de la tierra, nuestra casa común, y la respuesta a los desastres naturales que han asolado la nación en los últimos años. Pienso también en la manifestación común de dolor, oración y solidaridad que ha acompañado el trágico derrumbe del Rana Plaza, que sigue impreso en la mente de todos. En estas diversas expresiones vemos cómo el camino de la bondad conduce a la cooperación para servir a los demás.
Un espíritu de apertura, aceptación y cooperación entre los creyentes no contribuye simplemente a una cultura de armonía y paz, sino que es su corazón palpitante. ¡Cuánto necesita el mundo de este corazón que late con fuerza, para combatir el virus de la corrupción política, las ideologías religiosas destructivas, la tentación de cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, de los refugiados, de las minorías perseguidas y de los más vulnerables! ¡Cuánta capacidad de apertura se necesita para acoger a las personas de nuestro mundo, especialmente a los jóvenes, que a veces se sienten solos y desconcertados en la búsqueda del sentido de la vida!
Queridos amigos, os agradezco los esfuerzos que realizáis para promover la cultura del encuentro, y os ruego que, demostrando el compromiso común de los seguidores de las religiones por discernir el bien y ponerlo en práctica, ayudemos a todos los creyentes a crecer en la sabiduría y en la santidad, y a cooperar para construir un mundo cada vez más humano, unido y pacífico.
Abro mi corazón a todos vosotros y os reitero mi agradecimiento por vuestra acogida. Recordémonos unos a otros en nuestras oraciones.