Uriarte negocia que la Congregación de la Fe apoye el libro del ex vicario de San Sebastián

clipping

Bendición de Roma para Pagola

RD, Domingo, 2 de noviembre 2008
Cuenta Pedro Ontoso en Diario Vasco que un año después de la publicación de la primera edición de Jesús. Aproximación histórica, el polémico libro de José Antonio Pagola continúa en la hoguera. Ni las matizaciones introducidas por el autor en una nueva obra revisada, ni siquiera el Imprimatur concedido por su obispo, Juan María Uriarte, han servido para aplacar al grupo contrario al ex vicario de monseñor Setién, que presiona para torpedear la distribución de la novena edición de un trabajo que ha superado los 50.000 ejemplares, todo un éxito editorial para una publicación de estas características.

El sector anti Pagola, muy poderoso, está jugando fuerte y pretende llevarse por delante, en la misma operación, a monseñor Uriarte. La nueva versión del libro, que tenía que haber salido en septiembre al mercado, continúa en los almacenes de la editorial PPC en espera de que los vientos sean favorables. La nota difundida por la comisión de la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, en la que arremetía contra algunos de los textos de Pagola, no ha servido para cerrar el proceso.

Según ha podido saber este periódico, monseñor Uriarte envió a primeros de septiembre una carta al superior de los Marianistas, el valenciano Manuel Cortes, para aplazar la distribución de la edición revisada del libro. Cortés es hermano del obispo de San Feliu de Guixols, Agustín Cortés, y del director general del Grupo SM, propietaria de la editorial PPC, que ha apadrinado la obra de Pagola. La orden religiosa de los Marianistas mantiene el timón del Grupo SM, que ha venido desarrollando una valiente tarea en el ámbito de la educación.

La elaboración de dos libros muy significativos, uno sobre la enseñaza del Islam y otro sobre Educación para la Ciudadanía, les ha puesto en el punto de mira del grupo más integrista del Episcopado, disconforme también con otros textos sobre ética sexual y con la línea abierta de la revista Vida Nueva.

Las presiones en contra del libro de Pagola, catalizadas por el obispo portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, han tenido que ser de hondo calado para que el propio Uriarte frene la distribución de la obra de su gran amigo, que sí ha sido publicada en catalán por la editorial Claret y en lengua portuguesa. El caso Pagola se ha cruzado en la última etapa de su carrera eclesiástica y Uriarte, según coinciden distintos observadores, habría actuado con suma prudencia ante el termor de ser desautorizado por Roma cuando trata de gestionar su relevo al frente de la diócesis donostiarra en un cambio sin rupturismos.

Pero pese a estar ya en tiempo de descuento, Uriarte no tira la toalla. Ahora, el obispo de San Sebastián juega su penúltima baza en Roma, de la mano del jesuita mallorquín Luis Francisco Ladaria, actual número dos en el dicasterio pontificio para la Doctrina de la Fe, dirigido ahora por el cardenal William Joseph Levada Levada. Ladaria pasa por ser un hombre sensato y de diálogo, o tiene una concepción cerrada del magisterio y quienes le conocen le califican de «pacífico y pacificador».

El momento es delicado puesto que acaba de celebrarse en Roma el Sínodo de los Obispos, centrado, precisamente, en la Biblia. El cardenal Levada, prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe -ex Santo Oficio, la antigua Inquisición- rechazó cualquier interpretación «subjetiva o puramente experimental o fruto de una análisis unilateral» de la Biblia, un aviso para los teólogos e investigadores que desarrollan su trabajo en este ámbito.

Uno de los españoles que han actuado como expertos en la cumbre sinodal, a propuesta de Benedicto XVI, es José Juan Fernández Sangrador, biblista y director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) y de Publicaciones del Episcopado. El sacerdote asturiano se ha manifestado en contra del libro de Pagola, que se ha convertido en un casus belli para un sector de la Iglesia española, con obispos y teólogos que no aceptan el trabajo del teólogo vasco.

La primera andanada fue de altura. Nada menos que del obispo de Tarazona. Demetrio Fernández arremetió contra el libro en una homilía en la que acusaba al ex vicario de San Sebastián de «arriano». Sus argumentos fueron reforzados con un artículo de José Rico García Pavés, director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.

Las posturas contrarias al trabajo de investigación bíblica dejaron tocado a Pagola, que no se imaginaba ataques tan duros. Tras darle muchas vueltas al asunto, publicó un extenso artículo en el que se defendía de las críticas y aseguraba sentirse «perseguido» por un sector de la Iglesia.

Para entonces, la obra era ya un éxito editorial puesto que se habían vendido más de 50.000 ejemplares, algo inaudito para un libro religioso. El sector más integrista del Episcopado, alarmado por la difusión del texto, redobló su ofensiva contra el libro, lo que obligó a paralizar la salida al mercado del manuscrito tal y como estaba escrito.

Uriarte maniobró con agilidad para contener a sus hermanos más levantiscos de la Conferencia y buscar una salida al libro. Una vez que Pagola aceptó revisar los aspectos «objetables», Uriarte se puso manos a la obra y se la jugó con un decreto personal, un nihil obstat, que bendijo el trabajo.

Cuando todo indicaba que se daba carpetazo al caso Pagola, irrumpe de nuevo la Conferencia Episcopal. La comisión para la Doctrina de la Fe, con Pavés al frente (había sido ratificado en su cargo tras la victoria del cardenal Rouco frente a Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao), emitió una «Nota de clarificación», pese a que la obra ya había sido revisada por su autor.

Uriarte ha vuelto a mover sus teclas en los despachos de sus amigos en la capital el Tíber, pero no se conocen los resultados de su «ofensiva diplomática» . Quienes saben algunos detalles de la visita al Vaticano aseguran que el obispo dimitido de San Sebastián no consiguió «grandes avances» en las dos grandes cuestiones: el caso Pagola y su relevo. El obispo de Fruniz, que cuenta con influyentes contactos en Roma, no tiene mucho margen de maniobra y el tiempo corre en su contra. Y sus enemigos también se están moviendo en los discasterios pontificios.

Su imprimatur al libro de Pagola puede tener fecha de caducidad y no afectar al prelado que asuma la mitra en la capital donostiarra. Este es el tema que ahora más preocupa a Uriarte, empeñado en controlar una sucesión sin traumas. El Vaticano también está enfrascado en este asunto, aunque su tempo sea mucho más pausado. Las quinielas siguen abiertas y la lista de candidatos no termina de cerrarse.

En los palacios romanos cuentan que el actual numero dos de los Textos Legislativos, el alavés de Chinhetru, habría sido explorado para disgusto del Opus cuya estrategia pasa por tener hombres de la Obra en puestos claves del Vaticano. Hoy habría caído ya de la candidatura. Roma ha fijado sus ojos en tierrras de Latinoamérica y no se descarta el regreso de un misionero.

Este movimiento estaría relacionado con la salida de Ricardo Blázquez, obispo que ha subido enteros y del que se vuelve a hablar para plazas con solera. Mientras su auxiliar, Mario Iceta, despliega su misión entre un clero joven y menos politizado que la vieja guardia de la diócesis.

Monseñor Sebastián avaló la obra

El documento que recogía el Nihil obstat de monseñor Uriarte evitaba citar los nombres del obispo y los dos teólogos que avalaron con su peritaje la obra de Pagola. El prelado que apoyó en ese momento al obispo de la diócesis guipuzcoana fue Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona. Según ha podido saber DV, el prelado realizó un dictamen sobre el contenido del libro, ya revisado por el propio autor. Sebastián goza de gran prestigio en el Episcopado y, pese a estar ya jubilado, fue el más votado por sus compañeros de la Conferencia para participar en el actual Sínodo de Obispos en Roma. El propio Benedicto XVI le designó como delegado pontificio para poner orden en el colectivo religioso Lumen Dei, auditado por diversas irregularidades.

En cuanto a los otros dos teólogos requeridos por Uriarte para firmar un juicio riguroso sobre la obra de Pagola fueron Santiago Guijarro y Santiago del Cura. El primero ha sido vicerrector de la Universidad Pontificia de Salamanca y es catedrático de Nuevo Testamento. El segundo, un reconocido biblista, fue decano de la Facultad de Teología de Burgos y es miembro de la Comisión Teológica Internacional, que ayuda a la Santa Sede a examinar cuestiones doctrinales de calado.

Los dos gozan de un sólido prestigio. Tanto el arzobispo como los dos profesores emitieron sus informes por escrito y se reunieron con Pagola y Uriarte en un encuentro conjunto.