CONSUMO-NAVIDAD

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La crisis amenaza las "buenas" relaciones familiares esta Navidad

Agencia EFE, Domingo, 14 de diciembre 2008
Pensar en Navidad equivale a gastos extra en el hogar y encuentros familiares. En estas fechas, la crisis económica puede aumentar las emociones negativas y agudizar las rivalidades y envidias con los más cercanos. No en vano, estas fiestas despiertan sentimientos de tristeza en un 80% de las personas que las celebran en familia.

"La Navidad por sí sola no genera rechazo alguno", asegura el psiquiatra Norberto Mascaró, experto en terapia familiar, "pero sí es cierto que las ausencias o el recuerdo de episodios conflictivos anteriores despiertan ese sentimiento" en tantas personas, según estimaciones de diversos estudios.

Y en esta realidad, la incertidumbre económica puede unir o ser una amenaza para convertir estas fechas en foco de discordia. En definitiva, pondrá a prueba las "buenas" relaciones.

Las encuestas de consumo que se publican estos días coinciden en que habrá una reducción de gastos, pero también cambios para más de la mitad de los españoles en las costumbres de esta celebración que, cada vez más, se resume en comidas y regalos.

Según un sondeo del CIS sobre sentimientos y comportamientos ante la Navidad, son más las personas que asocian este período con un "incremento de los gastos" que los que citan "ilusión para los niños", "diversión, cenas, reuniones con amigos" o "fiesta familiar".

Casi todos las viven acompañados. Un 44% acostumbra a cenar en Nochebuena en casa con más familiares, un 22,4% en el domicilio de sus padres o de sus suegros y en torno a un 4% solos en su vivienda. El resto acude a casa de los hijos, los amigos u otros parientes.

Y este es el primer punto de fricción: "Todos los años discutimos dónde toca comer y cenar, en una casa o en otra, con los padres o los suegros, los hermanos, los sobrinos, sus parejas, los niños... Pensar qué comer y salir a comprar regalos, sin saber qué y con las tiendas llenas me agobia", reniega un ama de casa madrileña, sin más dificultades económicas que otros años.

Pero éstas han llegado ya a casi tres millones de parados y decenas de miles de hipotecados. La pérdida de nivel económico, según los expertos, genera tristeza, y además hay otros colectivos, inmigrantes, ancianos, separados,... a los que la soledad, las ausencias o los conflictos de pareja hacen vulnerables.

UN GLOBO DE FELICIDAD "El tema es delicado para mucha gente", declara a EFE María Jesús Cerecedo, coordinadora de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).

"Ese malestar, esa tristeza o la sensación de melancolía que tienen muchas personas tiene que ver con su situación vital, que se exacerba en fechas claves", explica.

El alumbrado de las calles, la lotería, la publicidad, transmiten que son días especiales. "Todo parece fácil, lleno de luces, y tu vida puede no ser así. Tienes un sueldo bajo, una hipoteca, problemas de familia, de vivienda, de relación, estás lejos de casa... esa parte parece que no existe y eres el bicho raro que tiene dificultades", añade.

"Se inventa un globo de felicidad y tu no estás en él", concluye la doctora Cerecedo. Es en esos momentos cuando aparecen todas las inseguridades.

Nadie es ajeno a esa situación, afirma el psiquiatra Norberto Mascaró. Pero "compartir la adversidad con la familia es sólo recomendable cuando está bien estructurada y mantiene estrechos lazos afectivos".

En ese caso, "la crisis une", opina este psiquiatra de Avances Médicos. Pero si hay tensiones anteriores, "la crisis agudiza las rivalidades y envidias que pueden estallar en los encuentros familiares propios de estas fechas".

Puede ser "la mecha que enciende la pólvora" cuando existen roces, desencanto o desigualdades en lo personal y lo laboral entre unos y otros. El efecto desinhibidor del alcohol contribuye a agravar esas cuestiones.

En situaciones extremas, si se intuye que puede haber disputas, -recomienda Mascaró- es preferible cambiar el modo de celebración: "Más vale renunciar a una fiesta que acabar en el hospital, en comisaría, o sin hablarte el resto de tus días".

UN "BAJÓN" DE ÁNIMO Las Navidades pueden crear un "bajón" de ánimo, pero es temporal, asegura María Jesús Cerecedo. Desaparece tras las fiestas.

En estos días, explica la coordinadora de Salud Mental de la Semfyc, hay pacientes que manifiestan ansiedad anticipatoria -"Va a llegar la Navidad, dios mío", se alarman-, pero también melancolía, añoranza de aquello que has perdido e impotencia de no poder llegar a las expectativas que se transmiten desde la televisión o la calle.

Y necesidad de estar acompañados. "Estás solo el 18 de diciembre y no pasa nada, pero lo estás el 24 y es el horror", dice la doctora.

Aunque más que un trastorno -precisa- son emociones, y a veces no es necesario tratamiento farmacológico, basta con la palabra, "puede resolverlo un buen amigo".

Norberto Mascaró apunta que puede ir más allá. Los problemas económicos pueden generar una frustración y derivar en patológica si el afectado no asume esa realidad y cae en desesperación.

Y hay otro trastorno -advierte- que rebrota en fechas como éstas. El consumo compulsivo, en personas que alivian su ansiedad con las compras, y que, si no tienen suficientes recursos, seguirán adquiriendo productos inútiles aunque tengan que renunciar a otras necesidades.

No obstante, pese al estrés de los gastos, las compras y las comilonas, y la contrariedad de que sea una fiesta tan comercial, la amplia mayoría pone en casa el árbol de Navidad, el nacimiento, invita a los parientes y hace regalos a adultos y niños.

Aunque todo augura que derrocharemos menos, sea por problemas reales o por un efecto psicológico que, en época de crisis, induce a reducir los gastos e incluso a rebajar las expectativas para 2009. Para un 46% de trabajadores, según una encuesta realizada por Adecco, el mejor regalo de Navidades sería un aumento de sueldo, pero solo un 10,6% piensa que su empresa se lo concederá. Ana Salamanca