Dos equipos de traductores se enfrentaron sobre el texto

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La traducción retrasó la encíclica del Papa

RD, Jueves, 19 de enero 2006
Cuenta Elisabeta Piqué en La Nación que detrás de la primera encíclica de Benedicto XVI, que será publicada el próximo miércoles 25 -según el mismo Pontífice anunció ayer-, hubo una "guerra de traductores". Al principio esperada para el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, luego para Navidad, más tarde para Reyes, con una inmensa expectativa, el retraso de la encíclica se debió a una interna entre dos equipos de traductores del Vaticano, según reveló ayer Il Giornale.

Andrea Tornielli, prestigioso vaticanista de ese diario, de hecho, pudo conocer los entretelones de la primera encíclica de Joseph Ratzinger -titulada "Deus caritas est" (Dios es amor)-, un documento rodeado por un halo de misterio, de cuya existencia se habla desde hace meses.

Al parecer, sólo la primera parte, breve y teológica, fue integralmente escrita por Benedicto XVI, que nunca tuvo la intención de escribir una encíclica "programática". A ésta se le adjuntó una segunda parte, que había sido realizada hace unos años por el Pontificio Consejo Cor Unum -el dicasterio vaticano que coordina las actividades caritativas, liderado por monseñor Josef Cordes-, por voluntad de Juan Pablo II, que tenía proyectado hacer una encíclica sobre la caridad.

"El proyecto había sido considerado poco satisfactorio y el tema en la Secretaría de Estado había sido tachado con la leyenda «reponatur» («que se deje caer»)", escribió Tornielli. "Pero algunos meses antes de morir, Juan Pablo II habría decidido volver sobre el argumento, delegando a otros colaboradores la elaboración del proyecto", agregó.

Este segundo texto, dedicado a la caridad y a la "caritas", que versa sobre las actividades de asistencia de la Iglesia y de las organizaciones internacionales, fue puesto en noviembre último al lado de la reflexión teológica de Benedicto XVI.

Versiones "no precisas"

Acto seguido, estalló la "guerra" de los traductores. El texto completo, escrito en alemán, en efecto, terminó no sólo en manos de los traductores del Vaticano, sino también de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que quiso rever el documento, para armonizar las dos partes, y luego verificar las traducciones (en inglés, español, italiano, francés y portugués).

Un trabajo largo y meticuloso, al que se agregó un ulterior percance: la primera traducción, realizada por la sección alemana de la Secretaría de Estado, habría sido considerada "no suficientemente precisa" por la oficina del obispo Paolo Sardi, que desde hace treinta años se ocupa de la elaboración de los discursos papales y que deja en manos de Ingrid Stampa, la famosa gobernanta del departamento del cardenal Ratzinger, las traducciones en alemán.

Así las cosas, el retraso de la salida de la encíclica se debió a la tensión entre estas dos oficinas, más las correcciones y los cambios propuestos por el ex Santo Oficio.

Ayer, el mismo Benedicto XVI, que al final de la audiencia general anunció que la publicación de su primera encíclica será el 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo, admitió que hubo problemas.

"Antes de que el texto estuviera listo y traducido, pasó tiempo", dijo. Y agregó: "Ahora, finalmente, me parece una señal de la providencia que justo en el día en el cual oraremos por la unidad de los cristianos, el texto sea publicado".