El revisionismo de los símbolos cristianos y novelas con trasfondo religioso llenan las librerías

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Dios se convierte en best seller

RD, Lunes, 20 de febrero 2006

Cuenta Wiston Manrique en El Pais que la eclosión de literatura sobre Jesús, el cristianismo o con trasfondo religioso vive un momento glorioso y sin un final a la vista. El ISBN de España ha registrado este lustro 1.085 títulos con la palabra Dios, 784 con Jesús y 43 con Virgen María. Libros en todos los géneros literarios y calidades que desmitifican los símbolos del catolicismo o se sumergen en un revisionismo que muestra el lado más terrenal de sus personajes.

Occidente y el Vaticano dejan atrás la intransigencia después de haber dado páginas vergonzosas para la historia con su persecución. Un grupo de expertos da las claves del éxito de la desacralización de lo religioso en la literatura, mientras los autores españoles empiezan su desembarco en el extranjero.

Dios fue el mismo Judas que se encarnó en el apóstol para asegurar el cumplimiento de su propia voluntad. Jesús tuvo relaciones con María Magdalena, quien pudo haber escrito el cuarto evangelio.

Son dos pruebas de que Dios no es intocable en Occidente. Dos momentos literarios separados por medio siglo donde las figuras supremas del cristianismo han sido objeto de ficciones en manos de Jorge Luis Borges y de investigaciones en las de Juan Arias. Un tema, el religioso y lo sagrado, que vive una eclosión con relatos, novelas y ensayos de toda estirpe que conquista a lectores de medio mundo. No en vano es un mercado potencial de dos mil millones de católicos, y de otras tantas personas que los comprarían por entretenimiento. Sólo en España, desde el año 2000, el ISBN ha registrado 1.085 títulos que contienen la palabra Dios, 784 Jesús, 81 Jesucristo, 43 María y 21 María Magdalena.

El porqué de este éxito de lo sagrado o con trasfondo religioso tiene varias respuestas: por los hallazgos arqueológicos y literarios sobre el cristianismo, por el cuestionamiento de temas reprimidos y secretos de la Iglesia, por el agotamiento del nihilismo y del posmodernismo, por el cansancio que se vive de la tecnología y, claro, en la narrativa por la combinación de aventura, cuestionamiento de temas sacros y la posibilidad de tener de manera sencilla una dosis de cultura, afirman un grupo de teólogos, escritores y editores como Juan José Tamayo, Juan Arana, Juan Arias, Maria Àngels Filella, J. J. Benítez y David Trías.

Páginas que parecen ser un atajo de regreso a lo espiritual, religioso y místico. A pasajes escamoteados por el Vaticano. "Hay una especie de vuelta a los rituales y mitos donde la figura de Jesús ejerce una enorme atracción. Con una diferencia: hoy se busca una nueva cara, una más humana que lo acerque a la gente", dice Juan Arias, autor de La Magdalena (El País Aguilar) y Jesús, ese gran desconocido (Maeva y Punto de Lectura).

Y lo que nadie niega es que el apóstol literario que ha impulsado y hecho visible este fenómeno es Dan Brown con El Código Da Vinci (Umbriel), que desde 2003 ha vendido en el mundo 35 millones de ejemplares y en mayo Cannes estrena la ya polémica versión cinematográfica. "Este tipo de libros tratan en todos los casos de asuntos prohibidos y reprimidos, y que el magisterio oficial de la Iglesia ha vetado por mor de una ortodoxia que ha eliminado temas que no cazan o compaginan con la doctrina oficial", opina Tamayo, teólogo y autor de Para comprender la crisis de Dios hoy (Verbo Divino).

El rosario de estas teorías y narraciones lo forman los personajes, símbolos y temas cristianos como la Biblia, Jesús, María, santos, cátaros, templarios, el grial, la Inquisición, sociedades secretas y demás misterios de la fe. Prueba del hallazgo de esta arca literaria es que mientras antes 1 de cada 10 manuscritos que llegaban a las editoriales versaba sobre estos temas, ahora son 4 o 5.

El resultado es una biblioteca que tiene desde ediciones de Los evangelios apócrifos (Arcano Books o Edaf) hasta novelas de españolas como Julia Navarro, con La hermandad de la sábana santa y La Biblia de barro (Plaza y Janés), pasando por estudios tipo El dios sin rostro. Presencia del panteísmo en el pensamiento del siglo XXI (Biblioteca Nueva), de Juan Arana, catedrático de filosofía. Incluso han caído en la tentación David Camus, nieto del Nobel francés, con Caballeros de la Vera Cruz (Grijalbo) y el crítico Harold Bloom con Jesús y Yahve: los nombres divinos (Taurus).

Desde el comienzo, el cristianismo recurrió a la representación y al símbolo para hacer accesibles los misterios de su fe. "Se consideraba que sin ellos no había posibilidad de acceso al núcleo de la religión. Incluso era un asunto pedagógico", explica Tamayo. Pero la Iglesia torció ese destino y promovió sólo los evangelios y textos acordes a sus intereses, olvidando al Jesús humano, asegura Maria Angels Filella, autora de La mirada violeta (Milenium), que analiza los evangelios con ojos de mujer.

Pero esa conjura empezó a ser exorcizada cuando, en 1945 y 1947, se descubrieron los documentos de Nag Hammadi y Qumrán que desvelaron otra imagen de Jesús, con los evangelios apócrifos y el testimonio de una época que cuestionaba lo dicho hasta entonces. El conocimiento del hebreo, agrega Filella, iluminó otras facetas.

Ahí estaría la génesis del milagro literario. Pero ¿por qué hasta ahora? Según Arana, "fue tras la II Guerra Mundial, el nihilismo y la posmodernidad que se buscaron otras dimensiones trascendentes. Este regreso a lo espiritual puede deberse al agotamiento de esas corrientes. Tanto que pensadores como Vattimo o Derrida han vuelto a preguntarse por la religión". Gianni Vattimo ha escrito con Richard Rorty El futuro de la religión (Paidós) y José Antonio Marina Por qué soy cristiano (Anagrama).

Todo lo referente a lo sacro, con una lectura actual, es muy eficaz narrativamente, dice David Trías, editor de Plaza y Janés, una de las que más vende en la línea del thriller histórico-religioso. El sello tiene su trinidad de autores que sobrepasan el millón de ejemplares vendidos: Julia Navarro, Matilde Asensi (El último Catón) y Javier Sierra, que con La última cena llegará en marzo a EE UU con un millón y medio de ejemplares y una mercadotecnia a lo Brown. Para Pablo Álvarez, editor de Martínez Roca, el éxito está en los elementos del thriller narrado en un estilo directo y conciso.

Esta desacralización se remonta en España a los ochenta. Fue cuando J. J. Benítez convirtió a Jesús en un best seller en 1984 con el primer tomo de Caballo de Troya (Planeta), que dice escribir a la luz de documentos secretos estadounidenses. Para Benítez, que acaba de editar el séptimo libro y ventas totales superiores a los 4 millones de ejemplares, el boom de estos libros prueba que "la sociedad empieza a pensar por sí misma. La gente está perdiendo el miedo a los dogmas y a las amenazas de las religiones, aunque quedan fanáticos".

Pero este credo de tolerancia no es tan antiguo en Occidente. Por ejemplo, el índice de libros prohibidos de la Iglesia católica lo eliminó Pablo VI en el Concilio Vaticano II, después de su instauración en el siglo XVI. Aunque tres siglos antes, con la Inquisición, nacida para enfrentar a los cátaros, que eran una vuelta a la imagen de Jesús, la quema de libros se convertiría en una práctica habitual.

Por eso muchos consideran que este acontecimiento literario es una muestra de que Occidente ha superado sus intransigencias, aunque con algunos tics, tras procesos como la reforma protestante, el Renacimiento, la Ilustración y varios concilios. Hasta llegar, según Filella, "a la libertad de expresión que es propia de la democracia, que nos permite aprender a reírnos de nosotros mismos, algo que deben aprender incluso los musulmanes". Y todo por la pereza de Dios, porque, como se queja la viuda de Montiel en un cuento de García Márquez, si él hubiera trabajado el domingo habría podido terminar mejor el mundo: "Ha debido aprovechar ese día para que no le quedaran tantas cosas mal hechas. Al fin y al cabo, le quedaba toda la eternidad para descansar".

De Judas al Jesús clonado

A partir de la muerte de Dios, proclamada por Nietzsche en el siglo XIX, los libros han servido para que teólogos, filósofos o escritores plantearan más abiertamente sus teorías o especulaciones en torno al cristianismo. A finales del XIX también hubo mucha indagación religiosa por la pérdida y crisis de fe, afirma Juan Arana.

En el siglo XX, entre nihilismo y posmodernidad, la figura de Jesús, personaje clave en la historia, ha sido revisada y objeto de toda clase de especulaciones por parte de grandes escritores. Tres aproximaciones muy reflexivas las hicieron Nikos Kazantzakis en La última tentación, José Saramago en El evangelio según Jesucristo y Norman Mailer en El evangelio según el hijo. Muestran un Jesús en pugna perpetua con su humanidad y debilidades terrenales; un Dios que manipuló a su hijo y le labró su destino para dejar claro su poder; y un Jesús con sentido del humor pero abrumado de dudas ante tan inhumana misión. Pero fue Borges, en 1944, uno de los primeros en popularizar las teorías sobre Dios y su hijo en Tres versiones de Judas.

En el capítulo más comercial, algunos referentes con trasfondo religioso, según David Trías, son El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y Los pilares de la Tierra, de Ken Follet. Y a sus alrededores, Peter Berling con su pentatología del grial, Andreas Faber Kaiser con Jesús nació y murió en Cachemira o Jim Hougan con El último merovingio. Y la penúltima trama va al futuro con la Trilogía del Cristo clonado (Martínez Roca), de James BeauSeigneur.