Anselm Grün, monje alemán y prestigioso experto en espiritualidad

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"El celibato sacerdotal debería ser optativo"

RD, Miércoles, 26 de abril 2006

El monje benedictino alemán Anselm Grün es uno de los autores de libros de espiritualidad más leídos en la actualidad. Director de un centro de asistencia terapéutica en crisis psicológicas y vocacionales para religiosos europeos, está convencido de que el celibato debe ser opcional para los hombres que quieran ser sacerdotes.  Lo entrevista Silvina Premat en La Nación.

“Eso sería más honesto”, dijo Grün a LA NACION. “De otra forma, hay algunos sacerdotes que viven en dos planos”, agregó el religioso, que vino por primera vez a la Argentina para presentar su último libro con seis conferencias que fueron, todas, a sala llena.

Desde un mes antes de su llegada, las 7500 entradas –las más caras costaban apenas 5 pesos– se habían agotado. El libro se titula “¿Por qué a mí? El misterio del dolor y la justicia de Dios”, y es una coedición entre cinco editoriales católicas (Agape, Bonum, Guadalupe, Lumen y San Pablo).

Grün es doctor en teología, psicología y ciencias empresariales; tiene 61 años y ya perdió la cuenta de la cantidad de libros que lleva publicados y que han sido traducidos a 30 idiomas. "Son cerca de 200", dice.

Como los otros 99 monjes con los que vive en la abadía de Münsterschwarzach, en Würzburg, Grün se levanta todos los días a las 4.40 y dedica a la oración las tres primeras horas. Pero, a diferencia de muchos de sus compañeros, durante la mañana se dedica a la administración de 20 empresas, en las que trabajan unos 300 empleados, que dependen del monasterio. Entre otros emprendimientos, dirige un colegio, una joyería, una panadería y una editorial.

Por la tarde atiende a religiosos que llegan de distintos países europeos y se internan en una casa de retiros, también del monasterio, para recibir asistencia terapéutica y espiritual durante tres meses. Grün, a quien su abad, su superior, pidió que estudiara ciencias económicas luego de graduarse en teología y filosofía, considera la economía como un desafío. Es guía espiritual de grupos empresariales. "Cuando un empresario me dice que no siente a Dios, yo le pregunto si se siente a sí mismo, porque no se puede percibir a Dios si no se acepta primero uno mismo", explica.

-¿Por qué escribió ahora un libro sobre el dolor?

-Porque, después del tsunami, muchos periodistas me hacían la pregunta: ¿por qué Dios permite el mal? ¿Por qué el sufrimiento?

-¿A qué respuesta llegó?

-No pude responder a la pregunta del porqué. De todos los intentos teológicos por responderla, el que me convenció es el de Karl Rahner, que decía que la incomprensibilidad del dolor es parte de la incomprensibilidad del misterio de Dios. La Biblia no da explicaciones sobre el porqué del sufrimiento, pero sí sobre cómo podemos vivir con el dolor sin que nos destruya. Hoy no hay contacto con el dolor. En Oriente se dice que el dolor no atañe a la persona, y en Occidente se lo tapa con las drogas o con el activismo. Jung dice que sólo hacemos el necesario proceso de individuación a través del dolor, que es parte de la vida. Y esto lo aprendemos con Cristo en la cruz.

-¿Qué es lo que más le preocupa de la situación actual del hombre?

-Que cada vez más se va hacia una sociedad sin sentido, con más violencia.

-¿Percibe en este momento una degradación del valor de la vida?

-Sí. De las 24 familias que participaron el año pasado en un curso que doy para padres que perdieron a sus hijos, ocho los habían perdido por causa del suicidio. La ayuda que da la fe es rescatar la dignidad y la libertad de cada persona. Mi vida no es dirigida por los demás, sino que yo dirijo mi vida.

-¿Qué papel juega la Iglesia en este contexto?

-En este momento, en Alemania la Iglesia es más bien débil. Los teólogos no tienen la fuerza que tenían hace 30 años. La Iglesia tiene dos tareas: acompañar a los feligreses en su búsqueda dentro de la Iglesia y ocuparse de que se tenga en cuenta la dignidad del hombre desde la política social y no permitir el poder de los más fuertes. Si la globalización es sólo para apoyar al más fuerte, no sirve.

-Al referirse a por qué la gente confía cada vez menos en la Iglesia, usted dijo que es porque la Iglesia no encontró el lenguaje adecuado...

-Lo importante es que el lenguaje venga del corazón, porque un lenguaje teológicamente correcto, pero frío, no abre los corazones.

-A veces los obispos hablan con términos que la gente no entiende. ¿Cuál es la tarea, reeducar o adaptarse a un nuevo lenguaje?

-La Iglesia debe traducir los conceptos a un idioma más moderno y debe cuidarse de no tener un lenguaje sólo conocido por los teólogos. Solamente puedo comunicarme con el otro si previamente lo escucho. El lenguaje de la fe tiene que renovarse constantemente.

-¿La vocación sacerdotal está en crisis?

-Los benedictinos tenemos en Alemania muchos seminaristas, y estamos creciendo. Pero en este momento el sacerdocio no es una profesión muy atractiva. Los sacerdotes tienen muchísimo trabajo porque, como hay pocos, deben atender dos o tres comunidades al mismo tiempo. Otro problema es el celibato. Los curas deberían poder elegir entre dos formas: aquellos que quieren contraer matrimonio y los que quieren ser célibes. Es curioso, porque la iglesia evangélica permite el matrimonio de sus pastores y pese a ello también tienen menos vocaciones. Otro dato curioso es que el porcentaje de divorcios en los matrimonios de pastores protestantes es mayor que el de los divorcios en matrimonios entre laicos.

-¿Por qué cree usted que pasa esto?

-Porque antes la esposa del pastor lo ayudaba en todas sus tareas. Se concebía a sí misma como la sierva o la persona que lo ayudaba. Hoy ninguna mujer quiere estar al servicio de ningún hombre, y menos de uno que no tiene mucho tiempo para la familia.

-No obstante estas dificultades, ¿usted propone que el celibato sea opcional?

-Sí. Me parece más honesto que existan los dos modelos. Yo he acompañado a sacerdotes maravillosos que al juntarse con una mujer tuvieron que dejar su sacerdocio. Mi principal argumento es que sería más sincero, porque hay algunos sacerdotes que viven en dos planos. Si hoy la Iglesia diera al sacerdote la posibilidad de estar casado, no perdería a tantos sacerdotes valiosos. Esto sería más transparente.

-Pero, ¿es posible vivir en celibato?

-Es posible, pero se necesitan buenas condiciones para que el sacerdote pueda mantenerse en el celibato. Muchas veces la Iglesia defendió el celibato, pero no mostró los caminos para vivirlo. Es decir, cuál es la espiritualidad profunda e interior que se necesita para hacerlo.

-¿Esta propuesta tiene cabida entre los teólogos actuales?

-Sí. Es un tema que se está contemplando y del que se está hablando en los sínodos.

-En el país hay quienes piden a la Iglesia mayor firmeza frente al Gobierno sobre aspectos relacionados con los valores de la vida y la educación. ¿Qué sugiere al respecto?

-Si sólo anuncio las cosas en forma de queja y moralización no produzco cambios, genero resentimientos. Si proclamo que hay una injusticia, debo dar también una solución para esto. En los años 70 hubo muchos teólogos de izquierda que acusaban al Estado capitalista de injusticias sociales y ellos se sentían moralmente más elevados por hacer esta crítica, pero no sirvió de nada, porque no era constructiva. Yo trabajo con la industria, y siempre trato de dar como ejemplo la regla de San Benito. Sugiero guiar con valores y defendiendo el valor de cada persona.

-Usted le da mucho valor al cuerpo en el camino espiritual. ¿Por qué?

-El cuerpo alberga el alma. La experiencia de Dios se hace a través del cuerpo. De nuestra abadía depende un colegio al que concurren 920 chicos. Una de las materias es de expresión de los estados internos a través del cuerpo, porque el joven que tenga una buena relación con su cuerpo tendrá una buena relación con su sexualidad. Es importante para los jóvenes descubrir el gozo que da el cuerpo. Esto se puede hacer a través del aikido, por ejemplo, que, despojado de la violencia, deja ver la belleza del cuerpo.

-Usted propone también vivir en armonía con uno mismo y con los demás. ¿Qué hábitos sugiere para alcanzar esa paz?

-Hay dos caminos, uno exterior y otro interior. El exterior es tener en cuenta los rituales con los que se inicia y se termina el día. El ritual crea un espacio sagrado donde nadie entra, y me abre a espacios sagrados. El camino interno es la oración.

-Usted es considerado por algunos como más esotérico que cristiano. ¿Qué dice al respecto?

-Los que dicen eso son cristianos muy conservadores. Soy absolutamente cristiano y sigo la tradición católica. Al mantener un diálogo entre la psicología y la teología, trato de ahondar en el ser humano y en su experiencia. El esoterismo ha prestado atención a muchas inquietudes del ser humano, pero no les da las respuestas suficientemente profundas, como sí las da la Iglesia a los anhelos que se plantean las personas. Yo intento darles a esos anhelos de las personas una respuesta cristiana.