Sin estridencias y de forma cordial

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El Papa hace evidente su malestar por las políticas sobre familia y educación

RD, Domingo, 9 de julio 2006

Cuenta Luz Derqui en Abc que, como se esperaba, Benedicto XVI aprovechó su encuentro de ayer con José Luis Rodríguez Zapatero para dejarle claro su malestar con las políticas del Gobierno español en relación con la familia, la educación o la vida. Pero no lo hizo con estridencias sino de forma cordial. Aun así, al jefe del Ejecutivo, que tras hablar con el Papa regresó a toda prisa a Madrid, no le habrá quedado ninguna duda de lo que piensa el Papa.

El Vaticano optó por no distraer la atención de lo que verdaderamente importa al Santo Padre en esta visita: que se difunda su mensaje a las familias de todo el mundo. La falta de sensibilidad del Gobierno de Zapatero con las creencias de la mayoría de los españoles en estos días es casi una pura anécdota comparado con lo que la Iglesia pretende al organizar el V Encuentro de las Familias.

Por eso el Papa, cuando los periodistas le preguntaron en el avión que le traía a Valencia por las leyes del Ejecutivo socialista, entre ellas la del llamado «matrimonio» entre homosexuales, dejó muy clara la doctrina de la Iglesia, pero eludió una crítica específica de la actuación del Gabinete de Zapatero y pidió que no se comenzara la visita con «cosas negativas». «La Iglesia no puede aceptar algunas cosas porque considera que el matrimonio se debe dar entre un hombre y una mujer, y a la luz de esas cosas positivas, hay que ayudar a la familia», subrayó.
 
Media hora
Con esa disposición, Benedicto XVI recibió a Zapatero en el palacio arzobispal de Valencia. Estuvieron a solas durante unos minutos, al término de los cuales, se incorporó la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, a quien Zapatero encargó en su día que pilotara las relaciones con la Iglesia. De la Vega, que ya ha estado un par de veces en el Vaticano, había expresado en varias ocasiones su deseo de poder conversar en algún momento con el Papa, motivo por el cual, Benedicto XVI tomó hace un mes la iniciativa de proponer que esa conversación con la vicepresidenta tuviera lugar durante el viaje a Valencia. Ayer, el Papa se interesó por las responsabilidades que se han encomendado a De la Vega y le pidió que desde su cargo ayude a favorecer las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno.
 
Por último, pasó a saludar al Papa la esposa de Zapatero, Sonsoles Espinosa, y tras ella una decena de personas del equipo de colaboradores del presidente. Benedicto XVI entregó a los hombres una medalla del Vaticano y a las mujeres un rosario. Un ejemplar facsímil de la encíclica «Codex Vaticanus», de 1209, fue el regalo para Zapatero, quien, a su vez, obsequió al Sumo Pontífice con un cuadro del pintor valenciano Manolo Valdés, con el título «Autorretrato de Rembrandt II». La vicepresidenta regaló al Papa un libro de Leonor de la Vega, hermana del poeta Garcilaso de la Vega.
 
Cordialidad y cortesía
La audiencia que, en total, se prolongó por espacio de poco más de media hora, se desarrolló, según un portavoz del Ejecutivo, en un ambiente «muy amable y cordial» y, en palabras del secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, fue «extraordinariamente cortés». Quienes siguen al Papa a diario ponen de relieve que Benedicto XVI logra siempre que sus interlocutores se sientan muy a gusto, aunque, no por ello, deja de decirles lo que considera necesario, para que no entiendan que su cordialidad equivale siempre a una aprobación de lo que hacen. El portavoz del Ejecutivo indicó expresamente que no hubo ningún reproche del Papa a Zapatero y que en la reunión se habló «de la paz en general, de la familia, de la inmigración, del futuro de Europa y, especialmente, de la situación en África».
 
En cualquier caso, la Santa Sede se ha cuidado bastante de rebajar las expectativas del Gobierno sobre la visita y sobre todo ha evitado que el encuentro con Zapatero se convirtiera en uno de los asuntos centrales. Desde La Moncloa, donde se pasó de un inicial desprecio hacia la convocatoria del Encuentro de las Familias a un deseo de convertir la estancia del Papa a Valencia en una visita de Estado, no se han ahorrado esfuerzos para tratar de que así fuera.
 
Un pequeño detalle lo pone de relieve: en las acreditaciones de prensa facilitadas por Presidencia del Gobierno no se habla de una visita pastoral a Valencia sino de una «visita apostólica a España». Los intentos del Gobierno de que Benedicto XVI acudiera a Madrid para hablar allí con Zapatero chocaron con la negativa del Vaticano, cuya experta diplomacia no estaba dispuesta a hacer el juego al Ejecutivo. Por ese mismo motivo, ayer la Santa Sede dio a la reunión con Zapatero un carácter más bien protocolario y facilitó muy poca información sobre lo que se habló. Además, sólo permitió el acceso de un cámara y de un fotógrafo del Vaticano, de un operador de TVE y del fotógrafo del presidente.