La prensa acusa de confidente a un obispo clave en la transición política

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Dos nuevos casos de espionaje en la Iglesia polaca

RD, Martes, 9 de enero 2007

La dimisión el domingo del arzobispo de Varsovia Stanislaw Wielgus no ha servido para frenar el remolino político en que está atrapada la Iglesia polaca por las revelaciones de colaboración de sus religiosos con el espionaje del régimen comunista. Ayer, dos nuevos escándalos aireados por la prensa salpicaron al estamento católico dejando muy mal parada la imagen del obispo fallecido Jerzy Dabrowski, una de las grandes figuras de la Iglesia polaca.

Ambos casos fueron divulgados por la edición polaca del semanario Newsweek. La revista acusó al fallecido Dabrowski de confidente voluntario de la policía política comunista. Dabrowski, muerto en un accidente de tráfico hace 16 años, fue uno de los representantes de la Iglesia en las negociaciones de la Mesa Redonda celebradas en 1989 entre el régimen comunista y la oposición democrática, que diseñaron la transición en Polonia.
Según la revista, los documentos del archivo del Instituto de la Memoria Nacional demuestran que el obispo informó a la policía secreta comunista entre 1963 y 1970 sobre los contactos que tuvo con representantes de la Iglesia polaca y del Vaticano durante su estancia en Roma.

Por si eso fuera poco, el párroco de la catedral de Wawel, Janusz Bielanski, presentó su dimisión después de que se publicara que el sacerdote colaboró con el espionaje comunista entre 1982 y 1989.

COLABORADOR DE DZIWISZ

El arzobispado de Cracovia, donde está enclavada esa catedral, aceptó la dimisión. Este nuevo escándalo amenaza con salpicar la figura de Juan Pablo II, pues el párroco Bielanski era un estrecho colaborador del arzobispo Dziwisz, que fue secretario personal del difunto Papa durante los 27 años que duró su pontificado.
Además, la dimisión de Bielnaski es especialmente relevante pues la catedral de Wawel es, junto al santuario mariano de Jasna Gora, el templo más simbólico de Polonia.

El cariz que está tomando la crisis de la Iglesia polaca y el temor a que aparezcan revelaciones comprometedores de otros religiosos llevó ayer al papa Benedicto XVI a pedir públicamente que se pase página sobre ese pasado. "Es importante purificar las tensiones del pasado, promoviendo la reconciliación, pues solo así se podrá construir el futuro", pidió el Pontífice, durante la recepción con los embajadores ante la Santa Sede.

Por su parte, el prefecto de la Congregación de los Obispos del Vaticano, el cardenal Giovanni Battista Re, insistió en que el Vaticano, cuando nombró arzobispo a Wielgus, no sabía que había colaborado con la policía secreta.

Aunque la dimisión fue bien valorada, la prensa arremetió con dureza contra el líder de la Iglesia católica polaca, el cardenal Jozef Glemp, por su defensa del arzobispo Wielgus. Para el diario Dziennik, fue un "gran error" que el primado del país defendiera a Wielgus y llegara a afirmar que, si de él hubiera dependido, lo hubiera mantenido en el cargo.