Y se queda el celibato obligatorio

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Vuelve la misa en latín

RD, Martes, 13 de marzo 2007
Benedicto XVI ha reiterado la indisolubilidad del matrimonio y el celibato sacerdotal y ha pedido a los políticos católicos que defiendan la vida en todas sus fases, la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer y la libertad de educación de los hijos, "valores -dice- no negociables".

Así lo ha manifestado en la Exhortación Apostólica "Sacramentum Caritatis", documento con el que oficialmente se ha cerrado el Sínodo de Obispos celebrado en octubre de 2005 en el Vaticano cuyo lema fue "La Eucaristía fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia", presentada hoy en el Vaticano.

El documento, que fue presentado por el cardenal Angelo Scola, patriarca de Venecia, tiene 131 páginas y el Papa lo ha preparado con las 50 propuestas aprobadas por los 256 obispos de todo el mundo que asistieron al Sínodo, el primero de su Pontificado.

La Exhortación comienza con un reconocimiento al Concilio Vaticano II, del que destacó la renovación litúrgica que ha supuesto para la Iglesia, y está divida en tres partes.

Uno de los puntos destacados es la "coherencia eucarística", a la que están llamados -precisa el Papa- todo los fieles, pero especialmente los políticos católicos, que -afirma- tienen que dar testimonio público de la fe.

Por ello, subraya el Pontífice, tienen que defender el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas.

"Esos valores son innegociables", escribe el Papa tras profundizar en la propuesta de los obispos, que advirtieron a los políticos de la "grave responsabilidad" en las que caen al apoyar "leyes inicuas".

Los obispos ya dijeron que no existe coherencia eucarística cuando se promueven leyes "que van contra el hombre, la justicia y el derecho natural" y que "no se puede separar la opción privada y la pública, poniéndose en contradicción con la ley de Dios".

Sobre el matrimonio, el Papa subraya que es indisoluble y que siguiendo la praxis de la Iglesia "no se puede admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, "ya que su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión".

Agrega que a pesar de ello siguen perteneciendo a la Iglesia y les invita a seguir participando en la misa, aunque sin comulgar.

La normativa actual contempla que sólo pueden comulgar si no mantienen relaciones con la pareja actual y en ese caso se les aconseja que lo haga con discreción, acudiendo a un templo donde no se le conozca, para evitar que alguien pueda escandalizarse.

El único camino es la nulidad, pero advierte a los tribunales eclesiásticos de la necesidad de actuar de manera correcta y profunda.

Asimismo, el Papa pide que se intensifique la formación de los novios.

Respecto al celibato afirma que se respeta la tradición de la Iglesia Ortodoxa, donde los sacerdotes pueden casarse, pero que en el rito latino "se reafirma el sentido profundo del celibato, como una riqueza inestimable, como signo que expresa la dedicación total y exclusiva a Cristo", del que resaltó que vivió en estado "de virginidad".

Ante la escasez de sacerdotes, el Papa está preocupado pero considera que una distribución "más unánime" del clero solucionaría "el problema".

El texto también hace referencia a la celebración de la misa, donde debe estar situado el sagrario, como deben ser los templos, cantos que se deben usar, idioma, etc.

El Papa aboga por el uso del latín en los encuentros internacionales. "Exceptuando las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, el resto de la celebración podría desarrollarse en esa lengua", abogó, justificándolo como una manera de unir a los fieles a la hora de rezar.

También señala que el sacerdote debe preparar las homilías con esmero, con un conocimiento de las Sagradas Escrituras; que los cantos deben resaltar la belleza del rito y que el gregoriano es uno de los que cumple esa misión, y que los templos deben guardar la armonía y resaltar la unidad entre el altar, el crucifijo, el tabernáculo, ambón, etc, y no tener obstáculos arquitectónicos.

Benedicto XVI subrayó la importancia del sacramento de la reconciliación y pidió a los pastores que limiten la absolución general e insistan en la personal. A este respecto abogó por la colocación de los confesionarios en lugares bien visibles.

También se refirió al rito de la paz y dijo que cuando se prolonga más tiempo del debido causa confusión durante la misa El Obispo de Roma subrayó la importancia de la misa dominical y del descanso dominical.

El Papa resaltó el ecumenismo y abogó por la unidad de toda la Iglesia, pero hasta que llegue ese día dijo que no puede haber intercomunión con los fieles de otras iglesias cristianas.