Juan Masiá, jesuita experto en Bioética

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«Hay grandes diferencias entre la base y las alturas de la Iglesia»

RD, Domingo, 18 de marzo 2007

Es una de las voces teológicas disidentes más escuchadas y más acosadas. El pasado mes de enero fue expulsado de la cátedra de Bioética que ostentaba en la Universidad de Comillas, en Madrid. Y se dispuso el secuestro de su libro, 'Tertulias de Bioética. Manejar la vida, cuidar las personas'. Más atrás, ya se había colocado en el ojo del huracán por un artículo publicado en la revista 'Eclesalia', 'Exageraciones en mi país', donde sostenía que la posición del Vaticano frente al uso del preservativo era «mitad cómica, mitad anacrónica».

No se muerde la lengua. Y ayer vino a participar en la clausura del XIX Encuentro de Cristianos de Base, en Gijón, donde impartió una conferencia que tituló 'Cristianismo y Bioética'. Es Juan Masía (Murcia, 1941). jesuita de la misma Orden que Jon Sobrino e Ignacio Ellacuría. Lo entrevista Alberto Piquero en El Comercio.

-¿Hay demasiada distancia entre los cristianos de base y las alturas jerárquicas de la Iglesia?

-En este país, sí. Hay grandes diferencias. Pero no ocurre igual en todas partes. Con anterioridad, yo he estado en la Universidad de Sofía, en Japón, y allí no existe esta separación tan evidente.

-¿La Bioética ha de ser igual para un cristiano que para un laico?

-Por supuesto. La Ética es para una sociedad laica y plural. No tiene por qué llevar apellidos religiosos, ni lo contrario. A veces, resulta más fácil entenderse con un agnóstico de actitudes abiertas, que con un creyente cerrado sobre sí mismo.

-A propósito de la atenuación de grado carcelario de De Juana Chaos, ha dicho que «la ética no son matemáticas». ¿Eso se opone a la lucha contra el relativismo de Benedicto XVI?

-No hay que tener miedo a los relativismos, lo que no quiere decir que hayamos de aceptar el 'todo vale'. La búsqueda de la verdad es un largo camino.

-¿Benedicto XVI ha dado un paso atrás respecto de los aires que preconizó el Vaticano II?

-Ya viene del papado de Juan Pablo II, que nombró obispos en esa línea y estableció la represión sobre ciertos teólogos. Se ha invocado mucho el Vaticano II, pero para decir lo contrario de lo que se afirmó en ese concilio.

-Además, se sitúa a favor del proceso de paz en el País Vasco. ¿Con qué fundamentos éticos?

-Pues, por la ética de la vida. Las personas religiosas deberían ser las que tuvieran menos reservas acerca de un proceso de paz. Yo defiendo que se recupere el proceso de paz, que se ha de construir sobre una dialéctica en la que no haya vencedores y vencidos. El perdón también nos orienta a la creatividad. Y ceder para salvar vidas no es rendirse a un chantaje.

-Y en relación con la muerte de Inmaculada Echevarría, al retirarle la respiración asistida, asegura que es conforme a la teología moral católica. ¿Nos lo argumenta?

-Esa decisión no sólo es legal y ética, sino que está avalada por la teología moral católica en documentos que suscribió el propio cardenal Ratzinger a principios de los años 80, referidos a la eutanasia. Y para tranquilizar a los más conservadores, diré que asimismo hay declaraciones en el mismo sentido de Pío XII, en los años 50. O remontándonos al siglo XVI, están las consideraciones de Francisco de Vitoria, según las cuales no estamos obligados a prolongar la vida de una forma artificial.

-¿Y qué cabe decir a quienes se colocan bienintencionadamente en una tesis antagónica?

-Al final y ante patologías semejantes, es posible que se den respuestas diferentes, que sólo han de guiarse por una cierta prudencia. Creo que lo que se ha de examinar son las intenciones y motivaciones, dentro de un respeto recíproco.

-¿La asignatura de Educación para la Ciudadanía habría de ser mejor comprendida por el Episcopado español?

-Es increíble que se plantee una objeción de conciencia a esa asignatura, que en Japón es obligatoria desde los primeros a los últimos cursos, impartiendo historia de la filosofía o de las religiones para todas las creencias. La ética cívica es la que nos permite evitar el fanatismo y resulta imprescindible para una sociedad plural. Es la religión la que ha de ser una asignatura optativa.

-¿Cuál es su opinión acerca del punto de vista informativo de la COPE?

-Que deberían revisar el octavo mandamiento, el cual no consiste exclusivamente en no mentir, sino también en no calumniar, injuriar y difamar. No comprendo que el episcopado no haya tomado distancias con la COPE.

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido desde su vuelta de Japón a España?

-Me choca la crispación y ese excesivo celo de la ultraderecha eclesiástica y política que impide un debate sereno en cuestiones científicas y éticas. Por ejemplo, sus respuestas a la Ley de Reproducción Asistida y a la de Investigación Biomédica. Ahí se alían unos y otros por razones políticas. Y la Iglesia debería estar exigida, sobre todo, a propagar la esperanza y no la crispación. La misma utilización de las víctimas del terrorismo, acaba convirtiendo a las víctimas en agresoras y extendiendo la agresividad al conjunto de la sociedad. Los creyentes habríamos de apostar por la reconciliación.

-A este Encuentro de Cristianos de Base ha asistido Marcelo Palacios, director de la Sociedad Internacional de Bioética (Sibi) y firme defensor del uso terapéutico de las células madre. ¿Comparte esa defensa?

-Sí, yo también estoy en la misma línea, con algunas precisiones. En Japón, la carta pastoral de los obispos matizó las disposiciones que en esta materia elaboró el Gobierno en 2002. Y es que caben los matices, porque no se trata de cuestiones dogmáticas o de fe. Aquí, parece que sólo se puede estar a favor o en contra y enseguida se pone el semáforo en rojo.

-¿Cree que el cristianismo y el Islam pueden entenderse entre sí, o estamos condenados a la guerra de civilizaciones?

-Después del 11/S, en Japón nos reunimos un representante del Islam, un budista y yo mismo, y hubo entendimiento. Claro, que hemos de partir de que, como se dijo en la Conferencia de Religiones por la Paz, en Kioto, que teniendo una tradición de paz, las religiones hemos traicionado muchas veces esa tradición que nos es propia. Es conveniente la autocrítica.

-Ha declarado que la expresión de sus convicciones de disentimiento con la Iglesia, las realiza por fidelidad a la propia Iglesia. ¿No teme que eso le suponga vivir a perpetuidad extramuros?

-No, sigo siendo sacerdote y jesuita, que no disiente 'de' la Iglesia, sino 'en' la Iglesia.