Juan José Tamayo, director de la cátedra Ignacio Ellacuría

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«El PSOE, un recaudador de la Iglesia católica»

RD, Domingo, 27 de mayo 2007

Desde que la Conferencia Episcopal le tildara de hereje en el 2003, Juan José Tamayo ha pasado de teólogo enfrascado en los estudios de su cátedra en la Universidad Carlos III a referente de las voces críticas sobre la jerarquía católica. El teólogo palentino (Amusco, 1946) participó ayer en el seminario 'Laicismo, religiones y derechos humanos', organizado por Cruz Roja en Valladolid. Defensor de la teología de la liberación y de un cristianismo a la medida del hombre, indaga en la religión desde «la libertad de cátedra, en diálogo con otras ciencias y desde mi tiempo». Lo entrevista V. M. Niño, en El Norte de Castilla.

-¿Es posible un estado español laico?

-Es un tema complejo, en el que nos jugamos el futuro de la sociedad y del estado español. Lo que está en juego es el camino hacia un estado laico o por el contrario si es una misión imposible, si se impone la confabulación de los poderes políticos y las fuerzas eclesiásticas más conservadoras para mantener antiguas estructuras.

-La democracia española ha estado en manos de partidos de todas las tendencias y nunca se ha desvinculado de la Iglesia, ni con González ni ahora.

-Parece un anacronismo. Lo que más me sorprende después de 32 años de la muerte del general Franco, no es lo sucedido con UCD o el PP, sino que el PSOE no haya sido capaz de romper el modelo de vinculación con la Iglesia Católica, que la hayan mantenido como querida entre todas las religiones. No entiendo cómo un partido laico mantiene la situación de privilegio a la Iglesia Católica en dos campos, la financiación y la enseñanza de la religión católica en la escuela. No entiendo cómo un Gobierno presidido por el PSOE se convierte en recaudador para la reproducción ideológica de la Iglesia Católica. Tampoco entiendo que ese mismo partido no haya revisado los acuerdos con la Santa Sede y que mantenga la asignatura de religión como evaluable y con optativas.

-¿Está preparada España para una moral propia fuera de la religión?

-Ese es un mito mantenido por el ideario del nacionalcatolicismo que considera que no hay fundamento moral posible fuera de Dios. Eso sorprende porque uno de los signos de modernidad claro es la separación entre ética y religión. La ética tiene un fundamento autónomo y una base antropológica. El principio ético está en el ser humano. Históricamente la religión no siempre ha contribuido a procesos moralizantes en el sentido de formar conciencias críticas sino más bien sometidas, dependientes, pasivas. Uno de los pilares de la ética es la autonomía, la mayoría de edad. Las religiones han creado ciudadanos menores de edad desde el punto de vista moral. La laización busca hacer adultos que piensen con conciencia propia.

-Quizá convenga, desde la petición del voto, una ciudadanía agrupada por creencias.

-Apenas hay conciencia cívica, siempre ha estado mediatizada por la jerarquía eclesiástica o por los poderes políticos. Ha vivido en asedio constante de ambas fuerzas. El gran desafío de la sociedad española es pensar desde la ciudadanía. Es necesaria la revolución de conciencia, liberada de la prisión de la religión y de la política.

Libertad de cátedra

-José María Castillo, con quien publicó 'Iglesia y sociedad en España', acaba de dejar la Compañía de Jesús. ¿Es un caso aislado?

-Es un entrañable amigo, compañero de fatigas, sufrimientos y condenas. Es un ejemplo de búsqueda de la libertad y escape del control de la jerarquía católica, que somete a los teólogos, a los pensadores cristianos. A su edad, 78 años, es un ejemplo de valentía, coherencia personal y honestidad intelectual. Se ha ido de la Compañía de Jesús para caminar solo, cuando las presiones le han resultado insufribles, para adentrarse en la teología laica, aquella que desde la inteligencia crítica quiere pensar la fe en diálogo con su tiempo. Ha iniciado el camino de la teología desde la libertad. Ambos tenemos caminos afines. Yo me desvinculé del aparato eclesiástico porque no podía hacer teología en régimen de cautividad. Quería dialogar con otras ciencias y para ello hube de dejar el espacio eclesiástico y quedarme en el universitario.

-¿La reprimenda del Vaticano al jesuita Jon Sobrino obedece a la misma razón que la suya?

-El proceso contra él y el mío tienen la misma raíz, la visión de la figura de Jesús, poniendo el acento en la humanidad y no en la divinidad. Si aceptamos que es un ser divino, le convertimos en un mito y nos movemos en lo sobrenatural, lo inalcanzable. Desde ese punto de vista es un personaje que pasó por la historia como sobre brasas, sin compromiso con los dolientes. En cambio el Jesús de Nazaret del que hablamos nosotros es el que vivió una experiencia de pobreza, marginación y exclusión para solidarizarse con los que la sufrían. Su muerte es la consecuencia de un estilo de vida que fue subversiva para los poderes de su tiempo. Miramos la cristología desde una práctica de liberación y una manifestación de dios, en la que la divinidad no es el punto de partida, sino de llegada.

-¿Qué le ha parecido la primera visita del Papa a América Latina?

-La seguí con interés. Tengo tres reparos a su mensaje. Primero: el eurocentrismo. Benedicto XVI planteó en Brasil sus inquietudes sobre la familia, la sexualidad, el relativismo o el hedonismo europeo como si fueran problemas de allí. No afrontó los desafíos que las sociedades de América Latina plantean al Cristianismo. Segundo: Volvió a condenar una de las manifestaciones más vivas del cristianismo en América Latina, la teología de la liberación. Además demostró desconocimiento al equipararla con el milenarismo. La teología de la liberación propugna que otro mundo es posible, que hay que luchar por una sociedad más justa y que depende de los hombres. Y tercero: la descalificación de los movimientos emancipatorios como el bolivarismo o el proyecto indigenista de Morales. Benedicto XVI quiere enterrar las utopías, ha echado un jarro de agua fría sobre ellas.