Casaldáliga apoya al Congreso de la Juan XXIII

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«La Tierra, casa común de todos»

RD, Jueves, 6 de septiembre 2007

Vive en Brasil, pero está siempre pendiente de la Iglesia de los pobres en España. Monseñor Pedro Casaldáliga, obispo emérito de Sao Felix do Araguaia (Brasil), apoya con una carta el XXVII Congreso de Teología de la Asociación Juan XXIII, que comienza mañana, y pide al Gobierno “las leyes y las acciones necesarias para que la inmigración no sea una fatalidad maldita”.

 Desde mañana hasta el domingo, la Asociación de Teólogos Juan XXIII, que preside Julio Lois, celebra su congreso anual en Madrid y el obispo Casaldáliga es el único que los apoya con “un abrazo fraterno en la Paz subversiva del Reino”. Los demás obispos españoles han dado la callada por respuesta.

 Y eso que, como dice el teólogo Benjamín Forcano, uno de sus promotores, “hemos invitado a 44, pero no nos ha contestado ninguno. Ni siquiera con un acuse de recibo. Y, por supuesto, no esperamos a ninguno”.

 Hace años que la Iglesia jerárquica le puso una cruz roja a la progresista Asociación de Teólogos, que reúne en su seno a lo más granado de la teología española. Y, por supuesto, a su congreso anual. Tanto que hasta les prohíben celebrarlo en lugares de la Iglesia y, desde hace años, han tenido que buscar acomodo en la sede de Comisiones Obreras de Madrid.

 El único que nunca falta a la cita es el obispo emérito de Sao Félix, conocido en todo el mundo como el prelado de los indios y de los pobres. En su misiva, Casaldáliga se une “de corazón a ese cenáculo de Teología viva y de solidaridad comprometida con las causas del Reino de Dios”.

 Y, como éste año, el Congreso, con el lema “Fui emigrante y me acogisteis”, gira en torno al drama de la inmigración, el obispo catalán y brasileño dice que “Europa y todo el Primer Mundo, como puerto de llegada de tantos hermanos y hermanas prohibidos de vivir dignamente en sus respectivas patrias, deben responder con gestos y con leyes al derecho de la inmigración”.

 Casaldáliga reconoce “la complejidad del problema”, pero, aún así, asegura que “es un deber sagrado e insoslayable buscarle soluciones”. Porque “la tierra es la casa común de todas las personas y pueblos que, en la más radical instancia, somos la raza humana, la humana familia de Dios”.

 Más aún, el prelado asegura que “nuestras vidas y nuestra religión serán juzgadas por la respuesta que demos o no demos al ‘fui inmigrante y me acogisteis’”. Sobre todo en el caso de los que “creemos en el común Dios de la Vida y en el Evangelio de la fraternidad, nuestro compromiso con la emigración deberá ser un verdadero culto a ese Dios y una respuesta a ese Evangelio”.

 Se espera que asistan al Congreso unas 2.000 personas, procedentes de toda España. Y como señala Benjamín Forcano, su objetivo sigue siendo “abrir espacios de libertad y diálogo, para afrontar problemas vivos. Además, dada la orfandad en que las instancias oficiales han dejado a los cristianos de base, el Congreso se ha convertido en inspiración y acicate para su lucha diaria”. Y es que, por mucho que los echen, los “progresistas” siguen siendo Iglesia.