El PSOE estudia denunciar de los Acuerdos Iglesia-Estado

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El Concordato en entredicho

RD, Lunes, 22 de octubre 2007

¿Hay que plantear una revisión a fondo del Acuerdo suscrito en 1979 entre la Santa Sede y el Estado español? ¿Debe desaparecer la Iglesia Católica del algunos actos protocolarios del Estado? ¿Es de recibo que se critique a un político que no desee asistir a un acto protocolario de interminables liturgias? ¿Hay que limitar el papel de la Iglesia en las Fuerzas Armadas? ¿Hay cuestiones de inconstitucionalidad en aquel documento de 1979? ¿Por qué hay capellanes castrenses con rango de general? ¿Hay agravios con otras confesiones religiosas?...

Éstas y otras preguntas están siendo estos días motivo de reflexión en el seno del PSOE, según cuenta Esther E. Palomeras en La Razón. Más bien forman parte de la discusión que se libra en un subgrupo de trabajo de los que piramidalmente preparan la nueva oferta electoral del partido de José Luis Rodríguez Zapatero, bajo la coordinación de Jesús Caldera.

Ya se sabe que el programa electoral para 2008 no aportará grandes novedades sobre la que ha sido la gestión del Gobierno socialista en los últimos cuatro años, sino que será una extensión y profundización sobre lo ya hecho. También en el capítulo bajo el título «Estado y Democracia», el PSOE busca la recuperación de algunos de los objetivos que se marcó para el periodo 2004-2008 y que, por diferentes motivos, no ha podido ver realizados.

«Algunos requerían -reflexionan en la calle Ferraz- un gran consenso político, y no el enrarecido clima que ha presidido esta Legislatura. Hablamos de reformas institucionales de calado como los nuevos reglamentos para el Congreso y el Senado o las reformas de la Cámara Alta y la Constitución Española de 1978».

Los socialistas están satisfechos de que algunas reformas hayan podido realizarse. Y citan expresamente la Ley de Publicidad Institucional o el nuevo modelo de RTVE. «Otras -se lamentan- han quedado en el debe de esta Legislatura». Pero no en saco roto. El PSOE sostiene que «serán posibles cuando el PP reciba su segunda derrota consecutiva en las urnas, como la que tuvimos los socialistas hace ocho años».

Será entonces, esto es a partir de marzo de 2008, cuando el PSOE se disponga a retomar cuestiones que considera imprescindibles para garantizar los derechos y libertades de una sociedad cada vez más abierta y plural. Y este pluralismo al que se refiere el equipo que redacta el programa electoral con el que Zapatero acudirá, por segunda vez, a una convocatoria con las urnas alcanza también al terreno religioso. Sobre este punto se reflexiona mucho estos días en la casa del socialismo español. ¿Nueva ofensiva laicista? En el PSOE rechazan de plano esta terminología que, aseguran, «responde a un falso debate propiciado desde las trincheras de la oposición del PP».

No hay de momento, para que conste en acta, ninguna decisión o apuesta específica al respecto. Y lo que se discute ha estado siempre en el debate interno del socialismo. No es nuevo. Simplemente, se recupera con motivo de la elaboración del programa electoral. El planteamiento es el que sigue: «Los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede de 1979 se sucribieron tácticamente seis días después de la entrada en vigor de la Constitución Española». Y éste es un dato al que se aferran algunos sectores del PSOE para poner en primer plano que aquel documento se fraguó antes de la redacción de nuestra Carta Magna, y por tanto hay dudas sobre su «constitucionalidad».

Aquí empieza el debate. Dicen quienes están implicados en este grupo de trabajo que «aquellos acuerdos tienen su peculiaridad y su significación». Y citan expresamente la asistencia religiosa de las Fuerzas Armadas o a los capellanes castrenses con rango de general. «Se trata -arguye uno de los integrantes de la comisión de trabajo- de una singularidad del Derecho español que produce perplejidad, y no se entiende en comparación con otras confesiones religiosas».

Las liturgias en la parafernalia militar, los obispos castrenses con rango de general o las misas de campaña son actos que, a juicio de algunos socialistas, «son inconcebibles en la España del siglo XXI». Y lo mismo dicen de ceremonias de homenaje a las víctimas del terrorismo. A muchos les viene a la memoria el funeral de Estado con motivo del atentado del 11-M que fue oficiado por la jerarquía de la Iglesia Católica. «Muchos de los fallecidos no eran católicos, algunos eran musulmanes, otros ortodoxos... ¿Por qué aquella ceremonia?», se discute en las reuniones de elaboración del programa electoral en las que hay un intenso debate sobre los «privilegios de la Iglesia Católica sobre otras confesiones». La reflexión alcanza no sólo al Protocolo del Estado y al papel de la Iglesia en las Fuerzas Armadas, también a la educación concertada y a la cooperación del Estado con la financiación de la Iglesia.

Todo gira en torno a un mismo núcleo, el de la revisión de los Acuerdos que actualizaron las disposiciones del Concordato de 1953.

«El orden de nuestras libertades debe ser respetuoso con la Constitución y las leyes orgánicas que la desarrollan. No se pueden alegar agravios entre confesiones en el siglo XXI». Lo afirma un ponente del programa que apuesta por el pluralismo religioso, y la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa que en 1980 se aprobó en España con la práctica unanimidad de los partidos políticos. Esta norma también está siendo objeto de reflexión en el PSOE. De hecho, lo ha sido en otras ocasiones. La última fue con motivo del 25 aniversario de la promulgación de aquella ley, en julio de 2005. Entonces, el clima político y las delicadas relaciones entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal impidieron poner en marcha cualquier iniciativa.

De hecho fue por aquella época cuando Esquerra Republicana de Catalunya llevó al Congreso un texto que reformaba la ley de 1980. El PSOE dio un portazo a aquella propuesta por motivos obvios. Hoy, está dispuesto a buscar «el equilibrio entre confesiones religiosas» y propiciar un clima de tolerancia para que nadie pueda «reprochar a un dirigente político que no quiera asistir a actos protocolarios de interminables liturgias». Éste es el debate, y a juzgar por el resultado de esta Legislatura, parece que el camino que se propone andar el PSOE no estará exento de dificultades.