Juan Del Río Martín, obispo de Asidonia-Jerez

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«La beatificación nos lleva a la reconciliación»

RD, Lunes, 29 de octubre 2007

Sólo horas después de la beatificación de 498 mártires del siglo XX en España, monseñor Juan del Río Martín, Obispo de Jerez y presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, responde a las muchas críticas vertidas últimamente sobre la Iglesia desde diferentes sectores de la sociedad y la política, y a otros asuntos que elevan en los últimos tiempos el clima de tensión Estado-Iglesia. El papel de las hermandades y cofradías en Andalucía, su comentado futuro destino como Obispo de Málaga, la violencia doméstica o la asignatura de Educación para la Ciudadanía son otras cuestiones a las que no rehuye. Lo entrevista Eugenio Camacho en ABC.

-¿Qué representa para la Iglesia española la beatificación este fin de semana de los mártires del siglo XX en España?
-Un reconocimiento a los cristianos que murieron perdonando y que son dignos de esperanza y reconciliación para toda la sociedad española. Es una celebración de la valentía de la fe y del coraje de seguir a Cristo y a su Iglesia hasta la muerte. Ellos son un claro testimonio de que cuando somos débiles más se manifiesta la fuerza de Dios. La beatificación de estos mártires nos lleva a la reconciliación, porque con sus vidas están predicando el perdón, el olvido, la entrega, la disculpa... Todos estos valores que ayudan a que esta sociedad se reencuentre y halle la armonía tan necesaria en estos momentos de tanta tensión. La beatificación no va contra nadie y eso es conveniente repetirlo.

-Aunque haya quien vea un componente político.
-Aquellos que tienen una mente ideologizada se encuentran muy lejos de lo que significa este acto cristiano y pueden pensar lo que quieran. Pero esto llega después de un estudio concienzudo de cada uno de estos mártires, y después de mucho tiempo de investigación. La Iglesia no ha improvisado.

-¿Cree que la ley de memoria histórica también persigue, en cierto modo, lo mismo?
-Primeramente habrá que ver en qué consiste la ley. Tal y lo que vemos en la prensa, no creo que vaya a servir mucho para la reconciliación de los españoles, sino que va a reabrir heridas, y al final eso irá en contra de aquellos que la han potenciado, porque no va a favorecer a la convivencia, sino todo lo contrario.

-¿Qué opinión le merece que uno de los grupos que elabora propuestas para el programa del PSOE para las elecciones evalúe la inclusión de la revisión del acuerdo Iglesia-Estado, de 1979, y la reforma de la Ley de Libertad Religiosa de 1980?
-Habrá que estar atentos. La Iglesia sabe subsistir por encima de los avatares políticos y responderá en su momento a lo que se proponga. Pero conviene aclarar que a la Iglesia española no hay que verla como un enemigo, porque ha hecho y sigue haciendo mucho bien a esta sociedad. Si la Iglesia católica cerrara de hoy para mañana los centros asistenciales que sirven a los más pobres, como Cáritas, quién les daría de comer ¿Los ayuntamientos? ¿las diputaciones? ¿el Gobierno? Y si cerrara los centros docentes ¿cuánto tiempo tardaría el Estado en suplir esa labor? Pero además, en la cultura, en las instituciones de las universidades católicas, la incidencia de los hombres de pensamiento del Humanismo cristiano... ¿no hacen bien a nuestra sociedad? ¿Por qué esa animadversión a lo católico? ¿Qué hay detrás? Seguro que muchos lectores de ABC tendrán la respuesta, igual que la tengo yo.

-Usted ha llegado a asegurar que la Iglesia ahorra al Estado 36.000 millones de euros al año.
-En todos estos sectores que he enumerado. La Iglesia es servidora de la sociedad, no busca ningún privilegio y lo único que pide es libertad. Pienso que no nos van a privar de ella, aunque vengan otros acuerdos. Creo que la libertad religiosa es un principio que tiene que tener claro. Lo contrario sería caer en el totalitarismo.

-¿Se sienten en el punto de mira de los medios de comunicación?
-En la actualidad nos encontramos que, por un lado, hay una sed de Dios enorme; y, por otro, se percibe una oleada de laicismo beligerante muy fuerte, los hombres de los medios de comunicación social debemos estar atentos a lo que se da en la realidad, en la que se están dando las dos cosas. Muchas veces resplandece más lo segundo que la búsqueda de la verdad y del sentido de la vida que tiene tanta gente. Es como si el laicismo exacerbado quisiera acallar toda pregunta sobre el sentido de la vida, y eso es muy grave porque indica un deseo de totalitarismo enorme.

-¿Quiere decir que es obra del laicismo exacerbado los grandes titulares sobre los casos puntuales de curas pederastas?
-La Iglesia es Santa, pero el pecado existe en sus miembros. No nos asustamos del pecado, pero en ocasiones los fallos de los miembros de la Iglesia son utilizados por sus enemigos para ir en su contra. En muchos de los casos que menciona ha habido negocio, exageración y una clara intención de hacer daño a la Iglesia, aunque ésta reconoce que hay hijos suyos que cometen pecados y delitos que son innombrables. En eso sentimos el dolor de las víctimas, condenamos tales actos y ante esos pecados no cabe tolerancia alguna, pero la Iglesia no está tan infectada como nos quieren hacer ver algunos compañeros de los medios.

-Usted ha denunciado en alguna ocasión el ultraje al cristianismo ¿A qué se refiere?
-A que parece que la modernidad y la progresía consisten en ir contra el catolicismo. Me gustaría saber si todos estos artistas que se mofan del Papa, e incluso de Cristo y de la Santísima Virgen, tendrían la valentía de hacerlo con otras religiones. Seguro que no. Pero para muchos periodistas, escritores o columnistas, meterse con la Iglesia parece salirles gratis. En cambio, son incapaces de denunciar la inferioridad de la mujer en otras religiones o de dar a conocer cómo muchas filosofías religiosas frenan el desarrollo de los pueblos. En España no tenemos término medio: nos vamos detrás de la Iglesia católica con una vela o con un palo. Muchos de los planteamientos del laicismo beligerante son planteamientos decimonónicos que se han resucitado ahora y que sirven también como cortina de humo para tapar los grandes problemas que tiene este país. Eso es muy fácil, pero el cristianismo tiene que perdonar, no hay devolver mal por mal. Eso sí, los católicos no deben avergonzarse de su fe antes los poderes de este mundo. Debemos dar la cara por Cristo y por su Iglesia, aunque todo esto está sirviendo para despertar a muchos católicos que estaban dormidos y para que tomen conciencia de su identidad católica. Este cuento se puede ir acabando y se puede volver contra los que lo están auspiciando.

-Desde algunos sectores, curiosamente muy alejados de la Iglesia, se reclama el sacerdocio de las mujeres ante la crisis de vocaciones.
-La mujer está haciendo un papel impresionante en la Iglesia, como siempre lo ha hecho. Ella, porque no sea ministro ordenado, no significa que sea un miembro de segunda categoría. En la Iglesia cada uno tiene un servicio. Lo dice San Pablo muy claro, en el cuerpo cada miembro tiene su cometido, pero no por eso la mano es más importante que el corazón o que las piernas, sino que cada uno, hombres y mujeres, somos hijos de Dios, iguales en dignidad, que necesitamos de la gracia de Cristo y somos llamados a la evangelización. Eso lo ha expresado muy claramente el Magisterio de la Iglesia, y el mismo Juan Pablo II escribió una carta apostólica sobre «la dignidad y la vocación de la mujer». El sacerdocio no es ningún derecho, sino un servicio y el Señor quiso encomendárselo a los apóstoles que eran hombres y lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Aquí son coincidentes las tradiciones de la Iglesia latina y la oriental.

-Si le parece, nos centramos más en Andalucía ¿Qué le parecieron las afirmaciones de monseñor Dorado Soto, obispo de Málaga y Melilla, asegurando que le alegraría que fuera usted su sustituto?
-Que estoy gobernando en Jerez como si fuera a estar hasta los 75 años, que es la edad de la jubilación, pero dispuesto a lo que pida el Papa en cualquier momento. Estoy en las manos de Dios y de la Iglesia, a la que serviré como quiera y donde quiera.

-Pero es humano estar al menos expectante ¿no?
-Yo tengo mucha paz. ¿Me ha visto nervioso en algún momento? ¿O que no esté gobernando la diócesis? Estoy en las manos de Dios y duermo todas las noches estupendamente, porque eso me da mucha paz.

-¿Sigue siendo Andalucía una región privilegiada en comparación con otras de España?
-Yo no diría privilegiada, sino más bien una Iglesia evangelizada y evangelizadora. Es una Iglesia que ha estado siempre con el pueblo, de ahí su rica religiosidad popular, y a la vez se ha preocupado de preparar en catequesis y en formación grupos más selectos y más comprometidos en la acción caritativa, social y docente. Digamos que ha sido una Iglesia que se ha preocupado de todos los sectores y a todos los niveles. Por la historia de la Iglesia en Andalucía han pasado grandes pastores.

-Casi a diario nos desayunamos con algún templo religioso que ha cerrado sus puertas por mal estado. En su misma diócesis de Jerez hay en la actualidad dos templos importantes cerrados al culto por este motivo ¿Urge una mayor colaboración de las administraciones?
-La Junta de Andalucía ha hecho un gran esfuerzo de colaboración con la Iglesia en el sostenimiento del patrimonio eclesiástico, pero hay mucho patrimonio que cuidar del que no sólo disfrutan los católicos, sino también los no católicos o los no creyentes. Además, este patrimonio histórico, artístico y cultural es fuente de ingresos a través del turismo y da mucho trabajo en muchas ciudades. En este sentido, además del esfuerzo enorme que hace la Iglesia católica desde sus pobres recursos económicos, se debería contar con más apoyo de las entidades privadas y de las diversas administraciones.

-¿Cómo observa el drama de la violencia doméstica?
-Ciertamente, es un drama terrible sin justificación y que hay que condenar. Pero la violencia doméstica no se supera sólo con leyes, sino invirtiendo en educación integral, ayudando a las personas en valores como el respeto, el diálogo y la entrega. Cuando hay una pareja a la que ni siquiera le sostiene el amor, sencillamente falla todo. A las leyes hay que unir todo lo que sean centros para atender a las mujeres maltratadas, mayores prestaciones económicas, pero también la labor educativa y de concienciación, comenzando por los más jóvenes.

-¿Es un triunfo el hecho de que el Congreso haya tumbado recientemente la legislación de la eutanasia?
-Eso siempre está ahí. Hay algunos que creen que la progresía es atentar contra la vida. Los católicos defendemos la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte, y eso es lo más Sagrado. Eso le está suponiendo a la Iglesia Católica mucha persecución, pero la Iglesia de estos tiempos pasará a la historia, como la gran defensora de la vida. El aborto y la eutanasia son una gran calamidad que tiene la sociedad de nuestros días.