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A sus 41 años, el abogado del Estado Alfredo Dagnino ocupa, desde hace un año, el cargo de presidente de la Asociación Nacional de Propagandistas y, por ende, el de presidente de la Fundación San Pablo CEU. Con 4 universidades, 28 centros educativos, 3.000 profesores y 28.000 alumnos. Afable y cercano, pero con las ideas muy claras. Asegura que se quiere “recluir a Dios en el ámbito privado”, asegura que “ni Rouco ni Cañizares caen mal a la gente” y se muestra convencido de que “el que quiere a la Iglesia no critica a la COPE”.
Alfredo Dagnino comienza reconociendo que, para él, fue “un honor” sustituir a Alfonso Coronel de Palma, actual presidente de la cadena COPE, al frente de la ACdP. “Me siento honrado y privilegiado, sobre todo cuando miro los retratos de la galería de presidentes” y, al mismo tiempo, “es un reto de una especial responsabilidad”.
Reconoce también que “se espera mucho de nuestra casa”, quizás “por nuestra historia y por nuestras realidades”. Una historia que celebrará, el próximo curso, nada menos que su centenario. Cien años de una asociación que “nace al servicio de la Iglesia y de la sociedad”. ¿Su objetivo? “Ser faro y luz para regenerar la sociedad”.
Uno de los hitos anuales de la ACdP es su ya famoso congreso “Católicos y Vida Pública”, que va ya por su novena edición y se ha convertido en una imagen de marca solvente y cualificada. Dagnino reconoce que nació, como todas las criaturas, vacilante, pero que, ya entonces, “Alfonso Coronel tuvo la visión de que el Congreso iba a servir a la misión apostólica en la vida pública y política”, para conseguir “una mayor unidad de acción intraeclesial”.
Hoy, es una realidad “consolidada”, que “contribuye decisivamente a la madurez del laicado católico”. Con más de 1.000 inscritos en esta edición, que se va a celebrar este fin de semana en Madrid y una pléyade de ponentes de prestigio.
Un congreso que “cuesta mucho trabajo y mucho esfuerzo preparar”. Por eso, Don Alfredo tiene un especial recuerdo al staff de gestión y preparación, capitaneado por el actual decano de Humanidades del CEU, José Francisco Serrano, “que lo tenía muy difícil, pero que lo está dirigiendo con la maestría y el buen hacer de un hombre de Iglesia”.
El presidente de la ACdP no da cifras del coste ni de los beneficios, si los hubiese, del congreso. “No buscamos beneficios, sino que revierta en frutos para la Iglesia y para la sociedad”. Y que siga siendo “un referente indiscutible para el mundo católico, un lugar de encuentro, para concienciar al laicado, vertebrar al catolicismo social y buscar su unidad de acción”.
El lema del Congreso de este año es “Dios en la vida pública-la propuesta cristiana”. Según Dagnino, se eligió este tema porque “había una inquietud generalizada de que lo que se tendría que abordar era la presencia del hecho religioso en la vida pública”. Eso sí, abordándolo en positivo y “sin ir a rebufo de una realidad hostil”.
A su juicio, se trata de “ir a lo esencial” y “con un título provocador”, porque, hoy en día, “se pretende recluir y confinar a Dios y a las convicciones religiosas en el ámbito de la vida privada”.
Porque, desde la Ilustración, “en Occidente se ha cuestionado la legitimidad de Dios”. Porque la Ilustración, a su juicio, “tiene un legado positivo en muchos órdenes, pero también muchas sombras y servidumbres”. Y “el precio que se ha pagado es el olvido de Dios. Y ése es un precio muy duro a pagar”.
Eso no quiere decir que Dagnino y los suyos quieran “volver a los tiempos de una religión como propia del Estado”, pero tampoco al laicismo, que es “una forma beligerante del hecho religioso”, porque “el cristianismo está en la base y en la raíz de nuestra civilización”. Porque “el laicismo retorna como una ideología que pretende acaparar las creencias y erradicar las religiosas”.
Y añade: “Cuando se niega todo esto, es decir la apertura a la trascendencia y el hombre se convierte en la medida de todas las cosas, ¿dónde ponemos el límite?. Todo vale, como demuestra la historia del siglo XX”.
¿Demasiado pesimista? “La realidad es mucho peor de lo que yo estoy diciendo” y “mi planteamiento es realista”, asegura. Eso no quiere decir, a su juicio, que los católicos sean “profetas de calamidades”. Porque, según Dagnino, “los católicos no estamos reabriendo el debate de las dos Españas”.
¿Y los católicos, como los de Redes Cristianas, que no comparten en absoluto esa visión? “Para nosotros, los límites están en la fidelidad al Evangelio y a la doctrina de la Iglesia. No pretendo eliminar ese tipo de planteamientos, los respeto, pero también pido que la tolerancia no sea selectiva”.
Pero Don Alfredo reitera: “El estímulo de esta crispación, que amenaza con la fractura, no proviene de la Iglesia y del mundo católico”. Eso sí, también asegura que “la Iglesia no puede mantenerse callada”.
El que la Iglesia hable claro no tiene por qué repercutir en la “mala imagen” que de ella dan las encuestas. Además, Alfredo Dagnino niega el que las intervenciones públicas de algunos obispos más conservadores perjudiquen a la Iglesia. “Ni Rouco ni Cañizares caen mal. Mi percepción de ellos es muy positiva”.
Lo que pasa es que “hay una aversión a la Iglesia católica en ciertos círculos culturales, sociales e intelectuales. Y algunos nos revelamos frente a eso”. ¿Se siente perseguido? “Yo no me siento perseguido, pero hay gente que es objeto de mofa por el mero hecho de ser y de declararse católico”.
¿La cadena COPE, de la que usted es consejero, y, especialmente, Federico Jiménez Losantos, no está echando sin parar leña al fuego de la crispación y la intolerancia, en detrimento de la imagen de la institución? “¿Vamos a juzgar a la Iglesia por la actitud de un comunicador? El que quiere a la Iglesia no vierte ciertas críticas a la COPE. Porque en esta lucha hay intereses comerciales evidentes y eso también hay que decirlo claramente”.
Por eso, a su juicio, “la COPE está prestando un servicio inestimable a la sociedad española”. Porque “la Iglesia, en cuanto tenedora de un medio de comunicación, no sirve a intereses espurios. La COPE es una especie de reducto de libertad”.
Y, además, asegura que, para enjuiciar si la cadena cumple su propio ideario, hay que “fijarse en su línea editorial, que ha mejorado sustancialmente, pero de eso no se habla, porque no vende ni produce morbo”.
Alfredo Dagnino confiesa que el sacar un periódico católico a la calle es “una asignatura pendiente de la ACdP”, sobre todo “tras el triste destino de la editorial EDICA del desaparecido Ya”. Pero nada fácil.
Más difícil ve todavía la creación de un partido católico. “En estos momentos, la creación de un partido político católico no está en el horizonte”. Reconoce, asimismo, que “la asociación tiene menos líderes políticos que antes”. Y recuerda las épocas gloriosa de la Asociación en la II República, en época de Franco o en los Gobiernos de la Transición, con Marcelino Oreja y demás compañeros del grupo Tácito, cuando “la mitad de algún Gobierno salió de nuestras casa”.
Y atribuye la falta de líderes políticos católicos “a la partitocracia”, porque “los partidos viven de cuadros profesionalizados” y de “oligarquías que hacen las listas y que viven de eso”.
Por lo que a los Propagandistas se refiere, Alfredo Dagnino niega tajantemente que la asociación se esté derechizando, como aseguran en ambientes eclesiásticos. “No estamos perdiendo carisma fundacional. Al contrario, se ha reforzado. Volvemos a la fidelidad y a las raíces”.
A su juicio, con el nacimiento de los Propagandistas y, después, del Opus Dei se inicia la “revolución laical”, es decir “nace una nueva mentalidad, que es la base del Vaticano II”. Y concluye: “La Asociación siempre ha estado en las trincheras, siempre ha estado en la vanguardia”.
Y, en esa clave, no le gusta que se hable en la Iglesia de derechas e izquierdas. “No podemos seguir desenfocando. No suscribo lo de la derecha y la izquierda en la Iglesia. ¿Derechizada la ACdP? Si lo que estamos haciendo es volver a las raíces”. Y añade: “Vamos a reforzar el alma de la Asociación e infundirla a sus obras” y “eso no significa derechizarse, reforzar la identidad no es derechizarse, que es un término que no responde a la realidad”.
Para concluir, Alfredo Dagnino se proclama “optimista con sinceridad”. Porque “este tiempo es una gran oportunidad para los cristianos”, para convertirnos en “levadura en la masa” y para “servir a la Iglesia”.