Aunque hace autocrítica, les acusa de dejarse llevar por los medios

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La Iglesia suspende a los católicos en doctrina y formación

RD, Lunes, 14 de abril 2008

«¿Quién es buen cristiano?», preguntaba el catecismo. Y respondía: «Buen cristiano es el discípulo de Cristo que cree en su doctrina y la practica». Pues los católicos españoles ya no saben ni la parte más fundamental de la doctrina de su Iglesia y, cada vez, la practican menos. No lo dicen los enemigos de la fe. Lo sostiene la propia Conferencia Episcopal en un documento autocrítico: «Siendo realistas, debemos reconocer que existen muchos bautizados que, debido al descuido y olvido de su formación cristiana, desconocen totalmente a Dios».

El documento de los obispos, que se publicará el 11 de mayo, fiesta de Pentecostés, la fecha que la iglesia dedica a la Acción Católica y al apostolado seglar, va más allá en la radiografía del catolicismo actual: «Bastantes cristianos viven de una fe heredada, pero no personalizada. Se han conformado con las enseñanzas recibidas de sus padres en el hogar o en los primeros años de catequesis, pero no se han planteado lo que significa creer y seguir a Jesús».

Y añaden los prelados de la comisión de apostolado seglar, dirigida por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio: «Otros cristianos manifiestan en su comportamiento una profunda ruptura entre la fe y la vida, y no sienten la necesidad de formarse para cumplir con más fidelidad la misión confiada por el Señor». Los católicos no sólo prescinden de la formación doctrinal, «tampoco descubren la alegría de pertenecer a una comunidad cristiana ni sienten la necesidad de participar en sus celebraciones».

La consecuencia es obvia, según los prelados: «Si los cristianos sólo conocen a Jesucristo de oídas o de modo superficial, es imposible que puedan ser luz del mundo y testigos de su salvación».

Más aún, «el abandono de la formación cristiana por parte de muchos bautizados les ha conducido a tener una visión deformada del cristianismo y la Iglesia, puesto que sus criterios sobre estas realidades no parten del Evangelio ni de las enseñanzas de la Iglesia, sino de las opiniones de los demás, de los criterios sociales y de las presentaciones parciales, sesgadas y distorsionadas que, en bastantes casos, hacen de la Iglesia algunos medios de comunicación».

Pero, tras matar al mensajero, el documento de la Conferencia episcopal, titulado Laicos cristianos: sal y luz del mundo, ahonda en las causas de este desinterés por la formación cristiana. Y señala, entre otras, «la ruptura de la cadena en la transmisión de la fe en el seno de la familia» y la secularización que sufre la sociedad.

Pero también entona el mea culpa: «Desde la Iglesia no hemos prestado la suficiente dedicación a la formación de los adultos bautizados. Pensábamos que, al mantener unas prácticas religiosas, todos estaban suficientemente formados, y nos hemos equivocado». Por eso, la jerarquía católica pide a toda la Iglesia «un esfuerzo por revisar la formación cristiana que estamos llevando a cabo con la mejor voluntad, pero tal vez sin el necesario discernimiento».

Para conseguir, por medio de una formación seria y progresiva, “cristianos adultos en la fe, enamorados de Jesucristo y de su Iglesia”.

En este sentido, felicitan a los movimientos de Acción Católica, excepción en este desierto formativo, por el esfuerzo realizado en la “formación cristiana de muchos bautizados”. Y les animan a “seguir ofreciendo esta formación a quienes viven con una fe mortecina o han caído en la indiferencia religiosa”. Porque sólo los creyentes bien formados podrá ser “sal y luz del mundo”.