Llegan de todos los confines de la Tierra, en variados idiomas

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El cartero llama a la puerta de Dios

BBC, Jueves, 16 de junio 2005
Llegan de todos los confines de la Tierra, en variados idiomas y con peticiones diversas. Con lamentos algunas, compartiendo penas casi todas y revelando secretos ocultos unas pocas. Son cartas singulares, muchas veces sin remitente, con direcciones muy generales. Son las así llamadas "Cartas a Dios".

Así se las conoce en la Dirección de Correos de Israel, concretamente en su división central en el barrio Guivat Shaul de Jerusalén. Allí son derivados esos sobres singulares dirigidos a quien es visto por cada uno como inspirador de la fe.

Pero en realidad, no llegan sólo para Dios -el Todopoderoso, el Creador, el Altísimo, según el estilo de quien escriba-, sino también a Abraham, a Jesús de Nazareth y a la Virgen María. {sumario}Una joven pidió que al morirse Dios le permitiera encontrarse con Lady Di, porque la admiraba y habían nacido el mismo día{/sumario}

Hay quienes combinan varias "direcciones", revelando su claro conocimiento de las Sagradas Escrituras, y escriben en el sobre "Al Dios de Abraham, Isaac y Jacob".

Este miércoles, todas las cartas acumuladas en los últimos seis meses fueron colocadas entre las enormes y milenarias piedras del Muro delas Lamentaciones en Jerusalén. {pag}

"De aquí, seguro que las plegarias que encierran estas cartas llegan a Dios", dice Shmuel Rabinovich, rabino del Kótel (el "Muro Sagrado", en hebreo).

El lugar es el santuario más sagrado del pueblo judío, debido a que es el único remanente de una de las murallas que rodeaban el Beit Hamikdash, el Templo Sagrado de Jerusalén destruido por los romanos en el año 70.

"Aquí se dirigen las plegarias de los judíos del mundo entero, que oran siempre en dirección hacia Jerusalén", explica. {sumario}Una mujer escribió pidiendo perdón porque robaba ceniceros de los hoteles y, arrepentida, preguntaba dónde podía devolverlos {/sumario}

"Pero no sólo judíos pueden rezar aquí o colocar papeles con deseos, como se acostumbra, entre sus piedras. Todo aquel que sienta la necesidad de hacerlo, sea cual fuere su religión, tiene libertad para ello".

De todos modos, que el Muro sea la dirección apropiada parecen indicarlo las propias cartas, varias de las cuales están dirigidas a "Dios del Muro de los Lamentos" o direcciones similares.

El rabino Rabinovich, acompañado del director general del correo, Yosi Shelly, y varios de sus colaboradores quienes venían cargados con cajas repletas de cartas con una etiqueta "Cartas a Dios" o "Cartas al Muro de los Lamentos", se acercaron al "Kótel" y buscaron un lugar para colocar todos los mensajes, doblándolos previamente para que entrasen en las finas ranuras entre las piedras.

En la sección femenina -los rezos en el judaísmo son separados- fue Ahuva, funcionaria del correo, la encargada de colocarlos.

"No sé si hay lugar en el Kótel", nos había dicho poco antes el rabino, sonriente, consciente de la gran cantidad de papeles que ya hay en el Muro.

Y mirando hacia el cielo, agregó: "Pero sí estoy seguro de que hay lugar allí arriba, para oír todos los rezos".