Supo transitar desde la sensibilidad más conservadora del Opus Dei hacia otras más ecuménicas y fronterizas. Sin grandes alharacas.
(José Manuel Vidal).- Fue, sin duda, uno de los pensadores más lúcidos de nuetros tiempo. Raimon Panikkar marcó una forma de hacer teología y de ser teólogo. Tuve la suerte de coincidir con él y de entrevistarle en varias ocasiones y siempre salía del encuentro con una esperanza rediviva y redimensionada.
Era como un santón hindú pero en teólogo católico. Un enamorado del diálogo interreligioso y un hombre con un recorrido vital excepcional. Supo transitar desde la sensibilidad más conservadora del Opus Dei hacia otras más ecuménicas y fronterizas. Sin grandes alharacas. Sin hacer demasiado ruido. Deslizándose suavamente, con su eterna sonrisa y su gafas a lo Ghandi.
La última vez que le vi fue en Montserrat en un encuentro interreligioso internacional. Parecía tan monje como los monjes sin ser monje. Y era el centro del simposio. Todo el mundo estaba pendiente de lo que él decía. Era una auténtica autoridad. Y una persona auténtica. Con una obra centrada en el diálogo interreligioso e intercultural, avalado por más de 50 libros.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: