Se está extendiendo la sospecha de que las congregaciones - y las religiones - parecen más razonables, competentes y defendibles según el número de afiliados y el poder económico que detenten
(Pedro Rizo).- En el año 1984 vivía con mi familia en una histórica ciudad castellana cuna de grandes santos. Su iglesia principal es la catedral, por supuesto. Pero una de de las más visitadas era la que presidía su plaza principal.
Al anochecer de un día de otoño salíamos del Casino en compañía de unos amigos y pasamos por delante del portalón principal que para nuestra extrañeza estaba entornado. Qué raro, tan tarde, pues serían cerca de las diez de la noche de un día laborable. Curiosos nos detuvimos – «Entramos»-«No entramos» – … Una de nuestras mujeres empujó la puerta interna del atrio. Todo estaba muy oscuro, pero del interior se filtraban algunas voces en sordina.
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