No han perdido el sentido de la hospitalidad y cualquiera te invita a cenar sin cita previa, y que siempre tienen tiempo para los demás
(José Carlos Rodríguez).- Está visto que no escarmiento. Cuando hace dos meses me ofrecieron un contrato para trabajar con una prestigiosa organización internacional en el Sureste de la República Centroafricana, me construí mi particular cuento de la lechera y una de las primeras cosas en las que pensé fue en el coche que tendría a mi disposición. Cómodo, con aire acondicionado y quién sabe si incluso con chófer.
Me atraía, cómo no, trabajar con una población afectada por la violencia del Ejército de Resistencia del Señor, el temido LRA que durante dos décadas acompañó mi existencia en el Norte de Uganda, y tal vez contribuir algo a que la paz llegue a esta región. Claro que sí, pero el coche que no falte, pensé ingenuamente hasta el día en que el avión me depositó en la pista de aterrizaje de Obo.
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