Cualquier polémica que surja en el Papado siguiente hará que todos los ojos se vuelvan a Ratzinger
(Jesús Bastante).- Cuando dentro de algo más de un mes, desde el balcón de las bendiciones de la basílica de San Pedro del Vaticano, salga un hombre, el hombre, la Iglesia católica tendrá un nuevo Papa, el 266 de la historia oficial. A su lado, tal vez, su antecesor, Benedicto XVI-Joseph Ratzinger. Por primera vez desde que la designación de un Pontífice se realiza en la Capilla Sixtina, el Papa y su antecesor cohabitarán en el mismo lugar, lo que desata multitud de dudas, un sinfín de preguntas, y más de un desafío para la institución.
¿Qué hará Ratzinger? ¿Se mantendrá absolutamente al margen, o ejercerá como asesor aúlico de su sucesor? El nuevo Papa, sea quien sea, ¿consultará a su antecesor los temas candentes? ¿Ratzinger seguirá siendo Benedicto XVI, cardenal, obispo emérito de Roma, o simplemente un hombre que en su día ejerció el pontificado y que ahora se ve «encerrado» tras los muros de un monasterio en la Santa Sede? ¿Qué vestimenta utilizará? ¿Podrá salir de Roma, dar conferencias, escribir libros, dar su opinión pública sobre los males de la Iglesia a la que renunció dirigir?
Por el momento, lo único que se sabe es que el próximo 28 de febrero, a las cinco de la tarde, Benedicto XVI se trasladará en helicóptero hasta Castel Gandolfo. Tres horas después, a las ocho, arrancará oficialmente la Sede Vacante. Durante ese período, será el camarlengo -y actual secretario de Estado-, Tarcisio Bertone, quien gobernará la Barca de Pedro y organizará los preparativos del Cónclave.
El Anillo del Pescador será destruido, pero nadie sabe si Ratzinger continuará o no llamándose por el nombre que se dio cuando aceptó dirigir a la Iglesia católica. ¿Benedicto XVI seguirá siendo Benedicto XVI?
Tampoco se ha dado jamás la circunstancia de un Papa que haya seguido viviendo en el Vaticano tras su renuncia. Así, se desconoce si la vestimenta que utilizará será la episcopal -el sacramento no se pierde-, la cardenalicia -sobre esto hay dudas- o si, en un gesto tan especial como la propia situación, continuará con la sotana blanca.
«Vivirá en el Vaticano con total discreción», dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. «Su presencia no será un impedimento, una interferencia o un problema«, aseguró. Al menos sobre el papel, pues no hay referencias históricas similares. Tras su renuncia, Celestino V (y de eso hace más de siete siglos) regresó a su vida de ermitaño, aunque algunas leyendas apuntan que su sucesor, Bonifacio VIII, ordenó su captura y su ingreso en una prisión hasta su muerte. Esto no sucederá hoy, aunque lo cierto es que Ratzinger -por propio deseo o influido por el peso de una historia por escribir- podría haber elegido marcharse a su Baviera natal.
Todavía no hay denominación para el futuro ex Papa, que bien podría ser considerado «Papa emérito» o simplemente Joseph Ratzinger. Un batallón de expertos litiga para encontrar una solución jurídica a estas y otras cuestiones incómodas.
Benedicto-Ratzinger quiere seguir escribiendo. De hecho, tiene una encíclica sobre la fe a medio terminar, que ahora se podría publicar en forma de libro. ¿Pero hasta qué punto un texto que iba a ser magisterial puede editarse únicamente como la opinión de un hombre? Las dudas sobre la infalibilidad papal, pues, vuelven a mostrarse. ¿Deja Ratzinger de ser infalible al abandonar el solio pontificio? En caso de que no sea así, ¿podría contradecir las decisiones de su sucesor si no está de acuerdo con ellas? Si se diera este caso, estaríamos, sin duda alguna, en la antesala de un cisma.
Lo que parece fuera de toda duda es que, aunque permanezca en silencio para el mundo -como él mismo apuntó esta mañana-, cualquier polémica que surja en el Papado siguiente hará que todos los ojos se vuelvan a él. De ahí, quizás, que Ratzinger haya optado por recluirse entre los muros del Vaticano, buscando tal vez una menor exposición de la que a buen seguro tendría si saliera extramuros. No todos piensan así: Rino Fisichella, presidente del Consejo para la Nueva Evangelización, dijo que el Papa quizás podría vivir fuera del Vaticano, como si un alejamiento físico disminuyera también su influencia.
¿De qué vivirá el ex Papa Benedicto? «Nos aseguraremos de que tenga una existencia digna», apuntó el portavoz Lombardi, sin acertar a definir si se le dará una dotación como emérito, una pensión o algo similar. Sí se sabe que en su retiro le acompañarán su fiel secretario, Georg Gaenswein, y cuatro laicas consagradas. Y sobrevolará durante el tiempo que le quede de existencia terrena el estigma de ser el primer Papa de la era moderna que se atrevió a renunciar en plenitud de facultades. Y que con su actitud dio ejemplo, y marcó tendencia, inexorable, a su sucesor. Que, lo quiera o no, contará con el peso del pontificado de su antecesor como una losa. O como un apoyo imprescindible para estos tiempos de crisis. La solución, en las próximas semanas.