Los revolucionarios cambios a que me he referido alumbran una primavera eclesial. Es mucho lo que tendrá que remover, siempre con la mirada puesta en Jesús de Nazaret
(Celso Alcaina).- Mis contactos en el Vaticano siguen siendo efectivos. Con los años, disminuyen en cantidad, pero no menguan en calidad. A mis cuatro años académicos romanos siguieron los ocho años dentro del «sanctasanctorum». Tiempo suficiente para crearme una tupida red que recoge peces grandes y chicos. Detritos desechables, pero también ostras con perlas incrustadas.
La perla más vistosa es la que ayer me llegó envuelta en misteriosa exclusividad. Juan Pablo III lo manifestó a mi confidente (y a otros dos curiales presentes). Tiene «in pectore» dos nuevos cardenales. La creación de cardenales «in pectore» o «secretos» ha sido una práctica pontificia moderna. La efectúan los papas con el fin de proteger políticamente al creado purpurado o para evitar males importantes dentro o fuera de la Iglesia. Pero, atención, en el presente caso existe un serio temor a una insurreccción de las fuerzas vivas eclesiásticas. No se trata de dos varones, obispos o no. Los/as dos cardenales «in pectore» son mujeres. De momento es todo cuanto sabemos. Pero hay fundamento para esperar más concreciones.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: